Encarar al c¨¢ncer

Sabemos que en los umbrales del siglo XXI ser diagnosticado de c¨¢ncer no implica la mayor de las condenas. Conocemos el aumento del ¨ªndice de supervivencia y que en Espa?a estamos cubiertos ante los embates econ¨®micos que representa afrontar la enfermedad. Sin embargo, todo ello no evita que al ser diagnosticados nos tiemblen las piernas, se nos quiebre la voz y pensemos en la muerte. En un mundo global en el que deber¨ªa abundar la solidaridad entre todos los pobladores, no se entienden las posturas que adoptan algunas farmac¨¦uticas aplicando m¨¢rgenes econ¨®micos prohibitivos que afectan no solo a los estratos sociales de rentas bajas, sino tambi¨¦n para las clases de mayores niveles de renta. Tambi¨¦n ante el c¨¢ncer, ser pobre es un h¨¢ndicap a?adido. Adem¨¢s de no poder hacer frente a las terapias que no cubren los sistemas p¨²blicos de salud, carecer de una dieta adecuada y una atenci¨®n permanente podr¨ªa dar lugar a una desigual supervivencia a la enfermedad. Asimismo, nuestro lugar de nacimiento y situaci¨®n socioprofesional siguen influyendo a la hora del diagn¨®stico, tratamiento y la posibilidad de, finalmente, poder ganar la batalla al c¨¢ncer.¡ª Jos¨¦ Solano Mart¨ªnez. Cartagena (Murcia).