El ¨²ltimo pujolista

Quiz¨¢ en pol¨ªtica no sea de empleo autom¨¢tico el adagio de Petrarca seg¨²n el cual ¡°un bel morir tutta una vita onora¡±.

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Artur Mas, su vida pol¨ªtica en im¨¢genes

Pero hay que reconocerle a Artur Mas estilo sobrio (distante), argumentario (retorcido de presuntos ¨¦xitos que jalonan el fracaso de un declive estrepitoso) y convicci¨®n (met¨¢lica) en su adi¨®s a la pol¨ªtica.

Sobre todo si se compara con la abrumadora ausencia de todo ello entre sus pares, su sucesor y sus ac¨®litos.

Con la excepci¨®n de los j¨®venes dirigentes de su partido, los voluntariosos Marta Pascal y David Bonveh¨ª, y algunas decenas de alcaldes apreciables. Esos que volver¨¢n a primer plano cuando se agoten las maniobras circenses de pr¨®fugos y monaguillos de rid¨ªculas investiduras telem¨¢ticas.

A los militantes les interesar¨¢ el envoltorio y las coartadas, claro. A los transe¨²ntes, un solo mensaje, que el ¨²ltimo pujolista din¨¢stico dirige a todos: renuncien a la independencia unilateral y expr¨¦s.

O dicho en su peculiar jerga, ¡°no podemos acelerar la implementaci¨®n de la independencia¡±. Es decir, abramos una legislatura con voluntad de durar cuatro a?os y no de consumirse en in¨²tiles gesticulaciones seudo-heroicas y ef¨ªmeras; intentemos gobernar; d¨¦monos tiempo; ampliemos nuestra base... aunque hasta ahora en cada colada hayamos perdido una s¨¢bana.

Mas se basa en que pese a tanto presunto ¨¦xito, el secesionismo ha quedado nuevamente por debajo (y a¨²n m¨¢s abajo que hace dos a?os, en el 47'5%) del ¡°50% del voto popular¡±. Argumento inapelable.

Debieran serlo tambi¨¦n sus corolarios: la renuncia a la unilateralidad, el retorno a la actuaci¨®n dentro del orden estatutario. Y no oculta en ello sus ¡°discrepancias¡± ¡ªaunque jam¨¢s formuladas ¡°en p¨²blico¡±¡ª, con su heredero Carles Puigdemont, actualmente en viaje intergal¨¢ctico.

Se va de la pol¨ªtica el pol¨ªtico que encabez¨® el movimiento pujolista en los ¨²ltimos quince a?os, reconociendo al fin, a desgana, que est¨¢ quemado, por ¡°vinculado al pasado que representa Converg¨¨ncia¡±. Es una triple despedida.

Al movimiento que fue decisivo catch-all party: integrador de democristianos, liberales, conservadores y reformistas sociales. Y que se desintegr¨® bajo su mandato.

Al m¨¦todo pujolista de permanencia en el poder: el de encarnar el mal menor, que parec¨ªa proteger a las clases medias de los radicales (ya no); al espa?olismo del separatismo (ya tampoco) y al catalanista del rival ancestral (ya nada).

Y a una clase dirigente de la menestral-burgues¨ªa, hu¨¦rfana de la Lliga y de Esquerra, sumisa/inc¨®moda con Franco, lejana en la transici¨®n, desorientada con la globalizaci¨®n y humillada por la Gran Recesi¨®n.

Adi¨®s.