La comunidad adicional
La propuesta del Gobierno vasco es un plan Ibarretxe con diferencias pol¨ªticas notables
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La Disposici¨®n Adicional 1? de la Constituci¨®n establece que ¨¦sta ampara y respeta los derechos hist¨®ricos de los territorios forales, cuya actualizaci¨®n se llevar¨¢ a cabo en el marco de la propia Constituci¨®n. Es ¨¦sta una declaraci¨®n ins¨®lita para un texto racional normativo, pues abre la puerta del r¨¦gimen institucional al vendaval de la historia, a la pura facticidad. Ha sido objeto de variadas interpretaciones, entre las cuales la m¨¢s extravagante ¡ªpero tambi¨¦n m¨¢s influyente al ser adoptada por el nacionalismo hegem¨®nico¡ª defiende que dicha Disposici¨®n Adicional contiene una excepci¨®n total al resto de la Constituci¨®n. As¨ª, estos territorios no ser¨ªan una parte integrante de un todo llamado Espa?a, sino un anejo separado (una anexa parso fragmento) relacionado con ella por unos pactos que constituyen su propio ser hist¨®rico, en los cuales pactos (los derechos hist¨®ricos) se encontrar¨ªa su r¨¦gimen normativo completo y exhaustivo. La remisi¨®n de la propia Adicional al ¡°marco constitucional¡± no ser¨ªa m¨¢s que una vaga llamada a la unidad de la Corona y a poco m¨¢s. Para esta forma de pensar existe el r¨¦gimen del T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n espa?ola, por un lado, regulador de la integraci¨®n y convivencia del Estado y sus Comunidades Aut¨®nomas (nacionalidades o regiones), y por otro lado los derechos hist¨®ricos, que regulan por s¨ª solos la relaci¨®n con el Pa¨ªs Vasco y Navarra. A estos sujetos no se les aplica la Constituci¨®n, sencillamente est¨¢n exceptuados de ella.
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?Suena exagerado? Bueno, pues tal que as¨ª es tanto la m¨²sica como la letra de la propuesta que ha presentado el PNV para dise?ar el nuevo estatus (no ¡°Estatuto¡±) del pueblo vasco en relaci¨®n con Espa?a: tomar la Disposici¨®n Adicional 1? ad nauseam (la cita m¨¢s de veinte veces en seis p¨¢ginas) como ¡°percha¡± legal tan capaz como para colgar de ella un r¨¦gimen pol¨ªtico, jur¨ªdico y competencial que pr¨¢cticamente hace del Pa¨ªs Vasco un Estado laxamente confederado con Espa?a. Y es que la historia, bien le¨ªda, lo justifica todo. Y las historias, m¨¢s. Y lo que no justifica el pasado, lo soporta el principio democr¨¢tico entendido como decisi¨®n de la mayor¨ªa del sujeto vasco. Un sujeto que podr¨ªa en el futuro desconfederarse, aunque a ese paso no se le califique de autodeterminaci¨®n sino como decisi¨®n. ?Que c¨®mo llamaremos a este invento que, desde luego, no ser¨ªa una ¡°Comunidad Aut¨®noma¡±? ¡°Comunidad foral o nacional¡± sugiere el PNV; creo que lo m¨¢s adecuado a la letra y esp¨ªritu de lo que propone ser¨ªa ¡°Comunidad adicional¡±.
La propuesta se encarga cautamente de precisar que ser¨ªa un r¨¦gimen ¡°singular, ¨²nico y no generalizable¡±. Es decir, solo Pa¨ªs Vasco y Navarra pueden gozarlo porque solo ellos poseen formalmente la ¡°percha¡±. No cabe generalizarlo a ninguna otra regi¨®n, naci¨®n o estado de Espa?a, en puridad nada tiene que ver con la forma en que Espa?a quiera organizarse, de manera auton¨®mica, regional o federal. Eso es cosa de ella, lo de los territorios forales es adicional a Espa?a. En esto, el PNV se pone de antemano la venda ante el riesgo de la emulaci¨®n catalana o de la envidia de las regiones-tortuga, que podr¨ªa hacer naufragar su plan antes de botado. Pero, curioso cierre del bucle, es ¨²nico y particular porque lo estableci¨® as¨ª la Constituci¨®n: de forma que nos salimos de la ley pero gracias a la ley y respetando la ley.
En esencia estamos ante el plan Ibarretxe de hace quince a?os: derechos hist¨®ricos a la brava (la reintegraci¨®n foral plena de Sabino Arana) m¨¢s principio democr¨¢tico entendido como decisi¨®n unilateral de la mayor¨ªa de los vascos. Y sin embargo, pol¨ªticamente hay diferencias muy notables: la primera el simple hecho del paso del tiempo y de la desaparici¨®n del terrorismo. Y con ¨¦l, el abandono de la crispaci¨®n y el advenimiento del oasis. El oasis foral que tanto gust¨® siempre a los conservadores espa?oles desde C¨¢novas. Un precio peque?o para tanta paz. La segunda, que el plan no lo lidera ahora un Gobierno hirsuto y desafiante, sino un grupo parlamentario, con adem¨¢n sonriente, protestas de legalidad ante todo y una redacci¨®n abierta a la negociaci¨®n y al compromiso. Comparado con el proc¨¦s catal¨¢n, es pura miel para la meseta.
Que tales diferencias sean suficientes para hacer olvidar la radical exorbitancia constitucional de la propuesta est¨¢ por ver.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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