Hablar m¨¢s

La Comisi¨®n para la Evaluaci¨®n y Modernizaci¨®n del Estado Auton¨®mico del Congreso de los Diputados, as¨ª de largo es su nombre oficial, naci¨® al hilo de la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 para frenar el desaf¨ªo de los independentistas catalanes, y se interpret¨® como la inevitable concesi¨®n que tuvo que hacer el Gobierno del PP al partido socialista por el apoyo recibido para poner en marcha una respuesta que contaba, adem¨¢s, con el apoyo de Ciudadanos. Sigue siendo tratada, probablemente, con ese tono condescendiente con que se tratan tantas iniciativas pol¨ªticas que se pretenden condenadas al fracaso. Algunos excesos, como el gui?o demag¨®gico de abrir la comisi¨®n a segmentos muy variados de la sociedad espa?ola, pueden lastrar seriamente su desarrollo.

Y, sin embargo, la comparecencia de los tres ponentes vivos de la Constituci¨®n de 1978 ¡ªJos¨¦ Pedro P¨¦rez Lorca, Miguel Roca y Miguel Herrero de Mi?¨®n¡ª permiti¨® la pasada semana que esa comisi¨®n mustia y deste?ida levantara por un momento cierto vuelo y devolviera al Parlamento su verdadera esencia, la de ser el lugar en el que se tratan con rigor los problemas que atenazan al pa¨ªs y donde deben discutirse para encontrar los acuerdos necesarios para enfrentarse a ellos de la mejor manera posible.

Para cuantos entienden que es necesaria y urgente la reforma de la Constituci¨®n, la intervenci¨®n de los padres de la de 1978 pudo interpretarse como un jarr¨®n de agua fr¨ªa. Hay margen para hacer cambios ambiciosos en nuestro marco jur¨ªdico sin necesidad de tocar ni una coma de la Constituci¨®n, vinieron a decir. E insistieron en un aspecto que seguramente resulta bastante indiscutible: si las reformas que se pretenden hacer no cuentan con el respaldo que tuvo el gran logro de la Transici¨®n, no tendr¨ªa sentido meterse en berenjenal alguno.

Pero la tarea de los pol¨ªticos es justamente esa, la de buscar soluciones, la de agarrar de frente los problemas, discutirlos, buscar acuerdos. Y para eso est¨¢ el Parlamento, y para eso puede servir esta comisi¨®n. Los tres grandes partidos pol¨ªticos que la apoyan, que han sabido entenderse para responder a la iniciativa de los independentistas catalanes de triturar la Constituci¨®n y el Estatuto para llevar adelante su proyecto, no pueden prolongar indefinidamente sus grescas partidistas por no ser capaces de reconstruir juntos un proyecto de pa¨ªs. Un proyecto en el que tiene que encontrar su sitio Catalu?a, ahora mismo fracturada e inmersa en un profundo cataclismo pol¨ªtico.

Hablar m¨¢s. Tiene algo de perogrullada, pero ese esp¨ªritu fue el que llevaron a la comisi¨®n el otro d¨ªa los tres padres de la Constituci¨®n que quedan vivos. Frente a las maneras que caracterizan a las instituciones democr¨¢ticas modernas, que cifran su ¨¦xito en su capacidad de articular proyectos alcanzados entre distintas fuerzas, la amenaza a la que se enfrenta hoy Europa es la de los movimientos que simplemente quieren dinamitar el sistema. Mala se?al la que dieron aquellas fuerzas pol¨ªticas que renegaron incluso de participar en un marco de discusi¨®n sobre la Constituci¨®n. La democracia debe fortalecer los m¨²sculos del debate si no quiere verse arrollada por las mareas populistas.