Palabra

El castellano no corre peligro, ni en Catalu?a ni en ninguna parte: al contrario, aumentan sus millones de hablantes. Son los ciudadanos de Catalu?a y de otras regiones quienes ven sus derechos constitucionales conculcados cuando se les niega o dificulta estudiar en la lengua de Espa?a, es decir, de su pa¨ªs. No viene al caso que el castellano pueda aprenderse tambi¨¦n fuera de la escuela (hay iletrados que aprenden a contar, sumar y restar en el mercado y sin embargo ense?amos a los ni?os aritm¨¦tica): no se trata de conocer la lengua, sino del derecho a utilizarla para aprender lo dem¨¢s y desarrollarse intelectualmente. Tampoco es una asignatura como cualquier otra: practicar uno o m¨¢s idiomas extranjeros es muy recomendable culturalmente, pero poder elegir en libertad el espa?ol para estudiar es fundamental para nuestra ciudadan¨ªa. Y no es cosa que nos otorgue ni pueda quitarnos un parlamento regional porque las autonom¨ªas no disponen los derechos constitucionales de los ciudadanos que viven en ellas.

Ahora ya a nadie se le oculta el prop¨®sito pol¨ªtico que hay detr¨¢s del doblegamiento del castellano y la hipertrofia del catal¨¢n en la escuela, la rotulaci¨®n, como requisito para determinados trabajos, etc¨¦tera. Es lo que el separatismo llama la ¡°construcci¨®n nacional¡± que pasa por la destrucci¨®n de la naci¨®n pol¨ªtica vigente. Con el pretexto de no dividir a los escolares, se les impone la unanimidad ling¨¹¨ªstica forzosa que intenta separarles del resto del pa¨ªs. Es un atropello que deber¨ªa haberse corregido hace mucho, con 155 o sin 155. Si no se hace tampoco ahora ?cu¨¢ndo? ?A qui¨¦n hay que pedirle permiso para que deje de vulnerarse la ley? Ah, y el catal¨¢n no necesita ¡°defensores¡± porque no tiene enemigos aunque le sobran los falsos amigos que lo usan para sojuzgar.