Privacidad
Dec¨ªa Oscar Wilde que no hay ninguna raz¨®n para que un hombre muestre su vida al mundo. ¡°El mundo no entiende las cosas¡±, apostillaba
El anuncio de un escritor de que deja de compartir su vida y sus pensamientos con sus lectores en tiempo real a trav¨¦s de las llamadas redes sociales ha sido noticia destacada en todos los medios, incluidas ¨¦stas, lo que demuestra hasta qu¨¦ punto la sociedad actual ha perdido el sentido com¨²n. Si el escritor hubiera anunciado que dejaba de escribir sin m¨¢s seguramente no habr¨ªa sido tanta noticia.
El escritor, que ha justificado su decisi¨®n en que ya no le ¡°compensa¡± la relaci¨®n diaria con sus lectores porque le quita tiempo y energ¨ªa, la ha anunciado en su cuenta de Twitter, como corresponde, siendo fiel de esa manera a su trayectoria hasta ese momento. Quien durante a?os ha defendido la comunicaci¨®n directa con el p¨²blico lector como algo imprescindible en estos tiempos no pod¨ªa despedirse a la francesa por m¨¢s que fuera lo recomendable. Irse sin hacer ruido no te garantiza la compresi¨®n de unos internautas que se consideran con el derecho a decirte lo que piensan de ti, de tus libros y de tus opiniones, pero por lo menos te facilita la despedida.
Como perteneciente al gremio de los escritores raros, esos que, por valorar la privacidad m¨¢s que la popularidad, hemos vivido alejados de todos esos instrumentos que nos exponen al juicio p¨²blico m¨¢s de lo inevitable por nuestro oficio, he sufrido las recriminaciones de personas que, considerando que leer mis libros o mis art¨ªculos les da derecho a decirme personalmente lo que piensan de ellos, me echan en cara que no tenga cuenta en ninguna de las redes ni p¨¢gina web a trav¨¦s de la cual poder dirigirse a m¨ª, as¨ª que s¨¦ a lo que me expongo al criticar aqu¨ª una moda social que ha convertido el cotilleo de toda la vida en universal y el mundo en un inmenso patio de vecindad en el que todos se ponen verdes y se controlan unos a otros. No discuto la utilidad de las redes sociales para la comunicaci¨®n entre las personas, s¨ª la necesidad de tener que comunicarse todo el rato, da igual que sea lo que van a comer y con qui¨¦n o su opini¨®n sobre el crimen o la pel¨ªcula de actualidad, ni la obligaci¨®n del pr¨®jimo de participar de ello, se dedique a lo que se dedique al pr¨®jimo.
Dec¨ªa Oscar Wilde que no hay ninguna raz¨®n para que un hombre muestre su vida al mundo. ¡°El mundo no entiende las cosas¡±, apostillaba. Ni las entender¨¢ jam¨¢s, a?adir¨ªa uno por su cuenta viendo a su alrededor c¨®mo mucha gente emplea todo su tiempo en contar su vida por Internet en lugar de ocuparse de vivirla de verdad.
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