Construir el legitimismo

Para sorpresa de muchos, la nueva temporada de la serie sobre el desaf¨ªo secesionista en Catalu?a empieza la mar de interesante: mantiene alto el suspense pol¨ªtico y ha logrado ya superar el embrollo jur¨ªdico de la anterior, que se desarroll¨® a lo largo de cinco a?os bajo el kafkiano t¨ªtulo de El proc¨¦s. Bromas aparte, si tuviera que titular la nueva temporada apostar¨ªa por El legitimismo, cuya construcci¨®n se est¨¢ desarrollando en estos cap¨ªtulos iniciales. La hist¨®rica victoria de Ciudadanos como primera fuerza el 21-D no pudo evitar una nueva mayor¨ªa absoluta independentista en el Parlament. Sin embargo, el aut¨¦ntico giro de guion esa noche se produjo al situarse la candidatura de Carles Puigdemont, pr¨®fugo de la justicia espa?ola, por encima de la lista de Oriol Junqueras, con unos miles de votos m¨¢s y dos diputados de ventaja. El primero se libr¨® as¨ª del inmediato ostracismo, mientras el segundo vio escapar de nuevo su condici¨®n de favorito y se sumi¨® en un silencio a¨²n m¨¢s profundo desde la prisi¨®n de Estremera.

Pese a que el destituido president a punto estuvo de que le colgaran el sambenito de ¡°traidor¡± cuando negociaba convocar elecciones auton¨®micas para evitar la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155, su rocambolesca huida a B¨¦lgica no le penaliz¨® ni apenas le alcanz¨® la acusaci¨®n inicial de cobard¨ªa e insolidaridad con los exconsellers presos. Bien al contrario, le permiti¨® pasar de puntillas sobre su enorme responsabilidad por el fracaso de la v¨ªa unilateral. Su huida supo justificarla como la forma m¨¢s digna de salvaguardar la presidencia de la Generalitat de la intervenci¨®n del autogobierno. Desde esa pretendida pureza empez¨® a lanzar duras cr¨ªticas tanto a Espa?a como a la Uni¨®n Europea, hasta formar en torno a su figura un remolino de radicalidad que logr¨® condicionar el futuro del PDeCAT y el discurso m¨¢s realista de ERC. Mientras Junqueras adelant¨® en una carta a sus militantes que dif¨ªcilmente podr¨ªa asumir la condici¨®n de president desde la c¨¢rcel, por lo que se?al¨® a Marta Rovira como su sustituta, Puigdemont opt¨® por jugar a fondo la carta de que todo lo que no fuera restituirlo en el cargo era doblegarse al 155. La retirada de la euroorden que dict¨® el juez Pablo Llarena confirm¨® el acierto de su decisi¨®n de ¡°exiliarse¡± al tiempo que vendi¨® ese cambio de estrategia en el Supremo como una derrota de la justicia espa?ola frente a su personal desaf¨ªo. Pero si hay que fechar el nacimiento del legitimismo es el 7 de diciembre, tras la concurrida manifestaci¨®n convocada por las entidades soberanistas en la capital europea a mayor gloria de Puigdemont. Sus estrategas de campa?a lanzaron durante las semanas siguientes el mensaje de que la forma m¨¢s efectiva de oponerse a la intervenci¨®n del Gobierno espa?ol y de conseguir la libertad de los ¡°presos pol¨ªticos¡± era restituyendo al president leg¨ªtimo con el voto popular, victoria que inclu¨ªa una promesa de retorno.

Junqueras adelant¨® a sus militantes que dif¨ªcilmente podr¨ªa asumir la condici¨®n de ¡®president¡¯ desde la c¨¢rcel

JxCat logr¨® un resultado electoral espectacular en los feudos interiores de Girona, Vic, Solsona, Olot, Berga o Ripoll, y fue la primera fuerza en el 70% de los municipios catalanes, mayormente muy peque?os, mientras los republicanos tuvieron que conformarse con quedar por detr¨¢s de Ciudadanos en las ¨¢reas urbanas y metropolitanas, donde la lista del expresident qued¨® en cuarta o quinta posici¨®n. Por eso se ha dicho que el legitimismo coincide bastante con la geograf¨ªa del carlismo. El sorpasso de JxCat ahond¨® en el desconcierto de ERC, descabezada de liderazgos, y sin fuerza interna para oponerse a la exigencia de Puigdemont de ser investido aun sabiendo que, en el mejor de los casos, su elecci¨®n ser¨ªa solo simb¨®lica. Sin presencia f¨ªsica es imposible el acceso a la presidencia, avanzaron los letrados del Parlament y ha confirmado el TC. Los republicanos, como tambi¨¦n la direcci¨®n del PDeCAT, confiaban en que la causa perdida del expresident fuera un peaje inicial para despu¨¦s poder elegir un nuevo Govern. Sin embargo, el legitimismo se ha convertido en una fuerza que nadie en el independentismo se atreve a contestar, en una forma de llenar el vac¨ªo pol¨ªtico abierto tras el fracaso de la unilateralidad, en la expresi¨®n m¨¢s genuina de la desobediencia y, por supuesto, en un instrumento para canibalizar a ERC. El choque en las pr¨®ximas horas ¡ªo d¨ªas¡ª con el Estado va a alimentar la tentaci¨®n de llevar el pulso hasta el final, sin importar el escenario de unas nuevas elecciones porque precisamente pueden ser el instrumento para que el legitimismo alcance su apogeo. Menudo serial.

Joaquim Coll es historiador.