Conviene recordar a Clara Campoamor
Fue la ¨²nica sufragista en el mundo que logr¨® el voto femenino desde la tribuna de un Parlamento
Clara Campoamor naci¨® a destiempo. Vio la luz el 12 de febrero de 1888, hace ahora 130 a?os, en un humilde hogar del actual barrio madrile?o de Malasa?a y en una Espa?a que consideraba a la mujer mero ap¨¦ndice del hombre y discut¨ªa por entonces si ten¨ªa o no derecho a la educaci¨®n. Su casa estaba a poco m¨¢s de un kil¨®metro del Congreso de los Diputados y su vida a una distancia sideral que tard¨® en recorrer 43 a?os. Los que emple¨® en buscarse la vida desempe?ando los oficios m¨¢s diversos despu¨¦s de que una orfandad prematura la apartase de la escuela. No se resign¨® a aquel destino. Recuper¨® el tiempo perdido cumplidos ya los 32 y en poco m¨¢s de cuatro a?os estudi¨® bachillerato, la carrera de Derecho y abri¨® su bufete. Espa?a viv¨ªa entonces en la dictadura de ¡°hombres recios¡± de Primo de Rivera, pero ella no ocultaba su ideal republicano: ¡°?Rep¨²blica, siempre rep¨²blica!¡±, le respondi¨® a un periodista que le plante¨® el dilema.
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Por eso, cuando se proclam¨® en abril de 1931 quiso estar en la sala de m¨¢quinas del nuevo r¨¦gimen para intentar consagrar el principio democr¨¢tico de la igualdad entre hombres y mujeres. Consigui¨® su esca?o en las filas del Partido Radical. Particip¨® en la comisi¨®n que redact¨® la Constituci¨®n. Y defendi¨® en el pleno el sufragio femenino en un memorable debate frente a 470 hombres y una sola mujer, Victoria Kent, que a ¨²ltima hora renunci¨® a apoyarlo por razones de oportunidad: la mujer merec¨ªa el derecho pero a¨²n no estaba preparada para ejercerlo. Lo hizo adem¨¢s frente a los compa?eros de su propio partido que enarbolaron la bandera de la igualdad en la hora de las promesas y la arriaron en el momento del compromiso, dej¨¢ndola sola. Se dice que Clara Campoamor logr¨® el voto para las mujeres espa?olas, pero fue algo m¨¢s lo que hizo. Aquella mujer, aquel 1 de octubre de 1931, consigui¨® que nuestro pa¨ªs fuese, por primera vez, una democracia plena. La ¨²nica sufragista en el mundo que lo logr¨® desde la tribuna de un parlamento gracias a aquellas peculiares elecciones constituyentes del 31 en las que las mujeres no pod¨ªan votar pero s¨ª ser elegidas.
Clara fue desmontando cada uno de los argumentos de los diputados: no pod¨¦is construir una rep¨²blica democr¨¢tica sin la mitad de la ciudadan¨ªa
En aquel hist¨®rico debate tuvo que escuchar cosas como que la mujer no pod¨ªa votar por ser criatura esencialmente hist¨¦rica y sumisa, dominada en su voluntad por el marido, el padre o el sacerdote. O que podr¨ªa hacerlo, s¨ª, pero a los 45 a?os, la ¡°edad cr¨ªtica¡± en la que la con la llegada de la menopausia adquir¨ªa la suficiente serenidad de esp¨ªritu como para ejercer tan importante derecho. Clara fue desmontando cada uno de los argumentos frente a la ola de ¡°histerismo masculino¡±, desmintiendo con s¨®lidos argumentos las absurdas premisas y situando a los diputados frente a su propio espejo: no pod¨¦is construir una rep¨²blica democr¨¢tica sin la mitad de la ciudadan¨ªa, no comet¨¢is un error que no tendr¨¦is suficiente tiempo de llorar, les dijo.
Clara Campoamor logr¨® ganar la votaci¨®n. Las mujeres pudieron votar en 1933 y, paradojas de la vida, ella no fue elegida. Como adem¨¢s triunf¨® la derecha, cargaron sobre Clara y sobre las mujeres la culpa de aquel giro pol¨ªtico. Cuando en 1936 gan¨® el Frente Popular, nadie le pidi¨® disculpas. El resto de la historia es conocida: un largo exilio, el olvido y la muerte lejos de su pa¨ªs, tres a?os antes de que falleciera en la cama el dictador que puso fin a su sue?o y al de varias generaciones de espa?olas. La nueva democracia no la reivindic¨® de inmediato, pero ninguna diputada de las Cortes Constituyentes del 78 tuvo que escuchar las barbaridades que a ella le escupieron en el 31. Porque nadie plante¨® entonces que la nueva democracia recuperada se pudiera construir sin las mujeres. Conviene no olvidarlo. Conviene no olvidarla.
Isa¨ªas Lafuente es periodista y autor de La mujer olvidada
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