Corruptores

Hace alg¨²n tiempo escrib¨ª una columna que se titulaba igual que esta. No recuerdo la fecha con exactitud, aunque estoy segura de que se remonta a la ¨¦poca previa al proc¨¦s, aquellos tiempos en los que a¨²n no hab¨ªamos aprendido a pronunciar esa ¡°o¡± como una ¡°u¡±, y los esc¨¢ndalos de una corrupci¨®n normalizada, sistem¨¢tica, lo impregnaban todo como una lluvia ¨¢cida. En aquel momento me preguntaba yo por los corruptores, el contrapeso imprescindible en la balanza de los corruptos, los empresarios y financieros cuyo dinero hab¨ªa corrompido a los pol¨ªticos que acaparaban los titulares y a los intermediarios que fueron los primeros en caer. Hoy, cuando el destino de Puigdemont me aburre tanto como a cualquiera, mientras detecto en mi ¨¢nimo una creciente indiferencia hacia el problema catal¨¢n, que no soy capaz de evitar por muy perniciosa que me parezca a m¨ª misma, vuelvo a preguntarme por el mismo tema. En el juicio del caso Palau, los condenados desmenuzaron la trama que hab¨ªan montado a medias con Ferrovial, pero a esa empresa le ha salido gratis. Sus directivos fueron absueltos porque los delitos de tr¨¢fico de influencias que les implicaban han prescrito. En el juicio de la rama valenciana de G¨¹rtel, Correa y el Bigotes han confesado que facturaban directamente a los empresarios a quienes se?alaba la direcci¨®n del PP. S¨¦ que muchos han reconocido los pagos realizados para llegar a un acuerdo con la Fiscal¨ªa, pero sigo teniendo la impresi¨®n de que, si no han tenido la suerte de que sus delitos prescriban a tiempo, los corruptores permanecen en un confortable claroscuro, lejos de la cruda potencia de los focos. Hace alg¨²n tiempo conclu¨ª que, as¨ª, la corrupci¨®n no terminar¨ªa nunca. Es lo mismo que sigo pensando ahora.