Sensacionalismo, morbo y credibilidad
La desaparici¨®n del peque?o Gabriel ha alimentado los telediarios e invadido los programas de entretenimiento, convirtiendo el suceso en el mejor ejemplo del infoentretenimiento
La joven ?ngeles Rawson desapareci¨® una ma?ana cerca de su casa en Buenos Aires cuando volv¨ªa del gimnasio. Al d¨ªa siguiente fue encontrada, estrangulada, en una planta de tratamiento de basuras. Ten¨ªa 16 a?os. Aquel horrible suceso sacudi¨® a la sociedad argentina. Las televisiones contribuyeron de manera decisiva a encender ese estado de ¨¢nimo. Entre el 10 y el 28 de junio de 2013 emitieron 594 horas sobre el horrendo crimen. Cinco veces m¨¢s que el tiempo que dedicaron a la elecci¨®n de Jorge Bergoglio como papa, hace ahora cinco a?os.
Aquella tr¨¢gica historia mantuvo la intriga informativa durante d¨ªas. Las sospechas en un primer momento recayeron en el padrastro, hasta que la polic¨ªa pudo hallar bajo la u?a del dedo ¨ªndice de la mano derecha de la v¨ªctima restos de ADN del portero del edificio en el que viv¨ªa. El estrangulamiento de Rawsow conten¨ªa todos los ingredientes propios de un serial televisivo. Los medios audiovisuales lo usaron ¡°para tener permanentemente en el aire una especie de novela, un culebr¨®n, una historia t¨¦trica que atrapaba al p¨²blico, pero sin tener que pagar los costos de una producci¨®n de ficci¨®n¡±, explicaba el periodista y escritor Hugo Muleiro.
Algo parecido ha ocurrido en Espa?a con la desaparici¨®n del ni?o de ocho a?os Gabriel Cruz, cuyo cuerpo fue hallado el domingo en el maletero del coche que conduc¨ªa la pareja de su padre, presunta autora de la muerte. Durante dos semanas, las televisiones han retransmitido en directo cada detalle de la b¨²squeda, el despliegue de la Guardia Civil, las batidas de voluntarios, la angustia de los familiares. Todo regado con valoraciones de expertos y especulaciones de tertulianos.
Como en el caso de ?ngeles Rawson, la desaparici¨®n del peque?o Gabriel en Las Hortichuelas (Almer¨ªa) ha alimentado los telediarios e invadido los programas de entretenimiento, convirtiendo el suceso en el mejor ejemplo del infoentretenimiento, ese g¨¦nero h¨ªbrido que ha demostrado gran eficacia para atrapar audiencia. Junto al alud de programas especiales, al seguimiento se adhirieron otros dedicados al simple y puro cotilleo sobre los famosos. El resultado ha sido un sonrojante ejercicio de travestismo informativo en el que se ha solapado la emotividad y el morbo, el periodismo y el espect¨¢culo. Dos colosos televisivos peleando despiadadamente por la audiencia sobredimensionando las coberturas y buscando primicias con el eficaz abono de las redes sociales.
?Muchas cosas se han debido hacer mal cuando la Federaci¨®n de Asociaciones de Periodistas de Espa?a ha pedido p¨²blicamente respeto y ¨¦tica en la cobertura informativa del caso Gabriel: ¡°El sensacionalismo, el morbo o la difusi¨®n de im¨¢genes que nada aportan a la informaci¨®n pueden ocasionar p¨¦rdida de credibilidad, que constituye el valor que aporta el periodismo a la sociedad¡±.
A los medios les toca ahora hacer autocr¨ªtica sobre los l¨ªmites deontol¨®gicos e intentar responder a algunos interrogantes. ?Qu¨¦ hace que un suceso cope las pantallas televisivas? ?A partir de qu¨¦ momento se produce la espectacularizaci¨®n de la noticia? ?D¨®nde est¨¢ la frontera entre el periodismo y el morbo? ?Se incita al p¨²blico a consumir determinados contenidos?
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