El factor Trump y la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos
No hay que ser agorero para ver los meses venideros con bastante escepticismo e inquietud
En el primer a?o de la presidencia de Donald Trump, los da?os causados por su Gobierno en el ¨¢mbito de las relaciones internacionales han sido menores de lo que se tem¨ªa. A pesar de su resonante ret¨®rica y sus tuits calificando al dictador norcoreano Kim Jong-un de ¡°peque?o hombre cohete¡±, el nuevo presidente estadounidense no ha iniciado ninguna guerra en la pen¨ªnsula coreana o en el mar del Sur de China. Tampoco ha habido conflicto en torno a Taiw¨¢n tras haber cuestionado la prolongada pol¨ªtica de Estados Unidos de ¡°una sola China¡±.
De hecho, lejos de pelearse con China, Trump parece haber entablado una relaci¨®n cercana y personal con el presidente chino Xi Jinping. Los l¨ªderes chinos no se pod¨ªan creer que una de las primeras medidas oficiales de Trump fue retirar a Estados Unidos del?tratado comercial con el Pac¨ªfico (TPP), que habr¨ªa excluido a China y reafirmado las normas de comercio occidentales en la regi¨®n de As¨ªa-Pac¨ªfico. Fue como si Trump hubiese querido hacer grande de nuevo a China, no a Estados Unidos.
Tampoco Trump ha iniciado una guerra comercial imponiendo?aranceles elevados para los productos importados por socios comerciales importantes como China, Alemania y Jap¨®n. A pesar de su negativa a recertificar el acuerdo nuclear con Ir¨¢n, este sigue en pie. Y quedan por verse las consecuencias de largo plazo de su decisi¨®n unilateral de reconocer a Jerusal¨¦n como capital de Israel.
Las expectativas de Trump de cooperar m¨¢s estrechamente con Rusia a costa de los aliados estadounidenses tampoco se han materializado, y la posici¨®n oficial de EE UU en el conflicto ucraniano no ha cambiado. Por supuesto, esto se debe en gran parte a la decisi¨®n del presidente ruso, Vladimir Putin, de interferir en las elecciones presidenciales de 2016, esto ha impedido a Trump reorientar la pol¨ªtica estadounidense hacia Rusia sin generar una tormenta pol¨ªtica interna.
De manera similar, a pesar de que Trump la calificara como ¡°obsoleta¡±, la OTAN en realidad ha cobrado fuerza y legitimidad a lo largo del a?o pasado, gracias al refuerzo militar ruso y la continuidad de la guerra en Ucrania oriental. No hay duda de que los europeos tendr¨¢n que cuidar m¨¢s de su defensa que en el pasado, pero eso no habr¨ªa sido muy diferente en un hipot¨¦tico Gobierno de Hillary Clinton (aunque el mensaje se hubiera amortiguado con t¨¦rminos m¨¢s amables).
Con todo lo dicho, los ¡°adultos en uniforme¡± de la Casa Blanca (el secretario de Defensa James Mattis, el asesor de Seguridad Nacional H. R. McMaster y el jefe de Gabinete John Kelly) han asegurado la continuidad de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos, y lo mismo parece ser cierto en la pol¨ªtica econ¨®mica y comercial.
?Significa eso que el mundo puede descansar con alivio? Por supuesto que no. Todav¨ªa pende un gran signo de interrogaci¨®n sobre la pol¨ªtica exterior estadounidense en la forma de Trump mismo. Es muy poco claro lo que desea, lo que sabe realmente y lo que sus asesores le cuentan o lo que callan. Puede que una pol¨ªtica exterior coherente no resista los cambios de ¨¢nimo y las decisiones espont¨¢neas de Trump.
Para empeorar las cosas, los despidos de la administraci¨®n en el Departamento de Estado han debilitado la pol¨ªtica de asuntos exteriores hasta casi llegar a lo estrictamente necesario para cumplir su funci¨®n. Y la Estrategia de Seguridad Nacional, publicada hace poco por la Casa Blanca, no da muchas m¨¢s seguridades. En un alejamiento con respecto a la posici¨®n oficial de Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001, EE UU ver¨¢ ahora su rivalidad con China y Rusia como potencias globales como la principal amenaza a la seguridad nacional y la paz mundial, en lugar del terrorismo por actores no estatales.
As¨ª, si se mira en retrospectiva al 2017, se tiene la impresi¨®n de que mientras la pol¨ªtica exterior estadounidense permaneci¨® en gran medida intacta, tambi¨¦n se ha vuelto completamente impredecible. Hasta ese punto, parece probable que 2018 sea un a?o de riesgos mucho mayores, especialmente dadas las tensiones en el Golfo P¨¦rsico y el L¨ªbano, la guerra en Siria, la lucha hegem¨®nica entre Arabia Saudita e Ir¨¢n, y las provocaciones en la pen¨ªnsula coreana.
En cuanto a la pen¨ªnsula coreana y el Golfo P¨¦rsico, el objetivo central debe ser impedir que dictaduras que amenazan la estabilidad regional y el balance de poder prevaleciente ganen acceso a armamento nuclear. Tal como est¨¢n las cosas, no se puede descartar el riesgo de una confrontaci¨®n militar con Corea del Norte o Ir¨¢n.
En el caso de Corea del Norte, que est¨¢ desarrollando r¨¢pidamente un misil bal¨ªstico intercontinental capaz de llegar al continente estadounidense, un conflicto as¨ª podr¨ªa incluso implicar el uso de armas nucleares. No hay nada en esta situaci¨®n que inspire optimismo, especialmente ahora que el presidente de EE UU es una persona en la que pocos pueden confiar y cuyas pol¨ªticas se deben adivinar de entre el fango de sus tuits.
De hecho, el factor Trump podr¨ªa ser la fuente m¨¢s significativa de incertidumbre en pol¨ªtica internacional este a?o. Estados Unidos sigue siendo la principal potencia del mundo y juega un papel indispensable en la preservaci¨®n de las normas globales. Si las pol¨ªticas estadounidenses son dif¨ªciles de predecir y si la conducta de Trump socava la fiabilidad del Gobierno de su pa¨ªs, el orden internacional estar¨¢ expuesto a un gran nivel de confusi¨®n.
A medida que Estados Unidos se aproxima a sus elecciones de mitad de mandato en noviembre, ser¨¢ importante considerar c¨®mo los acontecimientos pol¨ªticos internos pueden afectar su pol¨ªtica exterior. Si los republicanos pierden sus mayor¨ªas en alguna o ambas c¨¢maras del Congreso, y si Robert Mueller, asesor Especial en la investigaci¨®n sobre Rusia, presenta sus conclusiones m¨¢s o menos en esa ¨¦poca, Trump sentir¨¢ una r¨¢pida erosi¨®n de su poder.
As¨ª, la pregunta cr¨ªtica para 2018 es lo que har¨¢ Trump si se encuentra amenazado internamente al mismo tiempo que surge una crisis de pol¨ªtica exterior. ?Seguir¨¢n siendo capaces los ¡°adultos en la sala¡± de manejar su cargo? No hay que ser agorero para ver los meses venideros con bastante escepticismo e inquietud.
Joschka Fischer fue ministro de Relaciones Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005 y l¨ªder del Partido Verde alem¨¢n durante casi 20 a?os.
Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen
Copyright: Project Syndicate, 2018.
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