Motor de una nave m¨¢s humilde
Se recupera el eje franco-alem¨¢n en medio de la 'deserci¨®n' de socios importantes
Es una buena noticia saber que el eje franco-alem¨¢n se revitaliza. No es tan buena nueva comprobar que todo indica que va a estar extraordinariamente desasistido. Ha sido una semana agridulce para la Uni¨®n Europea. El voto favorable de las bases del partido socialdem¨®crata alem¨¢n SPD a la Gran Coalici¨®n permitir¨¢ lanzar las reformas y el refuerzo del bloque que reclama en Par¨ªs Emmanuel Macron, pero Italia ha demostrado con su voto a favor de populistas y euroesc¨¦pticos su desafecto por el proyecto. Tal vez sea inapropiado situar ambas realidades en la misma balanza por su distinto peso espec¨ªfico, pero si se ampl¨ªa el foco las amenazas al europe¨ªsmo ganan por goleada.
Con ese enfoque ampliado, la realidad es que la UE sufre la rebeli¨®n de algunos pa¨ªses del Este, una corriente antirreformista de ocho pa¨ªses del norte capitaneados por Holanda y, adem¨¢s, afronta la primera deserci¨®n de su historia; la de Reino Unido. Dentro de tal panorama, la desafecci¨®n creciente de Italia tiene un valor simb¨®lico excepcional porque fue un pa¨ªs fundador.
El voto del domingo pasado no es una sorpresa. Hace ya casi dos a?os, un an¨¢lisis del Pew Research Center confirmaba que los italianos no dejan de alejarse del proyecto. Despu¨¦s de los griegos, eran en 2016 los m¨¢s descontentos con la pol¨ªtica econ¨®mica europea y sus j¨®venes son m¨¢s antieuropeos que los mayores; lo contrario de lo que ocurre en el resto de la Uni¨®n. La austeridad impuesta por Bruselas y la percepci¨®n de que Italia no ha contado con la solidaridad esperada para gestionar el masivo flujo de inmigrantes y refugiados ha terminado por completar el cuadro.
Hoy Europa cuenta todav¨ªa con seis grandes pa¨ªses en los que habitan el 70% de los ciudadanos europeos. Reino Unido est¨¢ haciendo las maletas, Italia se aparta, Polonia ha emprendido una deriva antieuropea y antidemocr¨¢tica y Espa?a peca de incomparecencia de sus l¨ªderes. Felipe Gonz¨¢lez demostr¨® que no hace falta ser muy rico y muy grande (en t¨¦rminos demogr¨¢ficos) para hacer pol¨ªtica europea. Desde entonces, ning¨²n presidente del Gobierno ha seguido sus pasos y la voz de Mariano Rajoy es inaudible en Europa. Quedan solo Francia y Alemania para sostener el proyecto.
El pacto alem¨¢n es europe¨ªsta, pero las corrientes que lo suscriben ¡ªconservadores y socialdem¨®cratas¡ª salieron debilitadas de las elecciones de septiembre y puede que su acuerdo sea solo una pr¨®rroga de un par de a?os para la canciller Merkel. En Francia, Emmanuel Macron mantiene un liderazgo fuerte y estable, pero el euroesc¨¦ptico Frente Nacional gan¨® las ¨²ltimas europeas y qued¨® finalista en las presidenciales. Al motor franco-alem¨¢n, en definitiva, le aguarda una ardua tarea. Se enfrenta casi en solitario a las revisiones justo cuando m¨¢s se necesitan y quiz¨¢ deba adaptarse a una nave m¨¢s peque?a; un n¨²cleo duro que avance en la esencia europea, libre del lastre de unos cuantos.
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