Buenos pol¨ªticos
Son eficaces en la dimensi¨®n de la representaci¨®n, no tanto en la de la soluci¨®n de problemas
?Qu¨¦ define a un buen pol¨ªtico? Honestidad, claridad, eficacia, honradez¡ la lista de posibles adjetivos que los ciudadanos sacan a relucir cuando se les pregunta al respecto es infinita. Pero en una democracia el trabajo de un pol¨ªtico se resume sobre todo en dos tareas: representar los intereses de los ciudadanos y solucionar aquellos problemas que caigan dentro del ¨¢mbito p¨²blico estatal.
El inicio de 2018 trae una nueva fase en el ciclo de cambio pol¨ªtico m¨¢s profundo de la democracia espa?ola. Este ciclo ya dura m¨¢s de tres a?os, as¨ª que parece l¨®gico someter a evaluaci¨®n a los nuevos partidos y a sus l¨ªderes: ?han sido, est¨¢n siendo buenos pol¨ªticos? Podr¨ªa decirse que el resultado es mixto: lo son en la dimensi¨®n de la representaci¨®n, no tanto en la de la soluci¨®n de problemas. Y es que en un entorno fragmentado, multipartidista, quien es muy bueno manteniendo la trinchera no lo ser¨¢ tanto encontrando alternativas, porque estas requieren de acuerdos mestizos.
Es f¨¢cil culpar a partidos y l¨ªderes de esta din¨¢mica, pero har¨ªamos bien en mirarnos al espejo antes de librarnos de responsabilidad. ?Y si resulta que somos los votantes los que preferimos pol¨ªticos extremadamente representativos, defensores a ultranza de nuestras posiciones, a¨²n a costa de la b¨²squeda de acuerdos?
Ejemplos sobran. En las elecciones del 21-D las urnas premiaron la polarizaci¨®n. La reciente subida de Ciudadanos en las encuestas estatales responde a la mayor firmeza que expresa en sus posiciones, mientras que en el pasado su inclinaci¨®n por la negociaci¨®n no encontraba demasiados admiradores. Podemos, por su parte, comenz¨® a hundirse en los sondeos cuando su posici¨®n en una cuesti¨®n clave como es la soberan¨ªa nacional se volvi¨® difusa, cambiante y contradictoria.
Los pol¨ªticos representativos son imprescindibles: sin ellos, nadie habr¨ªa identificado las aspiraciones de cambio que lat¨ªan en la Espa?a de la ¨²ltima d¨¦cada. Pero el partidismo es una droga tan adictiva como traicionera, porque impide la consolidaci¨®n de los cambios demandados. Deber¨ªamos pensar si queremos seguir enganchados en 2018. @jorgegalindo
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