Presentes
La desmesura de la avaricia empuja como nunca para desvalorizar a los ancianos
Una de las tendencias m¨¢s idiotas de nuestro tiempo es la de reducir cada conflicto al enfrentamiento entre dos enemigos. La trinchera es la casa m¨¢s confortable para la pereza mental. ?ltimamente se ven algunos esfuerzos por enfrentar a los jubilados con la generaci¨®n m¨¢s joven, a la que se le repite que no podr¨¢ disfrutar de los privilegios de un retiro apacible cuando le llegue la hora, mientras tiene que mantener con su empleo precario las ventajas de las que disfrutan los ciudadanos m¨¢s envejecidos de hoy. Resulta muy sutil, pero el martilleo es constante, como si los viejos empe?ados en no morirse fueran una afrenta para las aspiraciones econ¨®micas y sociales de los j¨®venes. Incluso se ha llegado a escribir que los pensionistas mantienen con su voto a los viejos partidos como si ellos votaran por est¨ªmulos ego¨ªstas distintos a los que vota el resto de la poblaci¨®n.
Esto no pasar¨ªa de ser una an¨¦cdota si no sirviera para encubrir la verdad: que muchos pensionistas espa?oles no s¨®lo viven con recursos miserables, sino que adem¨¢s los exprimen para mantener a sus familias, hundidas en la precariedad. En d¨ªas pasados hemos visto a un grupo de ancianos que denunciaban en los medios el acoso inmobiliario en la Colonia Banesto, una serie de codiciados pisos a los que la empresa propietaria quiere dar salida al mercado. Molesta el bicho de dentro, que es la jerga popular que se usa para definir a los inquilinos de avanzada edad. La desmesura de la avaricia empuja como nunca para desvalorizar a los ancianos, de hecho, en las balanzas fiscales empiezan a pintarse como un punto negro al que se refieren los t¨¦cnicos de manera abierta, como cuando se empez¨® a decir que tanto pinar era innecesario y que los parques naturales molestaban para el desarrollo urban¨ªstico del turismo de playa. Sirvi¨® para arramblar con todo.
Las preferentes bancarias fueron un producto dise?ado para descapitalizar a ciertos ancianos que no mov¨ªan como era debido sus ahorros en el casino financiero. El sistema de salud los maneja como una losa que impide ofrecer datos chiripitifl¨¢uticos sobre lo bien que va la sanidad p¨²blica. Es todo mentira, se trata de convertir a los viejos en enemigos del presente. Pero ellos no son culpables de nada. La insolvencia gestora, la falta de planificaci¨®n poblacional de quien ara?a votos apelando a los muros fronterizos por miedo al extranjero y los que someten a la mujer en el mercado laboral a la imposibilidad de una maternidad racional son los verdaderos culpables, gozan de poder y est¨¢n en la flor de la edad.
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