Seis a?os sin Pradera
Hay ocasiones en las que uno espera su art¨ªculo para aclararse o buscar su complicidad burlona
El recurso del paso del tiempo est¨¢ muy manido, pero no m¨¢s que el propio paso del tiempo. Es un recurso literario dudoso, pero es eficaz, porque alude a una perplejidad leg¨ªtima, la que nos sacude cuando comprobamos que la desaparici¨®n de algunos seres humanos tuvo lugar hace mucho m¨¢s de lo que percibimos su ausencia en nuestro quehacer diario.
O sea, que lo que nos pasa a muchos con la muerte, hace ya m¨¢s de seis a?os, de Javier Pradera es en cierto modo una vulgaridad¡ Salvo si nos paramos a pensar en qu¨¦ le echamos de menos.
Este hombre era una desmesura todo ¨¦l. F¨ªsicamente lo era, pero tambi¨¦n deb¨ªa medir unos dos metros intelectualmente. Y hay ocasiones en las que uno espera su art¨ªculo para aclararse o buscar su complicidad burlona haciendo una broma: ?estamos a favor de Catherine Deneuve en lo de que nos toquen la pierna?
Asuntos hay de sobra para que tuviera de vez en cuando la bondad de regresar un momento. Por ejemplo, la Transici¨®n. ?Hizo el PCE, de la mano de Carrillo, m¨¢s por la democracia que los representantes de la derecha liberal? Por ejemplo, el nacionalismo catal¨¢n. ?Se trata de un movimiento xen¨®fobo desde sus or¨ªgenes y es incompatible con el escaso liberalismo mesetario? Por ejemplo, ?habr¨ªa sido posible la democracia en Espa?a sin entrar en la OTAN?
El martes se present¨® en Madrid un libro sobre la larga trayectoria de Pradera como editor. Tambi¨¦n en eso med¨ªa unos dos metros. Baste decir Alianza y Siglo XXI, o Joan Fuster, Karl Marx y Fernando Claud¨ªn.
Los proyectos editoriales, las realidades editoriales de Javier Pradera mejor dicho, cambiaron el paisaje cultural de Espa?a para muchos a?os. No s¨®lo ¨¦l, pero s¨ª sobre todos ¨¦l.
Y en torno a ¨¦l, con la sensaci¨®n cotidiana de jugarse el tipo al dar una opini¨®n no completamente apoyada por datos y reflexi¨®n suficientes, mucha gente y de muy distinto pelaje.
Estar con Pradera obligaba en muchas ocasiones, y m¨¢s por culpa del interlocutor que de Pradera, a mantenerse en guardia. Era una buena gimnasia que ¨¦l utilizaba para darle suelta a su sentido del humor particular: ?Qu¨¦ es el capitalismo monopolista de Estado? preguntaba incansable antes de morir.
El libro que nos informa del editor (Trama, 2018), nos muestra un Pradera tan intransigente como el de los art¨ªculos de opini¨®n de EL PA?S. Y tan autoexigente como el de la militancia democr¨¢tica de muchos a?os.
Pero nos deja la m¨¢s importante pregunta sin resolver: oye, Javier, ?qu¨¦ opino sobre¡?
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