Provocaciones
Otra ocasi¨®n de aprender en Hispanoam¨¦rica los recursos del espa?ol
Hace muchos a?os, en Bogot¨¢, me preguntaron amablemente: ¡°?Le provoca un tinto, maestro?¡±. Asent¨ª sin dudar, aunque result¨® que el tinto no era lo que yo cre¨ªa. Pero el verbo estaba empleado muy bien, porque provocar es ¡°despertar ira o deseo¡±. Otra ocasi¨®n de aprender en Hispanoam¨¦rica los recursos del espa?ol (ellos tienen raz¨®n, la marca es el espa?ol y Espa?a es una usuaria m¨¢s entre veintitantos pa¨ªses, no la propietaria). Record¨¦ la an¨¦cdota estos d¨ªas, cuando vocean su entusiasmo por la provocaci¨®n sin cortapisas los mismos que llaman a los GEO al o¨ªr un piropo. Por supuesto la finalidad del arte no es provocar, ni tampoco la de la ciencia (el primero que dijo que la tierra era redonda y daba vueltas result¨® muy provocador). La provocaci¨®n depende de la ignorancia o la ingenuidad del espectador: a quien la busca porque s¨ª, como primer objetivo, no le llamamos ¡°artista¡±. Si quiere provocar deseo, le inscribimos entre los porn¨®grafos; si prefiere la ira, le incluimos ¡ªjunto a los ultras que se pegan sin motivo¡ª en un grupo cuyo nombre empieza por ¡°g¡±, acaba con ¡°s¡± y no es GPS... Ejemplos: Santiago Sierra, Valtonyc...
El tribunal que conden¨® al rapero result¨® sin querer mucho m¨¢s provocador que ¨¦l, porque en Espa?a ¡ªsalvo los toros¡ª no hay provocaci¨®n mayor que hacer cumplir la ley. Esc¨¢ndalo may¨²sculo: vuelta al franquismo, la cultura en peligro... Por eso Rajoy, nada provocador, es reacio a cumplir la ley sin remilgos en la Catalu?a monoling¨¹e y monotem¨¢tica. Y en la equiparaci¨®n salarial entre sexos o polic¨ªas, mejor no se mete. Nada de provocaciones, no nos vaya a pasar lo de aquel chiste de Fontanarrosa: ¡°Nuestra propuesta teatral fue enigm¨¢tica, provocativa...¡±. ¡°?Y el p¨²blico respondi¨®?¡±. ¡°Respondi¨® que no pensaba ir¡±.
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