¡°?Atrapado en la nieve? A m¨ª no me va a pasar¡±
Muchos ciudadanos no est¨¢n preparados para valorar adecuadamente las alertas de riesgo y actuar en consecuencia
El colapso de carreteras vivido por las nevadas acaecidas en el d¨ªa de Reyes, as¨ª como hechos puntuales como el de los j¨®venes bloqueados en el puerto de monta?a del Angliru, han propiciado un intenso debate social. Unos se?alan que la responsabilidad es de las autoridades y de su falta de previsi¨®n, pero hay quien tambi¨¦n ha apuntado a los conductores que ignoraron las alertas y se adentraron en una tormenta de nieve sin estar adecuadamente preparados para ello.
Lo cierto es que son explicaciones compatibles. Si las autoridades tienen que prever es precisamente porque muchos ciudadanos no est¨¢n preparados para valorar adecuadamente las alertas de riesgo y actuar en consecuencia. Existen y son bien conocidos una gran variedad de sesgos que influyen en la percepci¨®n del riesgo, como por ejemplo el optimismo ilusorio. La mayor¨ªa de las personas creemos que tenemos menos posibilidades que otros de que nos ocurran acontecimientos negativos, como por ejemplo accidentes de tr¨¢fico. A la vez, creemos disponer de mayores probabilidades que los dem¨¢s para superar las dificultades y para que nos sucedan acontecimientos positivos. Este optimismo se denomina ilusi¨®n de invulnerabilidad, y optimismo irreal cuando se refiere a acontecimientos positivos.
?C¨®mo deben actuar entonces las autoridades y los ciudadanos ante situaciones de riesgo? Muy sencillo: contrarrestando este tipo de sesgos. Cuando nos enfrentamos a una situaci¨®n de nevadas como las vividas, y las que vendr¨¢n, podemos estar ante varias opciones. Si es una situaci¨®n nueva, sin memoria anterior disponible, tenemos que usar la capacidad de la imaginaci¨®n para prever. Pero si es algo ya vivido con anterioridad, y estamos planificando un viaje, debemos contemplar qu¨¦ riesgos se podr¨ªan correr durante ese viaje y las posibles contingencias.
Por eso, en una sociedad libre e inteligente, la clave en la comunicaci¨®n del riesgo es proporcionar la informaci¨®n necesaria para que las personas expuestas al mismo sean capaces de tomar sus propias decisiones, y as¨ª adoptar las necesarias medidas de prevenci¨®n y autoprotecci¨®n. La informaci¨®n que se proporcione debe buscar que los ciudadanos adquieran la necesaria conciencia situacional; es decir, sean capaces de reconocer ciertos patrones que puedan suceder. Ese conocimiento que tienen los niveles superiores, las autoridades, responsables o gestores, debe trasladarse al ciudadano, y este debe estar en condiciones de procesarlo. Es evidente que todo ello se basa en una sociedad bien formada y educada en el riesgo, y por supuesto en contar con estructuras adecuadas en la gesti¨®n de los riesgos.
El esfuerzo cognitivo que supone la toma de decisiones, hace que con el tiempo adquiramos rutinas inconscientes, las conocidas como reglas heur¨ªsticas, procesos cognitivos que nos facilitan decisiones r¨¢pidas y eficaces. Pero ello siempre y cuando la situaci¨®n responda a patrones similares anteriores. Si no es as¨ª, estas heur¨ªsticas pueden convertirse en sesgos o trampas cognitivas.
Lo contrario son sociedades robotizas, de aut¨®matas que se acostumbran y necesitan que siempre les digan lo que tienen que hacer. Acaban convirti¨¦ndose en sociedades esclavizadas y propias de reg¨ªmenes autoritarios. Por desgracia lo he vivido directamente en algunos pa¨ªses y en los conflictos en los que por mi profesi¨®n he participado. No seamos ilusos, somos vulnerables. El riesgo cero no existe y nuestra seguridad es tambi¨¦n nuestra responsabilidad.
Alberto Ayora Hirsch es coronel de Infanter¨ªa y Autor del libro Gesti¨®n del riesgo en monta?a y en actividades al aire libre.
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