Espa?a, gran dictadura otomana
Tenemos libertad de expresi¨®n, de entrada suficiente para andar repitiendo a todas horas esa matraca del Estado autoritario donde no hay libertad de expresi¨®n
A los activistas del ¡®cuanto peor, mejor¡¯ se les ha aparecido un nuevo mantra: en Espa?a no hay libertad de expresi¨®n, como corresponde en una sociedad democr¨¢tica. Es la consigna estrella del momento, que circula por las redes con pasi¨®n trendy. Ahora que la inercia de recuperaci¨®n econ¨®mica parece haber mermado la eficacia del catastrofismo y que el asunto catal¨¢n est¨¢ en stand by con s¨ªntomas de agotamiento por hast¨ªo, ese parece el nicho de moda. En las ¨²ltimas horas Rufi¨¢n ha comparado Espa?a con Turqu¨ªa, otro tuitero ilustre con Marruecos, Anna Gabriel ha cuestionado que esto sea una democracia libre, y el fot¨®grafo Santiago Sierra ha citado la palabra ¡°dictadura¡±. De momento esta semana en particular Guardiola a¨²n no ha dicho que Espa?a es un estado autoritario, pero s¨®lo es jueves.
Por supuesto la libertad de expresi¨®n no es un asunto anecd¨®tico, y se hace necesario vigilar su temperatura, sobre todo cuando se suman episodios inquietantes ¨Cincluso la retirada de una obra en Arco, por m¨¢s que vendiera la milonga de los presos pol¨ªticos, o la decisi¨®n delirante en alg¨²n juzgado, como sucede a diario en tantos otros, con el libro Fari?a¨C y un Gobierno bajo sospecha desde la Ley Mordaza como recuerda Amnist¨ªa Internacional. Claro que elevar esto a Estado autoritario es una caricatura, que por supuesto, claro que s¨ª, excita a los cl¨¢sicos leyendanegristas del Espa?a es diferente, sin ver las claves del fen¨®meno global. La realidad es que en Espa?a hay libertad de expresi¨®n, de entrada suficiente para andar repitiendo a todas horas esa matraca del Estado autoritario donde no hay libertad de expresi¨®n. Digamos que esto no es lo t¨ªpico en Turqu¨ªa o Corea del Norte, sin ¨¢nimo de frustrar a Rufi¨¢n y otros tuiteros. En fin, parafraseando a D¨¹rrenmmatt: ?qu¨¦ tiempos estos en que hay que enfatizar lo obvio!
Por supuesto es inevitable la inquietud por ciertos episodios. El an¨¢lisis uno a uno, en todo caso, matiza las cosas. Por eso el discurso se est¨¢ haciendo en plan totum revolutum, mezclando a Junqueras, B¨®dalo, Santiago Sierra o Valtonyc. La mezcla falsea la realidad. B¨®dalo no fue a la c¨¢rcel ¡°por manifestarse¡± ni Junqueras est¨¢ en preventiva ¡°por querer un refer¨¦ndum¡±; y no se puede equiparar eso con la retirada injustificable de una obra de arte, algo que por cierto ha ocurrido tambi¨¦n en otros pa¨ªses en nombre del feminismo #MeToo. Desde luego es lamentable ver en Espa?a esa clase de censura que el nacionalismo catal¨¢n practica sistem¨¢ticamente en espacios culturales y en la universidad hace a?os (aqu¨ª el pintor Eduardo Arroyo lo pone negro sobre blanco) por cierto sin que a muchos de los ap¨®stoles improvisados de la libertad de expresi¨®n se les viera muy impresionados. Est¨¢ claro que algunos confunden la libertad de expresi¨®n con el ventajismo de trinchera.
Por dem¨¢s, en el caso de Valtonyc algunos medios han mentido con descaro oce¨¢nico para enturbiar el aire: ¡°condenado un rapero por decir que los Borbones son unos ladrones¡±. En una palabra: mentira. La sentencia incluye amenazas graves y enaltecimiento del terrorismo adem¨¢s de injurias a la corona. El cat¨¢logo de sus frases es b¨¢rbaro, un caso extremo incluso para quienes nos resistimos al c¨®digo penal. Y en esto, como en lo dem¨¢s, conviene empezar por decir la verdad. Pero, ya se sabe, estos delitos resultan graciosos cuando se dirigen al enemigo; no obstante, prueben a pasar de claque a destinatarios, y quiz¨¢ ver¨¢n que no resulta tan democr¨¢tico.
Ayer, incluso figuras ilustres del periodismo y otras disciplinas se sumaron al hasthtag #RapearNoEsDelito. En una palabra, por cierto la misma: mentira. Es un buen espejo en el que mirarse: cientos de raperos rapean a diario en Espa?a, y nadie condena la pr¨¢ctica del rap. Digan si quieren que las injurias, el enaltecimiento del terrorismo y las amenazas no deben ser delitos¡ pero, claro, eso es m¨¢s dif¨ªcil que la bobada del #RapearNoEsDelito. Resulta rid¨ªculo, y adem¨¢s peligroso, salir en defensa de la libertad de expresi¨®n mintiendo. Si se frivolizan los delitos, se acabar¨¢ contribuyendo a devaluar la propia libertad de expresi¨®n.
Claro que en el r¨ªo revuelto, los pescadores se frotan las manos, aqu¨ª sobre todo el entorno declinante del podemismo, a la busca de nuevos desastres, y el nacionalismo secesionista para el que todo vale. Pero el mantra del Estado autoritario, la patochada de la dictadura otomana, son caricaturas que de hecho est¨¢n logrando contribuir a distorsionar este asunto trascendental de la libertad de expresi¨®n hasta acabar por convertirlo en un retablillo esperp¨¦ntico que alejar¨¢ a cualquier inteligencia no dogm¨¢tica de esa barricada moral.
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