Memoria y convivencia en Euskadi
ETA no empez¨® con el primer disparo de pistola, sino con las palabras que describ¨ªan un sue?o de purificaci¨®n nacional. A partir de los 90, la sociedad vasca empez¨® a rechazar el terror para exorcizar su pasado de silencio
ETA anunciar¨¢ este a?o su disoluci¨®n. Lo har¨¢ seis a?os despu¨¦s del abandono de la violencia. Por el camino quedaron m¨¢s de 800 personas asesinadas y un largo ciclo de extorsi¨®n, persecuci¨®n y muerte que marc¨® el contexto vital de varias generaciones de ciudadanos. Con esa estrategia de terror y de asesinatos selectivos, ETA trat¨® de elevar a categor¨ªa de total la visi¨®n particular que ten¨ªa sobre lo que deb¨ªa ser Euskadi. Mat¨® para instaurar ¡ªpor ejemplo, en palabras de Mar¨ªa Dolores Gonz¨¢lez Katarain, Yoyes¡ª¡°un deber de uniformidad¡±; para que toda la sociedad asumiera una idea obligatoria de lo vasco. La suya.
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El lento despertar de amplios sectores de la sociedad vasca, su progresiva movilizaci¨®n contra una forma de terrorismo sustentada en el apoyo de otros sectores de la misma sociedad, el trabajo de los grupos pacifistas, los acuerdos pol¨ªticos contra el terrorismo, empezando por el Pacto de Ajuria Enea, y especialmente el trabajo de las diferentes polic¨ªas y el ¨²ltimo proceso de paz dirigido por el Gobierno del presidente Zapatero, llevaron a la banda al reconocimiento de su incapacidad para continuar con su proyecto. En la tarde del 20 de octubre del a?o 2011 reconoci¨® su derrota; anunci¨® el cese definitivo de su actividad tras un largo recorrido que comenz¨® mucho tiempo atr¨¢s. Exactamente, 52 a?os antes.
Y no, ETA no empez¨® con el primer disparo de pistola. ETA empez¨® con las palabras. Con palabras que describ¨ªan un sue?o de purificaci¨®n nacional, que pretend¨ªan una idea enfermiza de Euskadi, sin contaminaci¨®n por pluralidad, homogeneizada en sentimientos identitarios, liberada de impurezas.
No comenz¨® con el estallido de la primera bomba, comenz¨® con el establecimiento de una narrativa de fronteras, con la se?alizaci¨®n del diferente y la diferenciaci¨®n del otro. Naci¨® y se sostuvo en la implementaci¨®n de un dogma rom¨¢ntico, en un lenguaje de extranjerizaci¨®n, en el dedo se?alizador del ¡°maqueto¡±, en un algoritmo ideol¨®gico al servicio de la diferenciaci¨®n entre vascos puros y quienes no lo eran a los ojos de ETA. Naci¨® en las palabras que defin¨ªan Euskadi como una geograf¨ªa sagrada, como un ideal puro de patria.
El riesgo de olvido es un precio que la sociedad vasca no puede pagar, que no debe pagar
Esa construcci¨®n te¨®rica de la diferencia, unida a la din¨¢mica de terror implantada por ETA, fue voluntaria o involuntariamente acompa?ada de una construcci¨®n social de la distancia, de aislamiento en determinados sectores, sociales y geogr¨¢ficos, de las personas se?aladas. Diferenciaci¨®n¡ªse?alizaci¨®n¡ªdistancia. Ese era el encadenamiento que anteced¨ªa al ¨²ltimo eslab¨®n; el atentado personal, el asesinato selectivo como paso ¨²ltimo de una cadena que empezaba mucho antes.
A finales de los a?os setenta y principios de los a?os ochenta, los atentados ten¨ªan por respuesta una amplia mayor¨ªa de silencio. Cientos de miles de vascos que no hablaban, que no hab¨ªan visto nada, que no hab¨ªan escuchado nada, vascos que invert¨ªan el flujo de sospecha hasta hacerlo recaer en la v¨ªctima; ¡°qui¨¦n le mandar¨ªa meterse en pol¨ªtica¡±, ¡°algo habr¨¢ hecho¡±. Vascos, en muchos casos, protagonistas de la famosa frase de Luther King; la indiferencia de las buenas personas.
Algunos a?os m¨¢s tarde, especialmente desde los a?os noventa, la sociedad vasca empez¨® a mostrar un rechazo mayoritario con el que exorcizar parte de su pasado de silencio y con el que terminar siendo clave en la aceleraci¨®n de los tiempos para acercar el final de la violencia.
Y hoy, seis a?os despu¨¦s de que esta llegara, el debate principal comienza a ser otro. Se observa, entre nosotros, una disyuntiva n¨ªtida en la deliberaci¨®n pol¨ªtica e institucional vasca; una vocaci¨®n de memoria frente a una tentaci¨®n de olvido. Disyuntiva que tiene un valor determinante y que debe ser resuelta en el marco de la reforma del Estatuto de Gernika. Momento en el que todas las fuerzas pol¨ªticas tienen una responsabilidad; zanjarla.
Diferenciar, se?alizar y distanciar. Tal era la cadena en cuyo ¨²ltimo eslab¨®n estaba el atentado
Porque es ah¨ª donde se tiene que defender que la comunidad vasca, a la hora de constituirse como tal, debe inspirarse, al menos en parte, en la memoria de las v¨ªctimas. De las v¨ªctimas de un terrorismo que no lleg¨® de fuera, sino que fue incubado dentro de la propia sociedad vasca. Expresarlo ¡ªy darle el m¨¢ximo rango jur¨ªdico¡ª es demostrar que Euskadi se sabe y se reconoce custodia de un legado del que no puede desprenderse. Un legado de vac¨ªo; el dejado por cada una de las personas que ETA asesin¨® a lo largo de sus cinco d¨¦cadas de actividad.
As¨ª es como tiene que protegerse a s¨ª misma, haci¨¦ndose cargo del significado y naturaleza de su pasado de sangre para establecerlo como mecanismo preventivo de repetici¨®n futura. Y desde ah¨ª, apostar por la implementaci¨®n de m¨¢s medidas en el campo de la educaci¨®n obligatoria y de pol¨ªticas p¨²blicas transversales para que las generaciones j¨®venes crezcan con consciencia plena de todo lo que su sociedad incub¨® y durante tanto tiempo sufri¨®. El riesgo de olvido es un precio que la sociedad vasca no puede pagar, que no debe pagar. Ojal¨¢ algunos de sus representantes institucionales no lo intenten recorrer en su apariencia de atajo porque en el intento de un olvido inferido no hay redenci¨®n alguna. Como mucho, una sospecha de culpa que no puede ser transferida al conjunto de la sociedad en lo que nos articula y define como comunidad.
La idea secularizada de Euskadi como una comunidad c¨ªvica, caracterizada por su pluralidad y con capacidad para la convivencia, es exactamente el pa¨ªs contrario al que ETA so?¨®. Sin duda, el mejor sendero de futuro para la sociedad vasca. Pero ese sendero solo se alcanza si se acepta que esa fue precisamente la idea de pa¨ªs amenazada y atacada. Nace de ah¨ª ¡ªde la institucionalizaci¨®n de la memoria¡ª el ideal c¨ªvico al que muchos de nosotros siempre hemos aspirado en Euskadi; convivir en un mismo espacio p¨²blico definido por pluralidad, paz y libertad.
ETA empez¨® con las palabras, s¨ª. Y la narrativa de lo que fue tambi¨¦n nos espera a todos en las palabras. Nos pregunta por cu¨¢les elegiremos. En las que elijamos para explicar su significado, en la importancia y rango que les otorguemos, est¨¢, en parte importante, el significado que nos damos a nosotros mismos como sociedad. Ah¨ª puede nacer tambi¨¦n nuestro blindaje ante el futuro como una comunidad de memoria y de convivencia. Sin posibilidad de vuelta atr¨¢s. Ojal¨¢ la sociedad vasca tenga suerte y el Parlamento vasco acierte.
Eduardo Madina es director de KREAB Research Unit, unidad de an¨¢lisis y estudios de KREAB en su divisi¨®n en Espa?a.
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