Som escola: am¨¦n
El empe?o nacionalista en manipular la escuela ha existido y ha sido excesivo
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¡°A la voz de ?A m¨ª la Legi¨®n!, sea donde sea, acudir¨¢n todos y, con raz¨®n o sin ella, defender¨¢n al legionario que pida auxilio.¡± As¨ª reza el cuarto ¡°esp¨ªritu¡± del Credo Legionario, obra de Mill¨¢n Astray. Ignoro si a¨²n lo practica el Tercio, cu¨¢nto y c¨®mo, pero leo u oigo todos los d¨ªas su equivalente para la escuela de Catalu?a. Si durante a?os menudearon las cr¨ªticas contra el sesgo nacionalista en la ense?anza, tras el 1-O ha habido una oleada de denuncias. Con tal crispaci¨®n, raro ser¨ªa que, con m¨¢s de cinco mil centros y ciento veinte mil profesores, no hubiera pasado nada antes ni despu¨¦s de la intentona secesionista; incluso milagroso, dado el porcentaje de docentes que se definen catalanes pero no espa?oles o que votan a ERC, m¨¢s del doble que en el conjunto de la poblaci¨®n (datos del CIS). Lo cierto es que ha pasado, pas¨® antes y pasar¨¢ en el futuro: actividades sectarias, textos tendenciosos, docentes que confunden profesi¨®n y fe y, sobre todo, el empe?o nacionalista en manipular la escuela. ?Cu¨¢nto? La respuesta es sencilla: demasiado.
?Respeten a maestros y profesores, no les amenacen m¨¢s! (Puigdemont) ?La escuela catalana no se toca! (ERC). Es ¡°atacar la profesionalidad de los docentes, injuriarlos¡ atemorizarlos¡± (Ponsati). Right or wrong, our country! (Por mi pa¨ªs, con raz¨®n o sin ella), brindis atribuido al comodoro Decatur, pasa por ser el ejemplo m¨¢s pr¨ªstino de ideolog¨ªa patriotera (como decir: ¡°Por mi madre, borracha o sobria¡± ¨CG.K. Chesterton). Al menos Decatur admit¨ªa que su pa¨ªs pudiera estar equivocado (wrong), lo que no hace la legi¨®n nacionalista. No cab¨ªa esperar otra cosa del presidente, el partido o la consejera de ocasi¨®n que ya utilizaron las escuelas y a la comunidad educativa como escudo material y humanos para su plebiscito.
S¨ª cab¨ªa hacerlo de Som Escola, marca que agrupa a medio centenar de entidades relacionadas con la educaci¨®n. ¡°Somos escuela¡±, dicen, ¡°democr¨¢tica, cohesionadora, catalana.¡± Resulta un insulto a la inteligencia propia y ajena celebrar y atribuirse la ¡°cohesi¨®n¡± de la desgarrada Catalu?a, pero as¨ª lo hacen. Pol¨ªtica aparte, Catalu?a es, seg¨²n FOESSA, la cuarta comunidad m¨¢s desigual en renta por la diferencia interquintiles y la sexta por el ¨ªndice de Gini, los indicadores m¨¢s aceptados. Sobre educaci¨®n, Som escola alega que la EGD (Evaluaci¨®n Geneal de Diagn¨®stico), da iguales resultados en las pruebas de castellano a Catalu?a, 502 puntos tanto en primaria (2009) como en la ESO (2010), que a Espa?a, 500. Aparte del truco de utilizar para Espa?a la puntuaci¨®n ¡°promedio¡±, media de las medias territoriales ¨Clas CCAA, Ceuta y Melilla¨C, en vez de la media conjunta, que es de 504, para situar a Catalu?a levemente mejor en vez de peor, que es m¨¢s real, lo relevante es que en la EGD de primaria, 2009, Catalu?a est¨¢ siempre peor de lo que corresponder¨ªa a su composici¨®n social (ISEC: ¨ªndice socioecon¨®mico), su PIB y su gasto por alumno (pp. 126-7, 167, 170); en la de ESO, 2010, se a?ade a ello el nivel educativo de los adultos (pp. 107-8, 164-9). En suma: Catalu?a est¨¢ algo bajo la media de Espa?a a pesar de heredar un capital econ¨®mico y cultural bastante superior, y ese uso incompetente, o contraproducente, es lo que hay que explicar, no ocultar.
Som Escola recurre tambi¨¦n a PISA 2009 para argumentar que la desventaja de los hispanohablantes se debe en parte a su condici¨®n socioecon¨®mica (?No hab¨ªa tanta cohesi¨®n?) pero choca que ignore PISA 2015, que sit¨²a a Catalu?a siempre en tercer o cuarto lugar, entre las diecisiete comunidades, por la desigualdad de resultados ligada al estatus socioec¨®nomico (ESCS), y otro tanto por la desigualdad entre nativos e inmigrantes. O con el ¨ªndice m¨¢s bajo en el sentimiento de pertenencia a la escuela entre el alumnado, con la mayor diferencia entre espa?oles e inmigrantes (vol. III, p¨¢g. 510); la segunda diferencia m¨¢s alta en la satisfacci¨®n vital de los alumnos seg¨²n su ESCS y la primera seg¨²n su nivel de competencias (III, 502-5); la tercera en la diferencia de rendimiento asociada al ESCS y a la nacionalidad (III, 450-4). En suma, cualquier cosa menos la admirable cohesi¨®n que se insiste en vender y en la que, sin duda, no pocos catalanes creen. Una ficci¨®n construida, en este caso, v¨ªa cherry picking, es decir, seleccionando los datos que convienen y evitando los que no: lo ¨²ltimo que deber¨ªa hacer un educador.
Cohesionadora, pues, m¨¢s bien poco, seg¨²n todos los datos. Democr¨¢tica, tampoco mucho, pues no lo es esa fingida o impuesta unanimidad. Catalana s¨ª, pero a su manera, sin admitir otra.
Mariano Fern¨¢ndez Enguita es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense.
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