El libro del exmarido de la reina Letizia resucita fantasmas del pasado
Una novela de Alonso Guerrero cuenta c¨®mo la prensa le acos¨® y perdi¨® su anonimato con el anuncio de un compromiso que convirti¨® a una periodista en princesa
Han pasado m¨¢s de 14 a?os desde aquel 1 de noviembre de 2003 en el que la Casa del Rey anunci¨® el compromiso del heredero al trono, el pr¨ªncipe Felipe, con Letizia Ortiz, periodista, plebeya y divorciada. El camino hasta conseguir el permiso real no debi¨® ser f¨¢cil para la pareja porque las monarqu¨ªas han tardado en darse cuenta de que las sociedades vuelan alrededor de sus costumbres ancestrales y el cambio resulta inevitable y deseable.
Con el compromiso y la primera aparici¨®n oficial de la pareja, cinco d¨ªas despu¨¦s, en los jardines de La Zarzuela, ambos sonrientes y ella creyendo que podr¨ªa seguir siendo Letizia y decirle al futuro monarca titular que la dejase hablar sin que le llovieran las cr¨ªticas, tambi¨¦n surgieron los fantasmas del pasado. Porque todos tenemos un pasado pero para algunos es casi obligado que se conozca lo menos posible. Y la actual reina Letizia ten¨ªa uno, liberal, no declaradamente mon¨¢rquica y divorciada, es decir, con un exmarido real, con recuerdos reales, fotograf¨ªas reales y amigos reales que no conven¨ªa que se pusieran a hablar indiscriminadamente en un momento delicado para la real instituci¨®n.
Los medios de comunicaci¨®n ¨Calgunos de ellos¨C ten¨ªan una presa a conseguir: Alonso Guerrero, el exmarido de la futura reina de Espa?a, su antiguo profesor de instituto, el hombre al que estuvo unida durante a?os, con quien finalmente se cas¨® y de quien se separ¨® tras un a?o de matrimonio. C¨®mo se consigui¨® neutralizar ese tiempo antes del compromiso, es algo que permanece oculto, pero ahora cuando todo el mundo hab¨ªa olvidado esa etapa, el exmarido, profesor de literatura y escritor de escaso ¨¦xito, quiere exorcitar sus propios demonios y contar su parte de la historia en un libro, El amor de Penny Robinson. El protagonista se llama como ¨¦l y su amor de juventud se desdobla en dos personajes: Laura y Nen¨¦. Dos mujeres que se adivinan una: Nen¨¦, una joven seductora e inquietante que le enamora; Laura, una ex que le traiciona y a la que describe como alguien dispuesta a cualquier cosa despu¨¦s de su divorcio. El gancho est¨¢ servido porque resulta f¨¢cil buscar, tras este desdoblamiento de personajes femeninos, rasgos que se pueden atribuir a la reina Letizia.
El escritor se convierte en protagonista del libro ¨Cdel que solo circulan galeradas hasta que se publique el pr¨®ximo 12 de marzo ¨C y en un tono pretencioso se centra en describir c¨®mo vivi¨® aquellos momentos, cuando le ¡°robaron su vida¡± mientras empezaba oficialmente la de otra pareja. ¡°Mi presente no les interesaba porque exist¨ªa el riesgo de que fuera yo quien lo contase. Mi futuro a¨²n menos, pero el pasado era otra cosa. Pod¨ªan inventarlo, ensuciarlo o convertirlo en un despojo¡±, as¨ª se expresa Guerrero en el libro sobre s¨ª mismo.
En ¨¦l convierte a la prensa en el pimpampum de sus quejas: ¡°Los periodistas son los ¨²nicos que a¨²n ignoran que en este mundo no hay exclusivas. Hab¨ªa luchado por convertirme en escritor y de la noche a la ma?ana me vi convertido no en un tema, sino en un t¨®pico¡±. Las tertulianas de los programas del coraz¨®n tienen ¡°cortes de cara que me recordaban vagamente a la mula Francis. (¡) Aquella notoriedad que ellas mismas me adjudicaban no me parec¨ªa grande si no vac¨ªa. Me obligaba a vivir junto a un tel¨¦fono, dentro de una casa asediada¡±. Y los paparazis le parecen ¡°empleados de la perrera, con la ca?a y el lazo colg¨¢ndoles del cintur¨®n¡±.
V¨ªctima del acoso medi¨¢tico, con su vida privada ¡°arrebatada de un zarpazo (¡) por una fotograf¨ªa tomada con un m¨®vil por un desconocido desde el otro lado del cristal de un escaparate¡±. As¨ª se sinti¨® Alonso Guerrero, el protagonista de El amor de Penny Robinson, que confiesa que cuando a lo largo de su vida hab¨ªa tenido que emplear una contrase?a, siempre hab¨ªa utilizado la misma: ?Viva la rep¨²blica!
Pero adem¨¢s de sus quejas hay recuerdos de dos mujeres, de dos etapas. Y en este punto no dice nada pero dejan que se adivinen cosas. Habla de dos fotos de Laura desnuda tomadas por Alfonso, ¨¦l mismo: ¡°La conoc¨ª en 1989. (¡) Hab¨ªa sido yo quien tomo? la instant¨¢nea, aquel atardecer de verano, mientras ella dorm¨ªa. Record¨¦? haber buscado el encuadre durante mucho rato y, al despertar, hab¨ªa puesto el autom¨¢tico y me hab¨ªa fotografiado junto a ella, tan desnudo como ella. Pese a proceder con la frialdad de un artista, me pareci¨®? que despu¨¦s de haber cruzado el Sistema Solar, la luz de la persiana rayaba su piel como si supiera que no iba a tener mejor ocasi¨®n para pertenecer a este mundo¡±. Y contin¨²a: ¡°Por aquel entonces estaba enamorado de su bronceado, as¨ª que hice la foto. Las l¨ªneas bordeaban los hombros y ca¨ªan a la parte interna de los muslos como si la confundieran con un tragaluz. Sin embargo, no fue aquel cuerpo entre el sue?o y la vigilia lo que estimulo? mi memoria, sino los peque?os objetos que el azar hab¨ªa puesto en la fotograf¨ªa: los cuadros sobre el cabecero, el peque?o reloj abandonado en la mesilla y algunos de los libros que por entonces me obsesionaban. Promesas incumplidas que el amor utiliza para rodearse de eternidad¡±. ?l de nuevo como centro y protagonista.
Y de Laura salta a Nen¨¦, a quien describe como una obsesi¨®n. Una mujer muy joven, quiz¨¢ esa Letizia que conoci¨® cuando ella solo ten¨ªa 16 a?os: ¡°Estuve a punto de renunciar a la posteridad, por eso empec¨¦? a escribir mis memorias. Mirando mi vida, ella era un peque?o margen, igual que yo, una promesa sin asideros que no deseaba que fueran en su busca. La vi salir embutida en aquel gab¨¢n de cosaco debajo del cual iba casi desnuda. Era bella como un diluvio, pero desapareci¨®? bajo el sol de diciembre sin dejar rastro (...) Sin darme cuenta, hab¨ªa llegado a obsesionarme con sus ojos y su boca. Ambos permanec¨ªan en mi memoria por alguna raz¨®n. Quiz¨¢? los hab¨ªa visto en una portada de disco. Todas las mujeres que cantaban ten¨ªan esos ojos y bocas, aunque cada una destilaba con ellos una mirada distinta, y daba besos tan diferentes como sellos de lacre. Nene? lo sab¨ªa, por eso quer¨ªa la fama¡±.
Puede que el libro calme las heridas de un tiempo pasado, puede que sea ficci¨®n o realidad, pero no hay duda de que volver¨¢ a reavivar el inter¨¦s dormido de "tertulianas con cara de mula Francis" y "paparazis que parecen empleados de perrera". Que los lectores rebuscar¨¢n detalles de los personajes ficticios que puedan atribuir a f¨¦minas reales y que Alonso Guerrero tendr¨¢ que evaluar si el ¨¦xito ef¨ªmero de sus fantasmas, merecen la pena para alguien que parece presumir de no querer ser famoso por con quien vivi¨® a?os de pasado amoroso.
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