Rafael
Es dif¨ªcil exagerar la gracia expresiva de esas im¨¢genes aparentemente ingenuas aunque precisas como un documental
Me encanta el puertecito donostiarra desde mi ni?ez y sigo atra¨ªdo por ¨¦l aunque ya no haya pescadoras remendando redes ni se descarguen los atunes todav¨ªa palpitantes, reluciendo met¨¢licos como guerreros ca¨ªdos. Se ha vuelto mucho menos pesquero y m¨¢s recreativo, pero a¨²n no irremediablemente pijo. Y uno de sus atractivos para m¨ª, adem¨¢s del Aquarium y sus tiburones, es el peque?o Museo Naval, donde nunca faltan exposiciones pensadas con buen gusto: los juguetes y el mar, el mar y las mujeres... Ahora hay una dedicada al primer gran Juan Sebasti¨¢n de la historia. Elcano (el segundo y definitivo naci¨® m¨¢s de un siglo despu¨¦s de su muerte) y otra centrada en Rafael Munoa, donostiarra fallecido hace muy pocos a?os, que fue pintor, caricaturista -uno de los pilares de aquella catedral del humor, ¡§La Codorniz"- joyero, anticuario, conversador chispeante y memoria elocuente de nuestro mundillo... Ah, tambi¨¦n amigo m¨ªo.
De Rafael se exponen en el Museo Naval las nueve tablas que dedic¨® a la caza de dos ballenas en 1763, en aguas guipuzcoanas, en la que compitieron embarcaciones de Zarautz y Guetaria. No piensen en grandes barcos como los que hoy exterminan industrialmente a los cet¨¢ceos, fueron chalupas balleneras las que salieron a fuerza de remos de los dos puertos, al puro estilo Moby Dick. La serie de pinturas retrata toda la aventura, desde el fuego en la atalaya costera que anunci¨® el avistamiento hasta el regreso a puerto tras la lucha en el mar. Es dif¨ªcil exagerar la gracia expresiva de esas im¨¢genes aparentemente ingenuas aunque precisas como un documental. Son piezas de arte popular, sugestivas y did¨¢cticas, llenas de encanto pero sin trampas deformadoras. Una combinaci¨®n mod¨¦lica de candor y maestr¨ªa, pens¨¦ al verlas. Dos virtudes que defin¨ªan a Rafael Munoa.
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