Solo en casa, hasta el ¨²ltimo suspiro
Los jueces alertan de que cada vez hay m¨¢s casos de muertes solitarias que tal vez podr¨ªan haberse evitado
Antes era algo muy espor¨¢dico. Ahora es frecuente. Cada vez m¨¢s. La muerte en soledad. Lo explica el juez Joaquim Boix en un reportaje publicado por este diario. ?l levanta cuatro o cinco cad¨¢veres cada mes. Otros jueces ratifican que ya no es un fen¨®meno puntual. La mayor¨ªa son ancianos a los que la muerte les ha sorprendido en su casa, sin tiempo para reaccionar o sin fuerzas para pedir ayuda. Ancianos que viven solos y en muchos casos sin familia directa. Algunos podr¨ªan haberse salvado de haber recibido ayuda.
Estas muertes solitarias son consecuencia de los cambios en la estructura familiar y la evoluci¨®n demogr¨¢fica, que hacen que cada vez haya m¨¢s longevos sin que los servicios sociales hayan crecido lo suficiente para suplir lo que antes cubr¨ªa la familia extensa. Pero tambi¨¦n de las formas de vida m¨¢s individualistas y m¨¢s estresadas, que hacen que nadie se inmiscuya en la vida de nadie, pero nadie ayude tampoco ni haga compa?¨ªa a la gente que se encuentra sola. El paradigma estall¨® en forma de noticia en noviembre pasado, cuando una comisi¨®n judicial lleg¨® a un bloque de viviendas del distrito de San Blas, en Madrid, a desahuciar a un inquilino por falta de pago. Encontraron al hombre momificado. Ten¨ªa 56 a?os, hac¨ªa cuatro a?os que hab¨ªa muerto, pero nadie le hab¨ªa echado en falta, a pesar de que hab¨ªa estado casado y ten¨ªa una hija. Tampoco los vecinos. Pensaban que habr¨ªa muerto en alg¨²n hospital de la dolencia hep¨¢tica que sufr¨ªa.
El deseo de independencia y de autonom¨ªa personal son rasgos nucleares de la cultura contempor¨¢nea. Mientras todo va bien y la salud acompa?a, poder vivir de forma aut¨®noma es algo sin duda muy positivo. El problema es c¨®mo adecuar las estructuras sociales a un modelo que hace que muchos ancianos se queden solos justo cuando tambi¨¦n pierden la salud. En una de sus novelas m¨¢s estremecedoras, La edad de hierro, el Premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee narra las vivencias de una profesora de Ciudad del Cabo que sufre un c¨¢ncer terminal, pero no quiere avisar a su hija, que vive en Estados Unidos, porque no quiere perturbarla. Sabe que lleva una vida estresada y tiene entre manos proyectos importantes para ella. Acaba compartiendo sus ¨²ltimos d¨ªas y la rabia que le produce el apartheid que vive Sud¨¢frica con un vagabundo igualmente solitario que se ha refugiado en su cobertizo.
Para muchos ancianos, lo m¨¢s doloroso de la vejez no son los achaques. Es la soledad. En Espa?a hay 8,6 millones de personas mayores de 65 a?os, de las cuales m¨¢s de un mill¨®n viven solas. Muchos Ayuntamientos han desplegado programas de teleasistencia, pero los dispositivos instalados est¨¢n lejos de cubrir las necesidades. La mitad de los ancianos que viven solos se hallan adem¨¢s en situaci¨®n de probreza, y ya sabemos que las personas pobres son m¨¢s vulnerables y tienen peor salud. Los servicios sanitarios atienden las contingencias de la salud. Los servicios sociales, con suerte, las carencias materiales. Pero ?qui¨¦n se hace cargo y c¨®mo se trata la soledad?
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