Muchos muertos, un dictador y un castillo
No hay mejor prueba que los Franco para demostrar que si se olvida el pasado, la impunidad llega al presente
El ¨²nico momento de gloria que nos ha concedido el Pazo de Meir¨¢s desde que Pardo Baz¨¢n dej¨® de escribir all¨ª sus novelas para que Franco pudiese firmar penas de muerte fue la boda de Jimmy Gim¨¦nez-Arnau, a la postre el ¨²nico asalto verdaderamente da?ino a la dictadura, si bien ya un poco tarde. Pero esa boda, en la que el marqu¨¦s de Villaverde acab¨® borracho jugando al tenis, no ha tenido sitio en el v¨ªdeo promocional con el que los Franco han puesto a la venta el Pazo siguiendo su tradicional modus operandi: poner precio a lo robado cuando ya no se puede disfrutar m¨¢s de ¨¦l. O como resumi¨® el marqu¨¦s, seguramente pidiendo ojo de halc¨®n: ¡°Llega un momento en que la vaca deja de dar leche y hay que com¨¦rsela¡±.
La inmobiliaria que colg¨® el v¨ªdeo promocional de Meir¨¢s s¨ª utiliz¨® para atraer compradores im¨¢genes del NO-DO y de Franco, que son un activo tur¨ªstico de primer orden. ¡°Aqu¨ª comienza la jornada del caudillo¡±, dice el v¨ªdeo, ¡°quien en las primeras horas de la ma?ana oye misa¡±. No dejan ni acabar la frase: la web colgada por avalancha de compradores. ¡°Despu¨¦s del desayuno, que hace en la intimidad, se retira a su biblioteca y se repasa la prensa local para luego despachar con sus ayudantes los temas de mayor urgencia¡±. Los temas de mayor urgencia no se detallan porque hasta en internet hay unos l¨ªmites; es obvio que nivel comercial llevamos tiempo tirando la casa por la ventana. Quien prefiera pagar una mansi¨®n frente a la playa de Aguete en lugar de vivir donde Franco escuchaba misa no sabe lo que es un verano de verdad.
Yo supongo que estoy reabriendo heridas, pero son heridas muy caras. ?sta de ocho millones de euros, concretamente. Ese m¨¦rito hay que otorg¨¢rselo a los Franco, y es un m¨¦rito ins¨®lito. Que la familia de un dictador viva en su pa¨ªs a todo tren con los millones amasados bajo el r¨¦gimen y que siga haciendo fortuna 40 a?os despu¨¦s con propiedades usurpadas no tiene tanto m¨¦rito como el haber conseguido que buena parte del pa¨ªs, y no una parte menor y no siempre ultra, considere que se?alar a su familia sea obsesionarse con Franco, denunciar la venta de Meir¨¢s sea volver a dar la matraca con el franquismo y desenterrar los muertos querer ganar la guerra.
No hay mejor prueba que los Franco para demostrar que si se olvida el pasado, la impunidad llega al presente. Porque lo curioso de tener un elefante en una habitaci¨®n no es pensar en ¨¦l. Lo curioso es no querer saber c¨®mo ha llegado aqu¨ª.
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