Feminismo y gram¨¢tica
?Entender¨¢ y aceptar¨¢ Irene Montero que "portavoz" tiene dos g¨¦neros, masculino y femenino, y que esos dos g¨¦neros se manifiestan en la concordancia y en la selecci¨®n del art¨ªculo precedente?
He visto el v¨ªdeo de Irene Montero. ¡°Ma?ana ¡ªdice en ¨¦l ante un micr¨®fono¡ª hay un acto [...] con diferentes portavoces y portavozas del grupo parlamentario confederal...¡±. No se percibe en la diputada ninguna vacilaci¨®n en el momento en que enlaza copulativamente las dos formas sustantivas ya c¨¦lebres, y s¨ª, instantes despu¨¦s de hacerlo, una lev¨ªsima sonrisa y cierto brillo en la mirada, propios de quien est¨¢ pensando en ese momento: ¡°La que voy a armar¡±.
Y vaya si la ha armado. Se ha recordado estos d¨ªas, y en efecto es muy similar, aquella ocasi¨®n en que otra joven pol¨ªtica solt¨®, tambi¨¦n provocadoramente, lo de ¡°los miembros y miembras¡±. Invito a recuperar las correspondientes im¨¢genes y se podr¨¢ comprobar que la entonces ministra Bibiana A¨ªdo tambi¨¦n se estaba tronchando de risa por dentro ante lo que acababa de decir.
Uno casi se alegra de que se produzcan estas excentricidades, si llevan a los ciudadanos a reflexionar un momento sobre el complejo funcionamiento de su lengua, y si dan pie a hacer un poquito de pedagog¨ªa. Intent¨¦moslo, del modo m¨¢s sencillo posible.
Debe de ser frustrante la pretensi¨®n de sacar punta a esto desde el feminismo y no desde la gram¨¢tica
Los nombres que designan persona (o, m¨¢s ampliamente, seres animados) podemos dividirlos en tres grupos. Unos (grupo A) ¡°flexionan¡±, es decir, tienen distintas terminaciones para el masculino y el femenino (el ministro / la ministra, el presidente / la presidenta, el jefe / la jefa, el profesor / la profesora, etc.). Otros (grupo B), aunque tienen una forma ¨²nica, s¨ª tienen tambi¨¦n dos g¨¦neros, masculino y femenino, solo que esos dos g¨¦neros se manifiestan exclusivamente a trav¨¦s de la concordancia, empezando por la que el art¨ªculo refleja (el artista / la artista, el modelo / la modelo, el cantante / la cantante). Un tercer grupo (C), muy interesante, es el de los llamados nombres epicenos: tienen un ¨²nico g¨¦nero (masculino o femenino) y una ¨²nica concordancia, pero pueden referirse a individuos de uno u otro sexo. Por cierto, muchos de ellos son de g¨¦nero gramatical femenino, por m¨¢s que puedan referirse a hombres y mujeres: una persona, una criatura, una v¨ªctima...; entran aqu¨ª tambi¨¦n bastantes nombres de animales: lince, gorila, cocodrilo... Este tercer grupo lo dejaremos ahora al margen, porque el litigio en lo que se refiere a la adscripci¨®n de portavoz se produce entre los grupos A y B. Pero perm¨ªtaseme mostrar tan solo de pasada que en este texto: ¡°El atracador apu?al¨® al cajero, Manuel P¨¦rez; la v¨ªctima qued¨® tendida en el suelo¡±, un sustantivo femenino, v¨ªctima, que incluso arrastra a concordar consigo al participio tendida, se refiere a un individuo de sexo masculino. Magra compensaci¨®n, es cierto, a la prevalencia inclusiva del masculino. Pero compensaci¨®n al fin. Que ayuda a no identificar ¡°g¨¦nero gramatical¡± y ¡°g¨¦nero natural¡±, es decir, sexo.
La lengua espa?ola tiende a la flexi¨®n, es decir, a la pauta que marca el grupo A. Pero la casu¨ªstica es muy compleja, y, por m¨¢s que la mayor¨ªa de los que terminan en -o flexionan, hay unos pocos que no lo hacen: miembro, modelo, piloto, genio, testigo (salvo en situaciones que buscan la hilaridad, como la estupenda escena en que Chus Lampreave, en una pel¨ªcula de Almod¨®var, proclamaba ser ¡°testiga de Jehov¨¢¡±). N¨®tese, incidentalmente, que la tendencia a la flexi¨®n en los sustantivos en -o es tan acusada que puede llegar a arrastrar a ella a formas resultantes de un acortamiento: as¨ª, no son imposibles endocrina (frente a la endocrino) u otorrina (frente a la otorrino), en las respectivas formas apocopadas de endocrin¨®logo / endocrin¨®loga y otorrinolaring¨®logo / otorrinolaring¨®loga.
Irene Montero actu¨® con cierta l¨®gica gramatical al ensayar la flexi¨®n en un sustantivo terminado en -z, a la vista de los precedentes que la lengua le ofrec¨ªa como posibles modelos, es decir, a la vista del comportamiento de otros sustantivos terminados en la misma consonante. Hay, que yo sepa, cuatro: juez, aprendiz, rapaz y capataz. No hay duda de que rapaz flexiona (rapaz / rapaza), pero s¨ª la hay en los casos de aprendiz (me inclino resueltamente por aprendiza, pero veo en el Diccionario panhisp¨¢nico de dudas de la Academia un ejemplo de la aprendiz), capataz (v¨¦ase la entrada correspondiente del DLE) y por supuesto en el c¨¦lebre de jueza / la juez, en el que la vacilaci¨®n parece irremediablemente enquistada, enquistamiento, todo sea dicho, en el que a la Academia le cabe alguna responsabilidad. Pero este caso dar¨ªa para otro art¨ªculo.
Escribir ¡°los hablantes y las hablantes¡± no ser¨ªa feminista, solo prolijo. Y ¡°hablantas¡± ser¨ªa peor
Pues bien, vamos ya con el de portavoz. ?Por qu¨¦ pese a ser consustancial la flexi¨®n con lo que antes se llamaba el ¡°genio¡± de la lengua ¡ªy hoy muchos llamar¨ªan su ¡°ADN¡±¡ª, por qu¨¦, digo, resulta imposible un femenino portavoza, incluso para quienes resueltamente apoyamos en general los mecanismos flexivos y en particular la pertenencia al grupo A de los nombres terminados en -z (rapaza, aprendiza, capataza, jueza)? Muy sencillo: porque portavoz es un nombre compuesto, resultado de la uni¨®n de una forma verbal (de portar) y el sustantivo (femenino, por cierto) voz. La palabra no es morfol¨®gicamente opaca para el hablante, sino muy transparente: todos reconocemos en ella la presencia del sustantivo voz, y sabemos que este sustantivo (como los miles y miles de ellos que, sean del g¨¦nero que sean y terminen como terminen, designan cosa y no persona) no podr¨¢n nunca flexionar.
?Entender¨¢ y aceptar¨¢ Irene Montero que portavoz s¨ª tiene efectivamente, y eso es lo esencial, dos g¨¦neros, masculino y femenino, y que esos dos g¨¦neros, en la imposibilidad de manifestarse por medios flexivos, se manifiestan en la concordancia y en la selecci¨®n del art¨ªculo precedente? De hecho, si quer¨ªa dejar constancia de su rechazo a la muy c¨®moda y econ¨®mica predisposici¨®n del masculino ¡ªmasculino gramatical, no sexual¡ª para actuar como g¨¦nero no marcado, podr¨ªa haber dicho (yo no lo har¨ªa, ni le aconsejo que lo haga, en evitaci¨®n de una prolijidad engorrosa) ¡°los y las portavoces¡± o ¡°los portavoces y las portavoces¡±. Debe de ser frustrante la pretensi¨®n de sacar punta a estas cuestiones desde el feminismo en lugar de reflexionar serenamente sobre ellas desde el terreno en que solo cabe dilucidarlas, que es el de la gram¨¢tica. Qu¨¦ se le va a hacer. As¨ª es la lengua, cuyas normas (o preferencias normales) emanan del uso de los hablantes (con masculino que en la mente de todos en absoluto excluye a las hablantes), no de la Academia, ni de los gram¨¢ticos. Haber escrito yo ah¨ª ¡°los y las hablantes¡± o ¡°los hablantes y las hablantes¡± no ser¨ªa m¨¢s feminista, solo m¨¢s prolijo. Y haber escrito ¡°los hablantes y (las) hablantas¡± ser¨ªa algo peor: un disparate y una memez.
Pedro ?lvarez de Miranda es catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y miembro de la Real Academia Espa?ola.
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