El barre, el entrenamiento que arrasa en Estados Unidos
La bailarina Lotte Berk ide¨® en los cincuenta un tipo de entrenamiento que da un alegre y din¨¢mico giro al ballet y triunfa en EE UU.
ARRASA DE COSTA a costa de Estados Unidos y ya empieza a propagarse por nuestro pa¨ªs. El barre no tiene que ver con escobas, sino con barras, y no con las de los bares, sino con las de los estudios de ballet; y no, tampoco se trata de esos postes met¨¢licos por los que se deslizan y contonean con arte los strippers. Esto se acerca m¨¢s a los cuadros de Degas que al Bada Bing de Tony Soprano. Bueno, pero sin pasarse, porque no hay tut¨²s ni pianista; al fin y al cabo no hay un escenario como objetivo final, tan solo es un entrenamiento f¨ªsico que incide en estiramientos y ejercicios tomados de la disciplina del ballet cl¨¢sico. Esos pli¨¦s, m¨¢s elegantes que las sentadillas, y relev¨¦s, que vuelven a poner a prueba el equilibrio, estilizan m¨¢s que musculan y fortalecen los m¨²sculos abdominales, ese tan celebrado core (t¨¦rmino que lleg¨® con fuerza hace apenas una d¨¦cada a nuestros centros deportivos y, por ende, a nuestras vidas) que previene las lesiones de espalda. Sin core, ya se sabe, no eres nada.
Esos pli¨¦s, m¨¢s elegantes que las sentadillas, y relev¨¦s, que vuelven a poner a prueba el equilibrio, estilizan m¨¢s que musculan y fortalecen los m¨²sculos abdominales, ese tan celebrado core
Este nuevo giro del ballet cl¨¢sico, con un toque en¨¦rgico y francamente esforzado, causa furor desde hace una d¨¦cada en Manhattan. La bailarina espa?ola Mar¨ªa Jos¨¦ Serrano se form¨® hace dos a?os y destaca la energ¨ªa din¨¢mica que trae el barre. ¡°Todo va m¨¢s r¨¢pido que en el ballet cl¨¢sico, pero movernos al comp¨¢s de la m¨²sica trae alegr¨ªa al cuerpo¡±, se?ala. La explosi¨®n ha desembocado en distintas versiones del fitness que abarcan desde clases en las que se suda como si no hubiera un ma?ana, y se rebota en pli¨¦ y relev¨¦ a ritmo fren¨¦tico, hasta m¨¦todos m¨¢s pausados que combinan ejercicios de yoga, tambi¨¦n de pilates, otro m¨¦todo de entrenamiento muy relacionado con el ballet que ha arrasado en nuestras latitudes. Y si detr¨¢s del pilates se encuentran Joseph Hubertus Pilates; su esposa, Clara, y los bailarines y core¨®grafos a quienes entren¨®, en el origen del barre se encuentra la fascinante e irreductible Lotte Berk (1913-2003).
Hija de un rico comerciante jud¨ªo, qued¨® hu¨¦rfana de madre a los ocho a?os y desafi¨® los deseos paternos volc¨¢ndose en la danza moderna. Con su esposo y su hija Esther logr¨® escapar de la Alemania nazi y establecerse en Londres, donde altern¨® trabajos como modelo con su carrera como bailarina. En 1959 abri¨® un estudio en un s¨®tano de la calle M¨¢nchester y fue desarrollando unas clases de ballet para no profesionales. El m¨¦todo Lotte Berk, que acab¨® de cuajar tras visitar a un oste¨®pata por una peque?a lesi¨®n de espalda, atrajo a una selecta y fiel clientela que incluy¨® tanto a la escritora Edna O¡¯Brien como a Joan Collins. Cuentan que Barbra Streisand tambi¨¦n lo prob¨®, pero no acab¨® de sentirse c¨®moda con la lenguaraz Berk. Y es que, en el furor de los swinging sixties y en las d¨¦cadas siguientes, las clases de Lotte, en las que estaban vetados los hombres, ten¨ªan un marcado tono sexual. Bautiz¨® las posturas y ejercicios con nombres como el bid¨¦ franc¨¦s, la prostituta o el culo travieso, y salpicaba sus clases de historias sobre su atribulada vida amorosa. Su primer matrimonio fue abierto desde el principio y dur¨® 30 a?os. Ella dec¨ªa que se cas¨® siete veces pero solo dos con papeles. Seductora y competitiva hasta la m¨¦dula, su hija a¨²n recuerda lo mal que le sent¨® que ella decidiera proseguir con su m¨¦todo y su estudio. ¡°Ella siempre quer¨ªa ser la mejor, tener m¨¢s hombres¡±, cuenta al tel¨¦fono. ¡°Era divertida, traviesa, ingeniosa. Su m¨¦todo no ten¨ªa tanto que ver con la gimnasia como con sentir que fluyes, que est¨¢s viva, alegre¡±. Una de sus alumnas, Lydia Bach, llev¨® el m¨¦todo a Nueva York, donde se engancharon las actrices Candice Bergen y Ali McGraw, y de ah¨ª salt¨® a Connecticut y a San Francisco. El toque sexual de Berk se fue suavizando, pero su hija a¨²n mantiene el estudio, y tambi¨¦n la misma melena cuadrada con flequillo, ?marca inconfundible de su madre. A los 83 a?os, a¨²n presume de figura de bailarina.
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