El ¨¢rbol
A falta de uno de escayola o de cualquiera de los que crecen en las cunetas de las carreteras, uno vuelve al poema de Christian Bobin
¡°Carretera de campo con ¨¢rbol. Noche¡±.
Esta lac¨®nica descripci¨®n es toda la indicaci¨®n esc¨¦nica que Samuel Beckett hace al comienzo de su famosa obra teatral Esperando a Godot. No se puede decir menos y a la vez m¨¢s, ni describir mejor este mundo de lo que Beckett hizo con seis palabras.
Pensaba en ello viendo el otro d¨ªa en la Fundaci¨®n Mapfre de Madrid la exposici¨®n sobre Derain, Balthus y Giacometti, y en ella, una fotograf¨ªa en la que Alberto Giacometti aparece con Samuel Beckett preparando el ¨¢rbol para la escenograf¨ªa de Esperando a Godot para su representaci¨®n en el teatro Ode¨®n de Par¨ªs, en el a?o 1961. Vi¨¦ndolos a los dos, uno se da cuenta de la importancia que ese ¨¢rbol tiene para ambos, pese a que solo sea de escayola. Los amigos que se conocieron en las noches parisienses, que coincid¨ªan en los caf¨¦s y en los cabar¨¦s existencialistas de la posguerra, no dudaron en emplear una noche entera en dise?ar un ¨¢rbol de escayola para una obra tan desnuda como su escenograf¨ªa: ¡°Carretera de campo con ¨¢rbol. Noche¡±.
?ltimamente, cada vez m¨¢s me sucede que lo que ocurre a mi alrededor me interesa poco y que las discusiones sobre la actualidad me producen una gran pereza, salvo excepciones. Por ello discuto poco y solo con los que estoy de acuerdo. Puesto a elegir entre la raz¨®n y la paz, prefiero la paz, aunque eso me suponga guardar silencio cada vez m¨¢s. En el camino machadiano, solo el ¨¢rbol asienta el horizonte, que es el espejo que nos devuelve nuestra mirada y con ella el alma, que se nos va detr¨¢s de ¨¦l. ¡°Estuvimos toda la noche experimentando con ese ¨¢rbol de escayola, haci¨¦ndolo m¨¢s grande, m¨¢s peque?o, las ramas m¨¢s finas. Nunca nos pareci¨® suficiente, hasta que nos dijimos el uno al otro: Quiz¨¢s¡±, recordar¨ªa a?os m¨¢s tarde Alberto Giacometti evocando la construcci¨®n del ¨¢rbol de escayola bajo el que los dos vagabundos de la obra de Samuel Beckett esperan a Godot, el personaje que nunca llega, seguramente porque no existe.
La visi¨®n compartida y la complicidad entre Giacometti y Beckett acabaron alumbrando el ¨¢rbol que este so?¨® y ambos deseaban ver y que es el mismo que muchos otros buscamos para apoyarnos en ¨¦l mientras intentamos comprender el mundo. A falta de uno de escayola o de cualquiera de los que crecen en las cunetas de las carreteras, uno vuelve al poema de?Christian Bobin ese que constituye la mejor descripci¨®n de la inseguridad y la duda que uno ha le¨ªdo: ¡°Me gusta apoyar la mano en el tronco de un ¨¢rbol no para asegurarme de su existencia, sino de la m¨ªa¡±.
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