?Funciona!

La retirada t¨¢ctica de Puigdemont no ha logrado desbloquear la investidura catalana, que contin¨²a sin resolver a causa del veto de la CUP. Lo que se interpreta desde Madrid y Bruselas con explicaciones opuestas. ¡°Una farsa¡±, sentencia el portavoz del Gobierno. Y el expresident publica en Instagram una imagen de jaque de ajedrez a la que titula ¡°Puigdemont vs. Spain¡±. ?Qui¨¦n acierta en el encuadre, La Moncloa o Waterloo? Ambos, sin duda. Toda esta funci¨®n es una farsa incre¨ªble y absurda porque las razones del independentismo resultan delirantes. Pero, farsa o no, funciona, pues pese a todo su capital electoral permanece intacto. No hace falta siquiera que sus seguidores se crean lo que les cuentan, pero eso apenas importa, pues lo decisivo no es lo que les dicen sino que lo digan los suyos. Es la guerra medi¨¢tica de propaganda, y en la guerra, como en el amor, todo vale.

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Estamos en tiempos de guerra, ya sea real o figurada. Un clima b¨¦lico propiciado por la guerra fr¨ªa de Putin, con escalada de armamento nuclear, o la guerra comercial de Trump, con escalada de aranceles. Pues bien, el genio de Waterloo tambi¨¦n practica juegos de guerra, en este caso una guerra de independencia contra Espa?a. Afortunadamente se trata de una guerra de juguete, pac¨ªfica e incruenta, como siempre declaran ante el juez Llarena sus prisioneros de guerra. Pero las guerras no violentas cursan igual que las violentas. El gran soci¨®logo hist¨®rico Charles Tilly se preguntaba por qu¨¦ los poderes europeos se dedicaron durante siglos a hacerse la guerra entre s¨ª con violencia creciente. Y su respuesta fue: ¡°?porque funciona!¡±.

Antes de la democracia, la violencia era el arma m¨¢s eficaz como continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. Y en la democracia actual, que es la continuaci¨®n de la guerra civil por medios incruentos, ocurre lo mismo. La violencia sigue funcionando, aunque ya no sea una violencia b¨¦lica sino medi¨¢tica: es decir, simb¨®lica, como el poder del hombre que desaf¨ªa a Madrid desde Waterloo. Pues si la violencia b¨¦lica serv¨ªa para ocupar el teatro de operaciones militares, la violencia medi¨¢tica sirve para ocupar y copar las primeras planas, los titulares de televisi¨®n y las redes sociales. Y esa eficacia pol¨ªtica de la violencia b¨¦lica o medi¨¢tica es independiente de su justificaci¨®n legal o racional. La violencia b¨¦lica funciona igual aunque la guerra sea justa o injusta, defensiva o agresiva. Y la violencia medi¨¢tica tambi¨¦n es independiente de que su causa sea justa, basada en hechos ciertos, verdades racionales y actividades legales, o injusta, si est¨¢ hecha de posverdades, propaganda falsa y actividades ilegales. Pues lo ¨²nico que cuenta es que funcione en los medios de forma efectiva.

As¨ª que cuidado con la guerra de propaganda del estratega de Waterloo. Parece una farsa peregrina y fantasiosa, pero le permite llevar la iniciativa medi¨¢tica y dictar la agenda pol¨ªtica. Y, a juzgar por lo previsto, seguir¨¢ haci¨¦ndolo desde el imaginario ¡°Espacio Libre de Bruselas¡±, para condicionar a distancia las actuaciones del Parlament y del futuro Govern. Una supercher¨ªa, s¨ª. Pero funciona.