Capit¨¢n general
Si los militares de hace 40 a?os no hubieran respetado y obedecido a su compa?ero de armas, ?hubiera sido posible el pac¨ªfico tr¨¢nsito hacia la democracia?
Al morir Franco, las encuestas de opini¨®n percib¨ªan a los militares como garant¨ªa de continuidad o como factor tutelar de las reformas que fueran a producirse, y s¨®lo muy pocos espa?oles cre¨ªan que aceptar¨ªan contemplar pasivamente el tr¨¢nsito hacia un sistema basado en el Estado de derecho y la democracia representativa. Esta idea no carec¨ªa de l¨®gica: a diferencia de la Iglesia y del Movimiento Nacional, no se hab¨ªa producido en el seno de las Fuerzas Armadas un proceso de fragmentaci¨®n que abriera la puerta a la aparici¨®n de diferentes tendencias, m¨¢s all¨¢ de sectores muy minoritarios. Los ej¨¦rcitos, aparte de autoconsiderarse la columna vertebral de la patria, eran por entonces un poderoso actor en el escenario pol¨ªtico. Por un lado, constitu¨ªan una instituci¨®n aut¨®noma dentro de la Administraci¨®n General del Estado, dependiente directamente del jefe del Estado y dotada de amplias atribuciones en materia de orden p¨²blico. Y, por otro, ten¨ªan muy interiorizada su misi¨®n de preservar y defender el ordenamiento institucional del franquismo, con plena capacidad para frenar cualquier veleidad aperturista al estar legitimados para ello por el art¨ªculo 37 de la Ley Org¨¢nica del Estado.
A la vista de los testimonios disponibles, al inicio de la Transici¨®n el generalato opt¨® por inhibirse ante el proceso de reforma pol¨ªtica y la oficialidad, acostumbrada a plegarse disciplinadamente al criterio del mando, adopt¨® una postura bastante pasiva ante el mismo, lo cual no fue ¨®bice para que se alzaran muchas voces en contra dentro de las salas de banderas e incluso que algunos intentaran, afortunadamente sin ¨¦xito, interrumpirlo violentamente.
Pero ser¨ªa m¨¢s apropiado decir que la inhibici¨®n de los unos y la pasividad de los otros vino condicionada por un factor mucho m¨¢s decisivo: el trascendental papel, con vistas a los ej¨¦rcitos, desempe?ado por el rey Juan Carlos, quien sumaba a su condici¨®n de heredero nombrado por Franco la de militar profesional; papel que singulariz¨® el tr¨¢nsito a la democracia en Espa?a, respecto a los coet¨¢neos de Grecia y Portugal.
En este contexto, la s¨®lida formaci¨®n militar recibida por el rey Juan Carlos fue determinante para que las Fuerzas Armadas respaldasen, inicialmente sin fisuras, la senda reformista emprendida por Adolfo Su¨¢rez y tambi¨¦n para que, cuando las aguas se tornaron turbulentas al advertir que se estaba desmontando el r¨¦gimen franquista, el Monarca esgrimiese su condici¨®n de militar profesional para mitigar y sofocar cuantos intentos se urdieron para interrumpir el proceso. Si los militares de aquellos a?os, franquistas hasta la m¨¦dula, no hubieran respetado y obedecido a su compa?ero de armas, ?hubiera sido posible el pac¨ªfico tr¨¢nsito hacia la democracia? Con un pa¨ªs que reclamaba libertad frente a unas Fuerzas Armadas dispuestas a impedirlo, cabr¨ªa preguntarse ?qu¨¦ hubiera ocurrido?
Fernando Puell es presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Historia Militar y coautor del libro Rey de la democracia.