?Para qu¨¦?

Perdonen la blasfemia: no me quita el sue?o si el resultado electoral en Catalu?a permite formar gobierno con m¨¢s o menos facilidad. Pero me inquieta saber si alguien con mando en plaza o aspirante a tenerlo est¨¢ de veras decidido a cambiar las cosas all¨ª en la educaci¨®n y la informaci¨®n de titularidad p¨²blica. Muchos dar¨¢n un respingo al o¨ªr hablar de este asunto: ?injerencia estatal en la educaci¨®n de una autonom¨ªa? ?intervenir en medios de comunicaci¨®n para censurar contenidos? Los escandalizados suelen ser los mismos que piden en instancias oficiales que se introduzca en los programas escolares una formaci¨®n antimachista para prevenir la violencia de g¨¦nero y que persiguen celosamente en los medios de comunicaci¨®n cualquier complacencia discriminatoria al respecto, incluso si se escuda en el humor o en la ciencia. No estamos dispuestos a consentir que en las aulas se fomenten prejuicios contra la igualdad por razones de sexo o que en una televisi¨®n p¨²blica se bromee maliciosamente sobre ese tema, que en efecto es muy serio. Pero si se falsean los acontecimientos hist¨®ricos, si se presentan mapas de una geograf¨ªa del sectarismo, si se minimiza o se proscribe la lengua com¨²n del pa¨ªs en la ense?anza, si se presenta a los conciudadanos espa?oles como invasores o tiranos y se dan recomendaciones para burlar las leyes como camino emancipador, todo debe asumirse en nombre de la libertad de ense?anza y la no menos sacrosanta libertad de expresi¨®n. A tanto no llega la exigencia de igualdad ciudadana.

Lo importante no es c¨®mo van a repartirse los puestos de gobierno auton¨®micos sino qu¨¦ va a hacerse desde ellos (o en su caso desde el Gobierno central) para prevenir las causas ideol¨®gicas de efectos detestables. Lo dem¨¢s es toreo de sal¨®n.