Sucesiones, un impuesto en v¨ªas de extinci¨®n
Los mismos gobiernos auton¨®micos que prescinden del impuesto son los que despu¨¦s lloriquean en el ministerio de Hacienda pidiendo compensaciones por la recaudaci¨®n perdida (unos 2.500 millones en Espa?a)
Una obsesi¨®n malsana contamina la pol¨ªtica espa?ola: la fobia a los impuestos. La alergia a la tributaci¨®n afecta en particular a PP y a Ciudadanos, pero tambi¨¦n se manifiesta en el PSOE; y cobra especial virulencia en cualquier Gobierno aut¨®nomo. El ejemplo perfecto de esta fobia es la carrera desbocada entre comunidades aut¨®nomas para eliminar el impuesto de sucesiones. No hay razones t¨¦cnicas para tal sa?a. El pobre catecismo antisucesiones se resume en una letan¨ªa: el capital que recibe el heredero ya ha sido sometido a tributaci¨®n en vida del donante. Pero se olvida que el impuesto tiene una funci¨®n social (corregir la desigualdad que ratifica socialmente una herencia); que el acto impositivo del heredero es distinto del acto tributario pagado por quien gener¨® el capital transmitido y que cualquier capital o renta est¨¢ sometido a m¨¢s de una imposici¨®n en la pr¨¢ctica, puesto que cuando se gastan los ingresos sujetos a Renta soportan impuestos indirectos.
La fobia antisucesiones se explica mejor por la debilidad cong¨¦nita de los Gobiernos aut¨®nomos ante la presi¨®n de las grandes fortunas. El 80% de los herederos no pagan sucesiones. En cuanto el capital se divide entre varias personas, entra en juego el sistema de reducciones y bonificaciones fiscales y el pago disminuye o desaparece. La idea de herederos que no pueden pagar el tributo es, en general, falsa. Las herencias suelen rechazarse porque implican el pago de hipotecas u otras deudas; aproximadamente el 13% de los herederos no puede pagar. Un an¨¢lisis de detalle del impuesto del patrimonio demuestra que en Espa?a hay 6.480 personas con grandes fortunas, cuyos descendientes en un futuro, m¨¢s o menos pr¨®ximo, estar¨ªan llamados a heredar unos 107.785 millones (sin incluir el patrimonio exento), el 29,2% del patrimonio neto no exento declarado. Estas personas ser¨ªan las beneficiadas principales de una rebaja o supresi¨®n del ISD; el 0,01% de la poblaci¨®n espa?ola de 2014. Que nadie arguya que la supresi¨®n del impuesto favorece a una gran mayor¨ªa de herederos.
Los mismos Gobiernos aut¨®nomos que prescinden de sucesiones son los que despu¨¦s lloriquean en el Ministerio de Hacienda pidiendo compensaciones por la recaudaci¨®n perdida (unos 2.500 millones en Espa?a) y se lamentan de que las autonom¨ªas tienen m¨¢s competencias que recursos. La Comisi¨®n de Expertos para la financiaci¨®n auton¨®mica advirti¨® que no deb¨ªa suprimirse ni depreciarse el impuesto; que era necesario pactar un m¨ªnimo de tributaci¨®n homog¨¦neo en todas las comunidades e imponer despu¨¦s grav¨¢menes entre el 4% y el 5% o el 10% y el 11% en funci¨®n del grado de parentesco. Pero es m¨¢s c¨®modo disolver sin ton ni son el sistema fiscal.
Contrapunto: cuando Trump tramitaba su delirante rebaja fiscal, 400 millonarios estadounidenses del club Responsible Wealth pidieron al Congreso que rechazara cualquier legislaci¨®n ¡°que exacerbe todav¨ªa m¨¢s la desigualdad¡±. Entre otras cosas, George Soros y sus colegas denunciaban que la reforma permitir¨ªa a los m¨¢s ricos ¡°transferir legados masivos a sus herederos sin pagar impuestos¡±. ?Qu¨¦ diferencia! ?Cabe ya alguna duda de que el impuesto de sucesiones cumple objetivamente una funci¨®n social, que es la de frenar la tendencia intergeneracional a la concentraci¨®n de riqueza?
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