McLuhan y la doble versi¨®n
Ahora sabemos que lo que el ¡®expresident¡¯ piensa es lo que escribi¨®, no lo que dice
Las confesiones de Puigdemont en el correo enviado a su exconsejero de Sanidad Toni Com¨ªn y recogidas por una c¨¢mara de televisi¨®n tienen un indudable inter¨¦s. Tambi¨¦n lo tienen sus matizaciones ulteriores a su difusi¨®n. Reconoce el expresident ser el autor de esos mensajes que explica como un desahogo en un momento de duda propio de cualquierser humano ante situaciones como las que est¨¢ viviendo. Pero ahora sabemos que lo que escribi¨® es lo que espontaneamente piensa, que es muy diferente de lo que dice.
El episodio recuerda la famosa escena de Annie Hall, la pel¨ªcula de Woody Allen, en la que su protagonista, Alvy, discute en la cola de un cine con un pedante que dice ser profesor universitario especialista en comunicaci¨®n sobre la obra de McLuhan. La discusi¨®n es zanjada por el propio semi¨®logo en persona, que sale de detr¨¢s de un cartel y dice: ¡°He o¨ªdo lo que dec¨ªa. Usted no ha entendido nada de mi trabajo. Tergiversa todo mi pensamiento¡±. Alvy cierra el episiodio volvi¨¦ndose hacia el p¨²blico para preguntar: ¡°?Se imaginan si la vida fuera tambi¨¦n as¨ª?¡±. Es decir, si las discusiones sobre lo que es verdad y lo que no pudieran resolverse mediante el reconocimiento por uno de haber tratado de enga?ar al otro.
Decir ¡°esto se acab¨®¡± en referencia al proceso independentista es reconocer el frascaso del intento. A lo que deber¨ªa seguir la aceptaci¨®n de la renuncia a presentarse a la investidura sin haber saldado antes sus deudas con la justicia. Pero ocurre que una de las caracter¨ªsticas m¨¢s llamativas del proceso es la referencia constante en los medios catalanes a la existencia de versiones de los hechos transmitidas en privado a periodistas o pol¨ªticos de otros partidos. La doble versi¨®n como rasgo distintivo aceptado por los agentes pol¨ªticos. Como si los que las difunden quisieran curarse en salud y contar con un aval ¡ª¡°yo ya lo dije¡±¡ª cuando esto termine.
Es el caso de Puigdemont, que ha arrastrado a muchos seguidores hacia el actual callej¨®n sin salida. La necesidad psicol¨®gica de haber dejado dicho que era consciente de la inevitabilidad de la derrota aunque no lo dijera en p¨²bico por responsabilidad: para evitar una desbandada incontrolada. Lo que conduce a otro de los mensajes: ¡°Volvemos a vivir los ¨²ltimos d¨ªas de la Catalunya republicana¡±. Es decir, la de Companys. As¨ª parece verse a s¨ª mismo: el pol¨ªtico perseguido por su defensa de la independencia catalana, refugiado en B¨¦lgica para dirigir desde all¨ª la resistencia. Por eso no puede entregarse y dejar descabezado el movimiento.
Porque los delitos de los que se le acusa (rebeldia o sedici¨®n y malversaci¨®n), son muy graves, pero tambi¨¦n son muy altas las penas que arriesga: de entre 15 y 25 a?os m¨¢s la inhabilitaci¨®n por el mismo tiempo en el primer caso y de entre 8 y 10 en el segundo, que ser¨ªan hasta 15 si se tratase de autoridades p¨²blicas. Rebeld¨ªa o sedici¨®n, y no rebeld¨ªa y sedici¨®n como se ha interpretado. J.?M.?Ruiz Soroa ya argument¨® hace meses que ambos tipos penales son alternativos, y no agregables. Unos mismos hechos pueden dar base a las acusaciones que despliegan los art¨ªculos 472 y 544 del C¨®digo Penal, pero no a la vez.
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