Creaci¨®n art¨ªstica y derecho de pernada
Los llamados galanes merecen respeto por su talento, pero entre sus privilegios no est¨¢ el de hacer pagar una especie de peaje a las mujeres
Detr¨¢s de la c¨¢mara corren nuevos tiempos: las cineastas luchan por la igualdad de salarios, por ampliar sus cuotas de poder y por contar otras historias que tambi¨¦n ocurren en la realidad y para que los poderosos hacedores del cine no las gocen, las manoseen y admiren sus partes pudendas a no ser que ellas den su consentimiento, y no tienen por qu¨¦ verse obligadas a prestarlo para iniciar con ¨¦xito su carrera art¨ªstica¡ Luchan por su dignidad, por ser alguien y no algo.
Otros art¨ªculos de la autora
El combate contra el abuso sexual y a favor de la participaci¨®n activa en los centros de poder del cine es un aldabonazo en la historia del feminismo que se extiende como un reguero de p¨®lvora desde Los ?ngeles al resto del primer mundo y puede llegar a ser un hito en la historia de la humanidad que la mujer alcance la dignidad, el libre desarrollo de su personalidad y la plenitud en el ejercicio de los derechos que como ser humano le corresponden; no otra cosa quiere el feminismo.
El movimiento Me Too nacido en 2017 como una denuncia contra el acoso sexual padecido por las actrices viene para quedarse y ha sido ya muy efectivo con la ca¨ªda de hombres poderosos antes impunes. Y ahora ?qu¨¦ sigue? Acabar con la impunidad de los delincuentes, el silencio de las v¨ªctimas y luchar contra la injusticia y la desigualdad de las que trae causa.
Pensando en las que no tienen se cre¨® un fondo de defensa legal, Times Up, destinado a ayudar a mujeres menos privilegiadas que las cineastas para defenderse de posibles abusos sexuales en su entorno laboral y de las consecuencias perniciosas derivadas de la denuncia. Adem¨¢s, se impulsa una legislaci¨®n para penalizar a las compa?¨ªas que no toman medidas contra el acoso persistente.
Se teme por la libertad de expresi¨®n cuando unos y otros utilizan los medios para exponer sus argumentos
Asombra que estos avances indubitados gracias al movimiento Me Too puedan causar pol¨¦mica.
Un grupo de francesas se apresuraron a lanzar un Manifiesto, Mujeres liberan otra voz, acaso para mostrar que de sexo nadie les da lecciones porque en esta materia tienen un prestigio consolidado. ?Qu¨¦ han dicho? La violaci¨®n es un crimen, pero el coqueteo insistente y torpe no es un crimen ni la galanter¨ªa es una agresi¨®n machista. Existe la libertad de molestar, de importunar como manifestaci¨®n de la libertad sexual, si bien se puede decir no. Muestran su temor a una cruzada de odio al hombre contra el erotismo y la libertad sexual y tambi¨¦n contra las libertades de creaci¨®n y de expresi¨®n.
En Espa?a la Seminci, Cima, La Academia de Cine y los Goya han recogido el guante. Nuestras actrices (las que son hermosas y las que lo han sido) est¨¢n protegidas por la copla: la espa?ola cuando besa es que besa de verdad y a ninguna le interesa besar por frivolidad o por medrar. Copla popular que ya es conocida en Hollywood.
Los movimientos reaccionarios que siempre han existido no traen su causa de Me Too. Pensar as¨ª es confundir la velocidad con el tocino. De esta confusi¨®n, de su misoginia o de alg¨²n antecedente oscuro proviene el discurso violento de conspicuos varones: temen que la caza de brujas pueda da?ar o limitar la creaci¨®n art¨ªstica (como si esta solo existiera si se manosea, o algo m¨¢s, a la actriz o actrices, a modelos o a las se?oras de la limpieza si son apetitosas); tienen miedo a una cruzada contra el erotismo sin darse cuenta de c¨®mo las actrices de Hollywood del Me Too disfrutan de sus encantos y hacen disfrutar a los (o a las) dem¨¢s, simplemente quieren elegir el qu¨¦, con qui¨¦n y el c¨®mo; peligra la libertad de expresi¨®n, curiosa afirmaci¨®n porque las entusiastas del Yo Tambi¨¦n la utilizan en todos los medios de comunicaci¨®n social y todas las redes, y los y las que se quejan, tambi¨¦n.
Se habla de condenas sin procesos olvidando que es posible el an¨¢lisis de la credibilidad de la v¨ªctima
En otro orden de cosas se habla de condenas sin procesos, de procesos con v¨ªctimas sin pruebas y al darle cr¨¦dito a estas se abre la puerta a la difamaci¨®n y a la venganza. Se olvidan de que es posible el an¨¢lisis de la credibilidad de la v¨ªctima, hasta los magistrados m¨¢s romos permiten que la declaraci¨®n sea prueba de cargo. En el caso que nos ocupa se puede completar con la fotograf¨ªa del seductor o seductores, galanes ag¨®nicos cargados de a?os que hace imposible pensar que estas hermosas mujeres del cine hubieran dicho s¨ª solamente para gozarlos.
Estos galanes (alguno como Polanski, no se olvide, condenado), merecen todos los respetos por su talento y su labor creadora y tienen los derechos conferidos a todo ser humano (pero ni uno m¨¢s) y entre ellos no est¨¢ una suerte de derecho de pernada cinematogr¨¢fica (sin o con primera cata), porque ning¨²n ordenamiento jur¨ªdico confiere a los artistas, por muy magn¨ªficos que sean, este derecho, como tampoco existe reconocimiento alguno de la ley del embudo. Las mujeres del cine no tienen la obligaci¨®n de pagar una suerte de peaje con su cuerpo a estos creadores para que les abran las puertas de la industria cinematogr¨¢fica o cualquier otra.
Si bien alg¨²n conspicuo var¨®n, con una exacerbada arrogancia y obscena misoginia, y m¨¢s confuso de lo habitual, entiende que lo que acabamos de llamar derecho de pernada y obligaci¨®n de peaje corporal es una transacci¨®n a la que las mujeres pueden negarse y una forma de prostituci¨®n menor y pasajera si aceptan. Llama transacci¨®n beneficiosa para las mujeres lo que es un ataque a su dignidad y a su libertad sexual castigado en todos los C¨®digos Penales del mundo civilizado (sic).
El movimiento Me Too promovido por mujeres poderosas, famosas, hermosas y generosas ha dado la publicidad debida a estos hechos (sobradamente conocidos), para que quien corresponda haga las indagaciones pertinentes, dicte la resoluci¨®n que proceda y no est¨¦n estas conductas ad exhibendum en las leyes.
Mar¨ªa ?ngeles Garc¨ªa Garc¨ªa es fiscal em¨¦rito del Tribunal Supremo, doctora en Derecho y exvocal del Consejo General del Poder Judicial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.