Fin del catalanismo pol¨ªtico
Nadie sabe qu¨¦ resultar¨¢ de esta polarizaci¨®n de la sociedad, tal es el estropicio
La quiebra de convivencia pol¨ªtica a la que se enfrenta de unos a?os a esta parte la sociedad catalana es resultado directo de que los cimientos sobre los que se edific¨® el Estado espa?ol desde la Constituci¨®n de 1978 han sido dinamitados por los mismos que contribuyeron de manera decisiva a echarlos. Autonom¨ªa y solidaridad: tales fueron aquellos cimientos, mil veces evocados en los debates de la ponencia, la comisi¨®n y los plenos de los que sali¨® un proyecto de Estado finalmente conocido como de las Autonom¨ªas.
El derecho a la autonom¨ªa de todos los pueblos, regiones o nacionalidades de Espa?a fue una invenci¨®n catalana que viene desde los primeros a?os del siglo XX, tuvo su primer reconocimiento en la Constituci¨®n republicana de 1931 y fue condici¨®n inexcusable para el pacto constituyente de 1978. En eso consisti¨® el triunfo de un siglo de catalanismo pol¨ªtico: la autonom¨ªa de Catalu?a, reconocida en las dos constituciones democr¨¢ticas espa?olas con el mismo t¨ªtulo que era reconocido el derecho a la autonom¨ªa de todos los pueblos y regiones de Espa?a.
Pero una vez la tarea culminada, el honorable president Pujol proclam¨®, a la manera de Ortega: no es esto, no es esto. Hab¨ªa que acometer una segunda transici¨®n que condujera a un Estado cuatrinacional: Catalu?a, Euskadi, Galicia y¡ Castilla, tambi¨¦n llamada Espa?a. Luego, cuando los herederos sintieron en 2011 sobre sus cabezas el cerco de los escraches, decidieron huir hacia delante y aceleraron la desastrada carrera a la independencia con el entierro del pujolismo, encarnaci¨®n suprema, para bien y para mal, del catalanismo pol¨ªtico.
La respuesta a todo esto, de vuelta en el Gobierno un Partido Popular cercado desde fuera por la gran recesi¨®n, y desde dentro por la gran corrupci¨®n, fue que no hab¨ªa respuesta. Y as¨ª hemos llegado a una situaci¨®n en la que, bajo la falsa apariencia de bloques, lo que tenemos es una sociedad escindida, polarizada, con un sistema pol¨ªtico fragmentado: nadie alcanzar¨¢ mayor¨ªa suficiente para gobernar, pero todos dispondr¨¢n de suficiente poder y exceso de odio para vetar. Que nadie sepa lo que puede resultar de esta polarizaci¨®n fragmentada es buena prueba de la magnitud del estropicio causado por la muerte del catalanismo pol¨ªtico a manos de sus ¨²ltimos herederos.
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