Los j¨®venes no quieren armas
Los estudiantes de EEUU empiezan a dar una lecci¨®n a sus mayores al cuestionar el acceso a las armas
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Ninguna fuerza pol¨ªtica tiene hoy el poder suficiente en EE?UU para cuestionar con ¨¦xito las bravuconadas de Donald Trump, pero hay un colectivo que est¨¢ empezando a alzar la voz de forma espont¨¢nea, vigorosa y transversal: los estudiantes. Miles de j¨®venes secundaron el mi¨¦rcoles el paro de 17 minutos en centros de todo el pa¨ªs con el ¨¢nimo de presionar para restringir la venta de armas, en recuerdo de las 17 v¨ªctimas mortales del tiroteo hace un mes en un colegio de Florida. ¡°Nunca m¨¢s¡± es su lema.
Mientras el presidente de EE?UU ha planteado armar y entrenar a los profesores frente a las matanzas que se repiten en las aulas, los chavales defienden aumentar la edad de venta de armas de fuego y otras medidas restrictivas. El pa¨ªs sum¨® 273 tiroteos masivos en 2017. Unas 40 personas mueren al d¨ªa por arma de fuego. Y se calcula que hay nueve pistolas o armas por cada diez personas. Se trata de un nivel de violencia y de un grado de extensi¨®n de las armas ¨²nico en el mundo y muy caracter¨ªstico de EE?UU, un pa¨ªs forjado en la conquista de territorios por parte de ciudadanos emprendedores sin m¨¢s apoyo que sus propios medios. Portarlas es un derecho constitucional, pero la extensi¨®n de los tiroteos masivos ha alumbrado tambi¨¦n el debate ciudadano a favor de sus l¨ªmites. Barack Obama dio pasos en ese sentido, pero no encontr¨® el apoyo del Congreso. Trump ha llegado a sugerir algunos, pero la presi¨®n del lobby armament¨ªstico intenta frenar cualquier iniciativa, por modesta que sea.
En un mundo donde el Estado debe monopolizar el uso de la violencia en defensa de la seguridad de todos y donde los derechos de portar armas de unos pocos est¨¢n segando las vidas de inocentes, la sociedad norteamericana debe tomarse en serio el debate. Y esta vez son los j¨®venes, las futuras generaciones de votantes, gobernantes y adultos, quienes empiezan a dar una lecci¨®n a sus mayores. Hay esperanza.
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