Un esc¨¢ndalo del pasado¡ o no
Si nadie ha pedido nunca coherencia al independentismo, ?por qu¨¦ ahora iba a ser una excepci¨®n?
?El caso Palau es cosa del pasado! claman esos mismos que conmemoran el asedio de 1714 en cada partido del Bar?a en el Camp Nou, que es m¨¦s que un club, uno de los templos sagrados del catalanismo. En definitiva, 1714 es el gran caladero sentimental de esos agravios que todav¨ªa estiran, con variantes como Espanya ens roba. Claro que si nadie ha pedido nunca coherencia al independentismo, ?por qu¨¦ ahora iba a ser una excepci¨®n?
La estrategia apremiante es obvia: establecer que no hay hilo conductor, puesto que Convergencia est¨¢ extinguida y al PdeCAT se le dio un car¨¢cter fundacional. M¨¢s o menos se apunta al pujolisme, capaz de catalizar toda la corrupci¨®n de Catalu?a con su sant¨ªsima trinidad: Padre, hijos y Madre Superiora. Pero esto, m¨¢s que pujolismo, corresponde sobre todo a los a?os Astut Mas. Y el masismo se prorroga en el puigdemontismo, fugado de Espa?a para huir de la Justicia.
Todo esto es una secuencia inseparable. En definitiva Junts per Catalunya es legalmente una coalici¨®n entre PDeCAT y CDC. As¨ª se registr¨® ante la Junta Electoral Central, como se public¨® durante la campa?a electoral del 21-D, para cobrar subvenciones con las que sufragar la campa?a, puesto que el PdeCAT era una formaci¨®n nueva. Que nadie espere, eso s¨ª, que Puigdemont se d¨¦ por enterado en su matrix paralelo de Bruselas. La ley del silencio, bien engrasada con subvenciones p¨²blicas, deber¨ªa funcionar como hasta ahora a pesar del 155.
Desde ERC, de hecho, han ensayado la pirueta ¨Calehop¨C de vincular el caso con el PP. ¡°Millet es miembro honor¨ªfico de las Faes y amigo personal de Aznar, as¨ª que nuestro no es¡±, dice Rufi¨¢n, a quien nunca achanta el v¨¦rtigo del rid¨ªculo. Relacionar la financiaci¨®n ilegal de Convergencia con el PP es una rufianada excesiva incluso para Rufi¨¢n. Claro que tiene buenos motivos: ERC ha unido su suerte a Convergencia estos a?os de proc¨¨s, pactando con los candidatos convergentes, con los que han compartido listas electorales y Govern.
Con un cinismo semejante, los Comunes han optado por exclamar ?esto es un esc¨¢ndalo! con el falso estupor caricaturizado por el capit¨¢n Renault en Casablanca. Se requiere un buen cuajo para actuar como si acabaran de descubrir la verdad sobre Convergencia, a pesar de que su horizonte penal es de v¨¦rtigo, y el proc¨¦s tuviera mucho de huida hacia delante para tratar de escapar de ah¨ª. A Colau no le tiembla al semblante al proclamar "Hay que evitar la impunidad para devolver a la ciudadan¨ªa la confianza en las instituciones: se necesitan responsabilidades pol¨ªticas m¨¢s all¨¢ de las judiciales" mientras une su suerte a ellos con el mismo cinismo que ERC.
La sentencia del Caso Palau retrata, por supuesto, un caso de corrupci¨®n sist¨¦mica en buena medida semejante a otros esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de los grandes partidos institucionales espa?oles, PP y PSOE. Lo singular, en este caso, no es el esc¨¢ndalo, sino la capacidad de este para retratar el desahogo moral de quienes pretenden estar por encima de la justicia, de la ¨¦tica y de la verdad, como si fuesen cuerpos incorruptos en nombre de Catalu?a.
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