La insaciable vida sexual de Marlon Brando
Nuevas revelaciones destapan su voracidad. ¡°Debes saber que estoy loco¡±, les explicaba a sus secretarias cuando las contrataba, ¡°y tambi¨¦n que soy adicto al sexo¡±
¡°Brando se tirar¨ªa cualquier cosa. ?Cualquier cosa! Hasta a un buz¨®n de correos. A James Baldwin. A Richard Pryor. A Marvin Gaye¡±. El legendario productor y m¨²sico Quincy Jones redefini¨® hace un par de semanas en una entrevista en Vulture el concepto de ¡°para lo que me queda en el convento...¡± y aire¨® la vida sexual de Marlon Brando con tal desparpajo que al lector no le qued¨® m¨¢s remedio que subir la vista y releer el p¨¢rrafo anterior: ?pero cu¨¢l demonios era la pregunta? Era una sobre g¨¦neros musicales, lo cual llev¨® al chachach¨¢ y de ah¨ª a las juergas de Brando.
Los revolcones del Hollywood cl¨¢sico llevan d¨¦cadas generando cotilleos, leyendas urbanas y biograf¨ªas no autorizadas que sugieren que aquellas estrellas no hac¨ªan otra cosa. Una an¨¦cdota m¨ªtica de los sesenta cuenta que, durante una fiesta en su casa donde todos los invitados iban desnudos, Brando se pase¨® con un lirio en el trasero. Los amantes de Brando incluyen a los sospechosos habituales de la ¨¦poca: Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Ava Gardner, Rock Hudson, Grace Kelly y James Dean.
Brando era vulgar, se atiborraba de comida china, tarros enteros de manteca de cacahuete y rollos de canela. Y su actitud hacia el sexo era la misma: insaciable, voraz e imprudente
Las preguntas son: ?c¨®mo pod¨ªan sacar tiempo (y energ¨ªa) para rodar pel¨ªculas? y ?cu¨¢ntas horas al d¨ªa dorm¨ªa gente tan promiscua como Warren Beatty? La viuda del c¨®mico Richard Pryor (Illinois, 1940- California, 2005), Jennifer Lee Pryor, ha querido arrojar luz sobre estas inc¨®gnitas con la mejor frase del a?o aunque le queden diez meses: ¡°Eran los setenta, con la suficiente cantidad de coca¨ªna pod¨ªas follarte a un radiador y mandarle flores al d¨ªa siguiente¡±.
Marlon Brando (Nebraska, 1924 ¨C California, 2004) jam¨¢s tuvo reparos en definirse a s¨ª mismo como ¡°una bestia sexual¡± que ten¨ªa ¡°mujeres entrando por la puerta y saliendo por la ventana constantemente¡±. ¡°Debes saber que estoy loco¡±, les explicaba a sus secretarias cuando las contrataba, ¡°y tambi¨¦n que soy adicto al sexo¡±.
Tambi¨¦n confes¨® sin reparos haber tenido experiencias homosexuales. ¡°Nunca le he prestado demasiada atenci¨®n a lo que la gente piensa de m¨ª¡±, le explic¨® a Gary Carey para su biograf¨ªa El salvaje. Y a?adi¨®: ¡°Pero si alguien est¨¢ convencido de que Jack Nicholson y yo somos amantes, que siga pens¨¢ndolo. Me parece divertido¡±.

Y, sin embargo, cada revelaci¨®n de sus escarceos sexuales con hombres (y aparece una cada dos a?os) sigue siendo recibida con asombro, quiz¨¢ porque Brando ha pasado a la historia como el tipo m¨¢s viril que jam¨¢s ha pisado Hollywood (forj¨® tres c¨¢nones distintos: el del actor de m¨¦todo, el de la estrella indomesticable y el del objeto sexual masculino) y en ese relato no encaja que se acostase con varios hombres. Varios hombres negros.
Brando personific¨® el erotismo de la clase obrera desde su segundo papel, en Un tranv¨ªa llamado deseo (Elia Kazan, 1952). Irrumpi¨® en un Hollywood arrogante cuyas estrellas se hab¨ªan autoerigido como la aristocracia de la que Estados Unidos carece. Una ilusi¨®n colectiva donde Cary Grant caminaba con la certeza de que todos los hombres del mundo occidental iban a intentar imitarle. Y Marlon Brando vino, vio y venci¨® al hacer el amor a Cary Grant metaf¨®rica y (seg¨²n la leyenda) literalmente.
Brando era vulgar, se atiborraba de comida china, tarros enteros de manteca de cacahuete y rollos de canela. Y su actitud hacia el sexo era la misma: insaciable, voraz e imprudente. Una convulsi¨®n sexual surgida de una primera experiencia, a los 4 a?os, que hasta a Sigmund Freud le habr¨ªa parecido demasiado obvia. Tanto que el propio Brando la se?alaba como el principio de todas sus miserias. ¡°Cuando mi madre beb¨ªa¡±, recordaba el actor, ¡°desprend¨ªa una dulzura en su aliento que no encuentro vocabulario para describir¡±.
Sab¨ªa que era una v¨ªctima de sus propios impulsos, cuyo exceso le volv¨ªa un int¨¦rprete visceral, pero un hombre torturado, e intent¨® recrear ese escenario de posesi¨®n: necesitaba sentir que cada una de las mujeres con las que se acostaba eran de su propiedad
La se?ora Brando abandon¨® a su marido, tambi¨¦n alcoh¨®lico y abusivo, y a sus tres hijos. Y los dej¨® a cargo de una ni?era. Ermie, la ni?era (de ascendencia danesa e indonesia), dorm¨ªa con el peque?o Marlon. Ambos desnudos. ¡°Una noche me sent¨¦ junto a ella, observando su cuerpo y acariciando sus pechos¡±, rememor¨® Brando en el documental Listen to me Marlon. ¡°Me tumb¨¦ encima de ella, era solo m¨ªa, me pertenec¨ªa solo a m¨ª¡±, a?adi¨®.
Brando consideraba que aquel despertar sexual no consumado le distanci¨® para siempre del mundo real. ¡°Me pas¨¦ el resto de mi vida busc¨¢ndola¡±, confes¨®. Cuando Ermie le dijo que se marchaba de viaje (en realidad, estaba abandonando su trabajo para casarse), Marlon se sinti¨® abandonado por otra mujer. Sus sentimientos de posesi¨®n hacia Ermie, similares a los que siente un ni?o hacia su madre, crearon una frustraci¨®n traum¨¢tica que el actor se pas¨® la vida intentando satisfacer.
¡°Brando describi¨® aquella experiencia con mucha inocencia, pero su hermana sugiri¨® que el episodio fue inapropiado y que la familia lo consider¨® un abuso por parte de la ni?era¡±, explica a ICON la autora de Brando's smile, Susan L. Mizruchi. ¡°Este episodio llev¨® a Brando a esa actitud compulsiva hacia el sexo: quer¨ªa practicarlo todos los d¨ªas y cuanto m¨¢s mejor. La ni?era era morena, con aspecto ex¨®tico, y Brando se sinti¨® atra¨ªdo por mujeres de f¨ªsico similar toda su vida¡±, se?ala Mizruchi.
El actor sab¨ªa que era una v¨ªctima de sus propios impulsos, cuyo exceso le volv¨ªa un int¨¦rprete visceral, pero un hombre torturado, e intent¨® recrear ese escenario de posesi¨®n: necesitaba sentir que cada una de las mujeres con las que se acostaba eran de su propiedad.

Truman Capote, en un art¨ªculo publicado en New Yorker en 1957, cit¨® a la abuela de Brando en una an¨¦cdota aparentemente inofensiva que, como siempre con Capote, no lo era en absoluto: ¡°De adolescente, Marlon siempre intentaba ligarse a las chicas bizcas¡±. Un patr¨®n que, con el paso de los a?os, se ir¨ªa corrompiendo. ¡°No solo ten¨ªa un f¨ªsico predilecto, tambi¨¦n ten¨ªa una preferencia psicol¨®gica¡±, contin¨²a Mizruchi. ¡°No se sent¨ªa atra¨ªdo por las personas estables: en mi investigaci¨®n encontr¨¦ 22 mujeres que hab¨ªan mantenido relaciones con ¨¦l y que o se hab¨ªan suicidado o lo hab¨ªan intentado¡±, se?ala la bi¨®grafa.
¡°Me miraba con una intensidad que me hac¨ªa sentir d¨¦bil¡±, explicaba su primera mujer, Anna Kashfi, a quien el actor fue infiel desde el principio. Brando se cas¨® tres veces, todas ellas por embarazos, y tuvo 11 hijos reconocidos y un n¨²mero incalculable de ileg¨ªtimos. ¡°Nunca pudo limitarse a una mujer, ten¨ªa una necesidad y el ¨¦xito y el poder le permit¨ªan mantener relaciones con quien quisiera¡±, asegura Mizruchi. Y s¨ª, eso inclu¨ªa a Richard Pryor, a Marvin Gaye y a James Baldwin.
¡°Ten¨ªa muchos intereses en com¨²n con la comunidad negra. Tom¨® clases de baile con Lena Horne y le encantaba tocar los bong¨®s. Esta afici¨®n le atrajo hacia artistas como el m¨²sico Miles Davis o el escritor James Baldwin¡±, explica Mizruchi. Y a?ade: ¡°Es incuestionable que en un momento dado se acost¨® con Baldwin: para Brando la amistad pod¨ªa evolucionar en sexo con facilidad. Sent¨ªa mucho amor por ¨¦l. Le encantaban las mujeres. Si tuvi¨¦ramos que colgarle una etiqueta ser¨ªa la de heterosexual, pero, por otra parte, era muy sensual y entend¨ªa que el apetito y los sentimientos sexuales no ten¨ªan l¨ªmites¡±.
¡°No se sent¨ªa atra¨ªdo por las personas estables: en mi investigaci¨®n encontr¨¦ 22 mujeres que hab¨ªan mantenido relaciones con ¨¦l y que o se hab¨ªan suicidado o lo hab¨ªan intentado¡±, se?ala a ICON su bi¨®grafa
Fue la primera estrella de Hollywood en interpretar a un hombre homosexual en Reflejos de un ojo dorado (John Huston, 1967) junto a Elizabeth Taylor (quien Brando asegur¨® que nunca le atrajo porque ¡°ten¨ªa el culo demasiado peque?o¡±, casi tan poco elegante como aquella otra ocasi¨®n en la que describi¨® que ¡°Sofia Loren ten¨ªa el aliento de un dinosaurio¡±), pero el estudio dej¨® morir la pel¨ªcula para evitar controversia.
¡°Marlon Brando fue de los pocos en defender al escritor Tennessee Williams y denunciar la crueldad con la que la comunidad cr¨ªtica le despreciaba porque era homosexual. En una entrevista en The Today Show ley¨® varias cr¨ªticas hacia el trabajo de Williams que inclu¨ªan apreciaciones hom¨®fobas para atacar su obra¡±, recuerda Mizruchi.
El miedo y el nerviosismo marcaron su relaci¨®n con James Dean, nunca confirmada, siempre fascinante. La biograf¨ªa James Dean: Tomorrow Never Comes recoge declaraciones de testigos que aseguran que ambos mantuvieron una relaci¨®n sexual sadomasoquista. El escritor Stanley Haggart recuerda c¨®mo Dean mostraba orgulloso quemaduras en su cuerpo, asegurando que se las hab¨ªa hecho Brando con cigarrillos.
Susan L. Mizruchi sugiere que probablemente ambos actores mantuvieran relaciones sexuales. Brando siempre lo neg¨®, incluso cuando en 1976 reconoci¨® sus escarceos con hombres porque ¡°ahora la homosexualidad est¨¢ de moda y ya no le escandaliza a nadie¡±.
¡°Nunca pudo limitarse a una mujer, ten¨ªa una necesidad y el ¨¦xito y el poder le permit¨ªan mantener relaciones con quien quisiera¡±, asegura Mizruchi. Y s¨ª, eso inclu¨ªa a Richard Pryor, a Marvin Gaye y a James Baldwin
¡°James Dean era un perrito faldero detr¨¢s de Brando: le reverenciaba, se sent¨ªa intimidado por ¨¦l, igual que el planeta entero se sent¨ªa intimidado por Brando¡±, explica Mizruchi. ¡°Ten¨ªa una relaci¨®n extra?a con su propia fama, su poder y su autoridad. Sent¨ªa antipat¨ªa por la gente que le idolatraba demasiado y por eso creo que trataba con cierto desprecio a Dean, que le adoraba¡±, comenta la bi¨®grafa del actor.
Lo que s¨ª ocurri¨® fue un reencuentro adulto entre Marlon y Ermie, su ni?era. ¡°Cuando estaba representando Un tranv¨ªa llamado deseo en Broadway, con 23 a?os, ella fue a verle al camerino y le pidi¨® dinero¡±, cuenta Mizruchi. ¡°Por supuesto ¨¦l se lo dio, pero despu¨¦s confes¨® que aquel reencuentro le rompi¨® el coraz¨®n: ¨¦l estaba enamorado y ella era una persona muy importante para ¨¦l, pero solo quer¨ªa su dinero¡±. Para Ermie aquella relaci¨®n no signific¨® nada, pero a Brando le marc¨® de por vida.
Le convirti¨® en esa bestia sexual, insaciable, miserable, exuberante, con un deseo tan desbocado que, cuando empez¨® a escribir su autobiograf¨ªa, Las canciones que mi madre me ense?¨® (Anagrama, 1994), tuvo que llamar a Ursula Andress para preguntarle si alguna vez se hab¨ªan acostado.
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