?Orden nacional vs. orden neoliberal?
?Qu¨¦ pol¨ªticas ofrecen los partidos ¡®nacionales¡¯ para combatir la globalizaci¨®n financiera y sus monstruos?
![Gente saca dinero en un cajero de una oficina del Sabadell en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UIOLQPAOZB5IQRUOMRTGPL3KM4.jpg?auth=d2c865d7a5447263bad0146bd6c61a939cc6bca4a59c2c30c4615d0d12a47d3e&width=414)
Medio mundo parece buscar soluciones ¡°nacionales¡± a sus problemas, pero nadie parece saber en qu¨¦ consisten. ?Cu¨¢les son esas pol¨ªticas nacionales que van a mejorar la cada vez m¨¢s inestable situaci¨®n internacional, el cambio clim¨¢tico, la desigualdad social, el control de las tecnolog¨ªas, el futuro de los j¨®venes o las relaciones laborales? Soluciones nacionales proclama Trump con su America First; soluciones nacionales pregona el Brexit y el eco se oye en muchos movimientos nacionalistas del mundo. Se supone que lo primero que habr¨ªa que exigir es conocer las pol¨ªticas concretas incluidas en esas proclamas patri¨®ticas. Pero no resulta f¨¢cil encontrarlas. Ni en Washington, ni en Londres, ni en los grandes movimientos que quieren aislar a Estados Unidos y a Gran Breta?a, ni en los peque?os movimientos que quieren dibujar un ¨²nico pueblo en Hungr¨ªa o Polonia, ni en los m¨¢s peque?os a¨²n que quieren desgajar nuevos pa¨ªses, Catalu?a, las islas Feroe, C¨®rcega.
Es muy cierto que la hiperglobalizaci¨®n iniciada en los a?os ochenta del siglo pasado ha tra¨ªdo consecuencias penosas y que la crisis de 2008 ha terminado por hacer enormes agujeros en las redes que se hab¨ªan tejido cuidadosamente al final de la II Guerra Mundial para hacer frente a esos desequilibrios. Los grandes acuerdos de liberalizaci¨®n comercial traen ganancias, pero tambi¨¦n, siempre, dolor. Lo sab¨ªan los dirigentes pol¨ªticos que crearon la Comunidad Europea y que extremaron su cuidado para paliarlo en buena medida. Pero desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el fortalecimiento de los te¨®ricos y de los pol¨ªticos neoliberales, el s¨®lido mecanismo que proporcionaban los pactos sociales para controlar esos da?os ha ido deterior¨¢ndose. ¡°Tomemos el NAFTA (el tratado que abri¨® el comercio entre Estados Unidos, M¨¦xico y Canad¨¢, en vigor desde en 1994)¡±, explica el economista Dani Rodrik. ¡°Un reciente estudio demuestra que una importante minor¨ªa de trabajadores norteamericanos sufri¨® una sustancial reducci¨®n de ingresos¡ el crecimiento de los salarios de las industrias que perdieron su protecci¨®n cay¨® 17 puntos en relaci¨®n con otras industrias no afectadas¡±. Y en lugar de afrontar esa realidad y recomponer las fuerzas en los dos lados de la balanza, lo que hicieron los hiperglobalizadores fue lanzarse al peor de todos los errores, sigue Rodrik, ¡°promover la globalizaci¨®n financiera¡±. El dinero se volvi¨® loco y empez¨® a moverse sin normas ni control. Y cuanto m¨¢s se mueve, m¨¢s dif¨ªcil es hacerle pagar impuestos. La izquierda paga ahora el precio de su indiferencia ante la presi¨®n enorme del nuevo orden liberal, creyendo que si aumentaba la riqueza, algo podr¨ªa redistribuirse. Pero lo que se distribuy¨® no fue riqueza, sino solo cr¨¦dito y lleg¨® 2008.
Comprender bien los riesgos de la globalizaci¨®n (y las consecuencias de la hiperglobalizaci¨®n financiera) es muy necesario, pero tambi¨¦n lo es comprender el enorme riesgo de una renacionalizaci¨®n que en absoluto promete coordinar los impuestos, ni controlar ese capital desregulado, sino m¨¢s bien competir con el vecino para ofrecerle a¨²n mejores condiciones. ?Qu¨¦ pol¨ªticas ofrecen los partidos nacionales para combatir la globalizaci¨®n financiera y sus monstruos? ?De qu¨¦ manera creen esos movimientos que podr¨¢n rehacer la deficiente estructura del euro? ?Se podr¨¢ frenar ese nuevo orden liberal con un nuevo orden nacional? Si mirando hacia atr¨¢s se piensa en el futuro, no se vislumbra otra manera de frenar ese nuevo orden econ¨®mico que en un marco multilateral. La Uni¨®n Europea, con sus evidentes defectos y sus muchos errores, podr¨ªa ser a¨²n, quiz¨¢s, el ¨²nico escenario real en el que intentar recomponer un pacto social y un orden internacional pac¨ªfico. Nada garantiza que se logre, pero tampoco tiene por qu¨¦ estar condenado al fracaso. Lo ¨²nico que lo est¨¢ es la renacionalizaci¨®n europea.
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