La soledad
En los pa¨ªses desarrollados los ancianos han sido apartados del centro de la vida y desprovistos de la atenci¨®n de sus familiares
Cada vez hay m¨¢s gente que vive sola, y de ella la mayor parte son personas mayores. En los pa¨ªses m¨¢s desarrollados principalmente, la anomal¨ªa ya es epidemia y un problema que afecta cada vez m¨¢s a las sociedades y a los Gobiernos, que ven c¨®mo se disparan las psicopat¨ªas derivadas de ¨¦l as¨ª como el gasto p¨²blico encaminado a su amortiguamiento.
Hay una idea perversa que identifica modernidad con desinter¨¦s familiar, alentada por un capitalismo feroz m¨¢s que por un verdadero cambio moral de la sociedad. Las condiciones a las que el trabajo obliga, m¨¢s que la conversi¨®n de la virtud de la compasi¨®n en r¨¦mora, ha hecho que desde hace ya tiempo en los pa¨ªses desarrollados los ancianos hayan sido apartados del centro de la vida y desprovistos de la atenci¨®n de sus familiares. Abandonados en casas en las que se mueren solos (y no es una exageraci¨®n: la ¨²ltima, una anciana esta semana en Le¨®n, hallada dos meses despu¨¦s de morir) o en residencias que son aut¨¦nticos guardamuebles de viejos, esperan a Godot mirando la televisi¨®n y aguardando las horas de las comidas, lo ¨²nico que les pauta el d¨ªa y les distrae de su aburrimiento. La visita de sus hijos los domingos, si es que se da, lejos de consolarlos de su soledad la acrecienta.
En algunos pa¨ªses, como Reino Unido, la situaci¨®n ha llegado a tal punto que el Gobierno ha creado un Ministerio de la Soledad. Nada que ver con el de la Felicidad de But¨¢n. El Ministerio de la Soledad brit¨¢nico (en realidad una Secretar¨ªa de Estado) lo que pretende es solucionar un problema que cada vez se hace mayor y que sobre todo cada vez comporta m¨¢s gasto p¨²blico; un gasto que va in crescendo a la par que el n¨²mero de personas mayores que viven solas y que dependen de la atenci¨®n del Estado. La bola de nieve es ya tan enorme que las cifras de inversi¨®n en dependencia se disparan, lo que ha hecho saltar todas las alarmas entre los responsables del tema. O se le pone remedio o el gasto p¨²blico en soledad acabar¨¢ por ser el mayor de los presupuestos.
En cualquier caso, lo que menos preocupa al Gobierno brit¨¢nico, parece, es el problema humano de fondo. Por encima de las cifras econ¨®micas, el problema de la soledad tiene una dimensi¨®n humanista que deber¨ªa importar m¨¢s que aquellas, entre otras cosas porque a todos nos afecta o nos terminar¨¢ afectando. La soledad, la gran patolog¨ªa de nuestro tiempo, no es una idea rom¨¢ntica que hasta puede resultar atractiva en la voz de ciertos poetas sino ese jard¨ªn vac¨ªo en el que nada crece ni va a crecer excepto la pena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.