Cuando el roce hace el cari?o
El campo vota mucho m¨¢s conservador y a la extrema derecha que las ciudades
Es tiempo de brechas electorales. Hac¨ªa d¨¦cadas que no se ve¨ªa a hombres y mujeres, a mayores y j¨®venes, votar por formaciones tan diferentes en toda Europa Occidental. Algo parecido ocurre a nivel territorial o, para ser m¨¢s precisos, entre las grandes urbes y sus ¨¢reas colindantes. En general el campo (simplificando este concepto) est¨¢ votando mucho m¨¢s conservador y a la extrema derecha que las ciudades.
Todav¨ªa no somos capaces de explicar bien el mecanismo que lleva a esta escisi¨®n. Es verdad que de manera provisional se insiste en que la desigualdad econ¨®mica entre ambas zonas es la causa principal, pero no parece un dibujo completo. Al fin y al cabo, esta diferencia no es nueva y el campo ha estado m¨¢s resguardado de la crisis que las ciudades, en parte por estar menos poblado y m¨¢s envejecido. Debe haber algo m¨¢s.
Una explicaci¨®n complementaria, menos atendida, es el impacto de la homogeneidad de las zonas rurales frente a las urbanas. Sobre esto existen dos teor¨ªas opuestas.
De un lado, la teor¨ªa del contacto afirma que cuantas m¨¢s relaciones haya entre grupos diversos, menor es la tensi¨®n y el prejuicio mutuos. Por ejemplo, un experimento con atletas de diferentes etnias se?al¨® que las actitudes xen¨®fobas se reduc¨ªan si los deportistas compart¨ªan terreno de juego. Eso s¨ª, a condici¨®n de que el deporte fuera en equipo. Tiene que haber cooperaci¨®n entre ellos.
Del otro lado, la teor¨ªa del conflicto se?ala lo opuesto. Si un grupo entra en contacto con otro considerado ajeno pasa a sentirse amenazado en su lucha por unos recursos materiales limitados. Es un juego de suma cero donde lo que ganan unos lo pierden otros. Sin embargo, el reverso es que como reacci¨®n defensiva aumenta la solidaridad interna y los lazos dentro del propio grupo.
Si se vinculan estas teor¨ªas al sentido del voto parece que a nivel agregado hay m¨¢s apoyo a la idea de que ¡°el roce hace el cari?o¡±: las zonas urbanas, m¨¢s heterog¨¦neas, tambi¨¦n votan menos por partidos extremistas. Justamente donde la crisis ha tenido m¨¢s impacto y podr¨ªa haber m¨¢s competencia (incluso entre aut¨®ctonos y for¨¢neos) por el empleo o los recursos sociales escasos.
De este modo, aunque sea provisionalmente, merece la pena incidir en que quiz¨¢ esta escisi¨®n no sea algo exclusivamente material. Puede que las apelaciones a la inseguridad y la p¨¦rdida de estatus simb¨®lico calen m¨¢s f¨¢cilmente donde los votantes son m¨¢s parecidos entre s¨ª.
Unas apelaciones que inciden en una supuesta p¨¦rdida de influencia de esos grupos. Y algo que se?alar¨ªa que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, la pugna entre tener sociedades abiertas y cerradas se va a jugar a medio camino entre el campo y la ciudad.
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