El mejor alcalde de Madrid
Nos falta cultura del reconocimiento y nos sobra de la sospecha, pero el tiempo y sus obras est¨¢n logrando que se valore a Enrique Tierno Galv¨¢n ¡ªque hoy cumplir¨ªa cien a?os¡ª como un gran intelectual y un pol¨ªtico importante
Qui¨¦n fue Tierno? Un profesor, un pol¨ªtico querido y odiado. Un gran intelectual que se dedic¨® a la filosof¨ªa, a la sociolog¨ªa y al Derecho. Fue el mejor alcalde de Madrid y naci¨® un d¨ªa como hoy hace cien a?os.
Me preguntan c¨®mo era, pero ?c¨®mo puedo responder para que no parezca adulaci¨®n? Tierno fue una persona honesta, inteligente y por tanto compleja, con sus peculiaridades. T¨ªmido y a su manera provocador. Fue una de esas figuras patriarcales y carism¨¢ticas que destilan la cordialidad ilustrada caracter¨ªstica del viejo sabio malicioso y amable.
En sus escritos siempre hay una preocupaci¨®n por la gente, un aliento ¨¦tico m¨¢s all¨¢ de cualquier actitud partidista. Si sabemos que la sociedad es injusta ?que evita que remediemos esta situaci¨®n? ?qu¨¦ razones ¨²ltimas evitan que la moral se realice? Esta preocupaci¨®n es el ¡°hilo conductor¡± de toda su obra y en gran medida tambi¨¦n de toda su biograf¨ªa: sucesivos intentos de armonizar, buscar el equilibrio entre la exigencia moral de la acci¨®n (actuar es hacer pol¨ªtica) y la tendencia a no salir de los l¨ªmites de la reflexi¨®n intelectual y facilidad te¨®rica.
Tierno, el de la raz¨®n mec¨¢nica y la raz¨®n dial¨¦ctica, el del intento de renovaci¨®n de la idea de marxismo, tambi¨¦n fue un agitador de grupos contra la dictadura y su c¨¢tedra se convirti¨® en un foco de contestaci¨®n y resistencia hasta que lo expulsaron. La despedida de Tierno Galv¨¢n, escribe Francisco Tom¨¢s y Valiente, se produjo en Salamanca en una ma?ana de 1965. Cientos de alumnos se aprestaba para escuchar al prestigioso y siempre exquisitamente y cort¨¦s profesor. El ambiente era tenso y glosando unas palabras de Hamlet, Tierno se?al¨® la necesidad y la dignidad de vivir y obrar como hombres y no como ratas.
Fue un trabajador infatigable. Quiz¨¢ no sea una de esas figuras rompedoras, deslumbrantes y no tenga una obra maestra pero nos ha dejado muchas muestras de su gran talento y algo m¨¢s dif¨ªcil, nos ha dejado un nuevo estilo, un peque?o y grato g¨¦nero de discurso, un nuevo armaz¨®n para alojar las palabras, los bandos did¨¢ctico-l¨²dicos como los defini¨® L¨¢zaro Carreter.
Redact¨® junto a Ra¨²l Morodo el elegante y noble pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n
Particip¨®, como pudo, en el proceso constituyente y redact¨® junto a Ra¨²l Morodo el elegante y noble pre¨¢mbulo de una Constituci¨®n que no pod¨ªa ser quim¨¦rica, ni ilustrada como las anteriores, ni tampoco un simple acuerdo de intereses entre partidos. Como escribi¨® en estas misma p¨¢ginas el 15 de septiembre de 1977, necesit¨¢bamos una constituci¨®n espejo en la que se vieran reflejados los ciudadanos y los poderes, una constituci¨®n pr¨¢ctica, eficiente, suficiente, flexible, que reflejara tambi¨¦n los cambios.
En definitiva, necesit¨¢bamos una Constituci¨®n con autoridad social suficiente para permanecer y asegurar nuestras libertades en paz. Y as¨ª lo hicieron, porque la Constituci¨®n no tiene nada que sea trascendente, no es un dogma, al contrario, es como el agua o el ox¨ªgeno, una herramienta no un fin, un instrumento, un pacto, un contrato social que funciona si permanece y garantiza los derechos de los ciudadanos.
La constituci¨®n a priori no tiene sentido, por eso los problemas constitucionales no son tanto problemas acad¨¦micos o jur¨ªdicos sino de poder. Y en pol¨ªtica no hay milagros, solo trabajo, perseverancia, voluntad, en fin saber hacer, saber esperar y sobre todo confiar. Pero, tambi¨¦n es verdad que en pol¨ªtica hay que tener valor y determinaci¨®n sin esperar que se den las condiciones ideales porque las condiciones ideales no existen. El ¡°consenso¡± por ejemplo, el acuerdo de todos o pr¨¢cticamente todos, es hijo de su siglo y en este momento puede convertirse en una ¡°condici¨®n ideal¡± que paralice, sin coste pol¨ªtico, una reforma no ostentosa pero si necesaria que pueda ser asumida por los dos tercios no solo de los parlamentarios, tambi¨¦n de los ciudadanos.
Fue un socialista que vivi¨® s¨®lo de su trabajo, que quiso desarrollar contra corriente
En fin, todo empez¨® un d¨ªa de 1973 cuando un estudiante de Barcelona fue a visitarlo a Marqu¨¦s de Cubas y aqu¨ª estoy. A su lado nos detuvieron y retiraron el pasaporte y a su lado me form¨¦ como profesor junto con Manolo Mella, Maite Gallego, Matilde Gurrera y Enrique Lucas. Matilde y yo somos sus ¨²ltimos disc¨ªpulos directos, los ¨²ltimos profesores que entramos en su reducido equipo de la UAM y all¨ª seguimos. Nos dirigi¨® la tesis doctoral y juntos trabajamos y publicamos durante sus ¨²ltimos nueve a?os hasta que vimos c¨®mo la movida subida a las farolas lo miraba en silencio mientras la carroza f¨²nebre, con sus caballos negros avanzaba elegante, muy despacio, entre una multitud conmovida hacia el cementerio de la Almudena. Madrid se ech¨® a la calle y pens¨¦ en el prematuro destino del maestro y sent¨ª la influencia que ejerci¨® sobre todos aquellos que nos mantuvimos a su lado y me vinieron sus palabras cuando estaba ya muy cansado: ¡°La mejor forma de solucionar algunos problemas es darnos cuenta de que no existen¡± y entend¨ª que ante la muerte lo ¨²nico que podemos hacer es cambiar la mirada. La muerte como resultado y no accidente, como un hecho cient¨ªfico incontrovertible. Morir sencillamente es dejar de pensar, dejar de so?ar.
He aqu¨ª a Enrique Tierno, una persona que fue algo m¨¢s que la funci¨®n que le toc¨® jugar. Fue m¨¢s que un profesor y m¨¢s que un alcalde. Casi nunca protagonista, pero siempre estuvo en los lugares donde se decidieron los grandes temas. Entonces ?Por qu¨¦, durante una ¨¦poca, ha estado bien visto desde?arlo? Quiz¨¢s su car¨¢cter distante y su iron¨ªa lo explique, pero tambi¨¦n se explica porque todo lo hizo por libre y en Espa?a ir por libre es una fatalidad y se paga, vaya si se paga. Sanciones, censuras, silencios, procesamientos y sobre todo muchas dificultades econ¨®micas que le obligaron a aceptar trabajos honrados pero modestamente retribuidos (clases particulares, traducciones) y poco adecuados para un intelectual de su val¨ªa.
En fin, que nos falta cultura del reconocimiento y nos sobra de la sospecha. Pero quiz¨¢ el tiempo y tambi¨¦n los ochos gruesos vol¨²menes con sus obras completas est¨¦n logrando que se valore a Enrique Tierno como lo que es: un gran intelectual y un pol¨ªtico muy importante, leal a sus ideas y compromisos, docente en la universidad y fuera de ella, socialista que vivi¨® s¨®lo de su trabajo, de un trabajo que quiso desarrollar contra corriente en su propio pa¨ªs.
Su figura y ejemplo son importantes y aqu¨ª queda el merecido homenaje y el testimonio de mi mayor reconocimiento.
Antonio Rovira es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y director del m¨¢ster en Gobernanza y Derechos Humanos (C¨¢tedra Jes¨²s de Polanco. UAM/Fundaci¨®n Santillana).
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