Catalu?a, libre

Las elecciones que hoy se celebran en Catalu?a deben constituir un hito clave de su paulatina normalizaci¨®n. Se trata de una elecci¨®n auton¨®mica que otorgar¨¢ legitimidad a una nueva formaci¨®n del Parlament para una legislatura de cuatro a?os, as¨ª como al Govern que de ¨¦l salga para que ejerza las funciones can¨®nicas de todo Gobierno de la Generalitat.

Es todo eso una apelaci¨®n al mecanismo clave de la democracia, las urnas dispuestas de forma legal seg¨²n el Estado de derecho. Y a sus due?os en ¨²ltima instancia, los ciudadanos, para que marquen el rumbo de su futuro inmediato, en unos momentos particularmente complejos.

Pero para nada es m¨¢s que eso, ni nada diferente de eso: no es un camino de vuelta a la inseguridad jur¨ªdica; ni el retorno a la sistem¨¢tica violaci¨®n del ordenamiento democr¨¢tico; ni la confirmaci¨®n de ninguna separaci¨®n, ni de r¨¦gimen alternativo ninguno; ni la reposici¨®n de una autoridad anterior que conservase su cargo por un milagroso derecho divino o autohereditario.

El atentado parlamentario propinado el 6 y 7 de septiembre contra el Estatut y la Constituci¨®n por unas leyes golpistas carentes de base jur¨ªdica y orquestadas por unas autoridades sin competencia ni legitimidad para ello fue ya revertido por el Tribunal Constitucional, que las suspendi¨®.

La consecuente intervenci¨®n puntual del autogobierno fue el segundo paso en el reencauzamiento de la normalidad subvertida. Una intervenci¨®n que se ha limitado prudentemente a fijar con todas las de la ley la convocatoria de hoy, en la exacta medida en la que el ¨²ltimo president rehuy¨® su responsabilidad de convocar, tal como se hab¨ªa comprometido a hacer ante su propio Govern, se desdijo y se fug¨®.

Otros casos de intervenci¨®n de un autogobierno territorial se han producido en la Europa democr¨¢tica, particularmente en Reino Unido y en cierta forma ¡ªpor descarte y desuso¡ª en Italia tras la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica Padana a mitad de los a?os noventa. De modo que es estrictamente falsa la cantinela victimista de que esto sucede por vez primera y que se trata de un mecanismo extra?o y abusivo.

Como falsa es la queja de que un Ejecutivo haya sido encarcelado por otro, algo que ser¨ªa in¨¦dito. No ha sido as¨ª, fue la judicatura quien proces¨® a ciertos dirigentes por conductas presuntamente delictivas y dict¨® prisi¨®n provisional cautelar a cuatro de ellos (no a todos). Lo que s¨ª ha sucedido por vez primera en Europa es que un Gobierno regional ¡ªen el caso de Catalu?a, con las m¨¢s altas cotas de autonom¨ªa¡ª se alzase contra la propia legalidad democr¨¢tica que lo sustentaba. Sin ese antecedente ilegal no habr¨ªa habido ninguna consecuencia requerida por la necesidad de restaurar la legalidad truncada.

Las tareas urgentes del nuevo Parlament, el nuevo Govern y el nuevo president ser¨¢n resta?ar la fractura social, reflotar la econom¨ªa y restaurar la confianza, maltrecha por la ruptura de la seguridad jur¨ªdica. Les corresponde ahora a los ciudadanos acudir a las urnas, en el mayor n¨²mero posible y teniendo en consideraci¨®n que para recuperar la normalidad y asegurar esta Catalu?a libre de pesadillas rupturistas no son los m¨¢s indicados quienes provocaron el caos, sino los respetuosos del orden constitucional y estatutario. Del tino de esta elecci¨®n depender¨¢ su r¨¢pida realizaci¨®n, as¨ª como el muy deseable retorno de Catalu?a a su hist¨®rico papel de locomotora econ¨®mica, movilizador auton¨®mico y modernizador de Espa?a. Algo que, desafortunadamente, no est¨¢ asegurado en estos momentos: depende en gran medida del comportamiento hoy de los votantes.