Los miedos tras la muerte de Mame Mbaye
La muerte de un hombre senegal¨¦s sin papeles en el madrile?o barrio de Lavapi¨¦s revela el hartazgo de la poblaci¨®n migrante, que se siente discriminada y reprimida por las instituciones
Resulta complicado averiguar qu¨¦ le pas¨® ex¨¢ctamente a Mame Mbaye Ndiaye. ?l es el ciudadano que ayer a las cinco de la tarde muri¨® en la calle Oso, en pleno barrio madrile?o de Lavapi¨¦s. Parece claro que sufri¨® una parada cardiorrespiratoria por un infarto. Fuera lo que fuese, ¨¦l ya no est¨¢.
Pero no es la causa inmediata del fallecimiento lo m¨¢s misterioso en esta historia. En los principales medios de comunicaci¨®n y en las redes sociales se est¨¢n discutiendo dos teor¨ªas: La primera y m¨¢s seguida durante las horas posteriores al suceso es que el chico muri¨® despu¨¦s de haber sido perseguido por la polic¨ªa desde Sol hasta Lavapi¨¦s, en una de las frecuentes operaciones contra los manteros. Porque Mbaye, senegal¨¦s de Pire, se ganaba as¨ª la vida: con la venta de zapatillas deportivas en el top manta. Era un hombre de 35 a?os que llevaba 12 en Espa?a y segu¨ªa sin papeles.
La otra versi¨®n, que seg¨²n pasan las horas se va haciendo m¨¢s firme, es que no estaba siendo perseguido, que iba por la calle con un o unos compa?eros y le dio un ataque. As¨ª lo han contado algunos testigos a los principales peri¨®dicos espa?oles, incluida una pareja que llam¨® al Samur para pedir ayuda y algunos vecinos desde sus balcones. Otras personas, sin embargo, afirman que, aunque en el momento de morir ya no estaba corriendo, s¨ª que hab¨ªa sido perseguido en los minutos anteriores. El Ayuntamiento de Madrid anunci¨® anoche una investigaci¨®n para esclarecer los hechos y hace unas horas ha confirmado que en el momento de la muerte no se estaba produciendo ninguna persecuci¨®n policial, aunque 20 minutos antes s¨ª se hab¨ªa dado una refriega entre manteros y agentes en la Puerta del Sol que acab¨® en la Plaza Mayor. Y ah¨ª s¨ª estaba Mbaye, seg¨²n varios testimonios recabados por el Ayuntamiento, tal y como ha informado Javier Barbero, delegado de Seguridad y Salud y Emergencias, en rueda de prensa.
Al final, parece que la verdadera raz¨®n no parece importar demasiado: Da igual que en ese momento estuviera siendo perseguido o que ya no, o que incluso ese d¨ªa no le hubiera pasado nada al senegal¨¦s. Lo que import¨® ayer y hoy sigue importando es la reacci¨®n de una parte de la sociedad al conocer este suceso. Directamente, se dio por hecho que la intervenci¨®n policial fue la causa directa. ?Por qu¨¦?
Antes de seguir, hay que recordar el contexto en el que nos movemos. El top manta es una actividad de obtenci¨®n de ingresos a la que se dedica numerosa poblaci¨®n empobrecida, generalmente migrante subsahariana y sin documentaci¨®n en regla. Es la ¨²nica v¨ªa digna que les queda porque las alternativas son ser explotados como jornaleros o en redes de trata, aseguran los colectivos de sin papeles en un manifiesto publicado en 2017 para pedir la despenalizaci¨®n de esta actividad. Porque es ilegal, claro. En el a?o 2010, y gracias a mucho trabajo de sensibilizaci¨®n, se logr¨® que se rebajaran las penas de c¨¢rcel a multas y trabajos en beneficio de la comunidad. En 2015, no obstante, las tornas cambiaron de nuevo con una de las reformas m¨¢s pol¨¦micas del C¨®digo Penal que aument¨® las condenas de hasta dos a?os de prisi¨®n en su art¨ªculo 153.3. En ciudades como Madrid y Barcelona existen adem¨¢s ordenanzas municipales que castigan con multas la venta ambulante ilegal. Seg¨²n datos de la polic¨ªa municipal de Madrid, en el a?o 2017 se realizaron 11.849 intervenciones y 368 personas fueron detenidas por venta ambulante. En ambos casos son m¨¢s que en 2015 y 2016.
No creo inventarme nada cuando digo que los migrantes negros africanos son frecuentemente requeridos por la polic¨ªa para que ense?en sus papeles y que los manteros son perseguidos. Algunas veces ocurre que vas caminando tranqulamente caminar por el centro de Madrid y, de repente, te ves en medio de un mont¨®n de africanos con enormes sacos al hombro (la mercanc¨ªa) que corren como si les fuera la vida en ello con los agentes detr¨¢s, generalmente en coche o en moto.
Ahora volvamos a las reacciones: la noticia del fallecimiento de Mbaye corri¨® como la p¨®lvora y desat¨® las iras de unos y otros. El barrio de Lavapi¨¦s, donde el 50% del vecindario es migrante, fue escenario de violentos disturbios que incluyeron mobiliario urbano quemado, destrozos y robos en locales comerciales, cargas policiales, alg¨²n herido y seis personas detenidas, todas de origen y nacionalidad espa?ola, por cierto. Y recalco esto porque ya se sabe lo f¨¢cil que resulta culpar al "negro", al "inmigrante" y al "ilegal" de todo lo malo que pasa. De hecho, la polic¨ªa ha desvinculado al colectivo de manteros de los desperfectos y los ha atribuido a grupos radicales.
Hubo m¨¢s: el Ayuntamiento anunci¨® una investigaci¨®n, la polic¨ªa se molest¨® por ello; la concejala de Ahora Madrid, Rommy Arce, y el delegado de Econom¨ªa y Hacienda, Jorge Garc¨ªa Casta?o, han calificado los hechos de "violencia institucional" y al senegal¨¦s de "v¨ªctima del capitalismo"; las ONG apoyan este calificativo y los colectivos migrantes han convocado m¨¢s concentraciones contra el "racismo institucional" que se celebran la tarde de este viernes en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Navarra.
No ha sido una muerte cualquiera por todo lo que ha tra¨ªdo consigo. La muerte de Ndiaye ha encendido una mecha que, la verdad, extra?a que no se haya prendido antes. En medio de la discusi¨®n sobre si el hombre hu¨ªa o no hu¨ªa cuando la muerte le sorprendi¨®, el hecho es que una persona ha perdido la vida y todo el mundo parece m¨¢s preocupado en sacudirse la responsabilidad que en plantearse qu¨¦ est¨¢ fallando para que este suceso haya desencadenado semejantes reacciones.
La poblaci¨®n migrante sin documentaci¨®n en regla est¨¢ harta de vivir en la clandestinidad, de tener que andar siempre con el temor encima de que les puedan pedir los papeles y, si no los ense?an, les detengan, les manden a un Centro de Internamiento de Extranjeros, que es poco m¨¢s que una c¨¢rcel. En el mejor de los casos, se quedan 60 d¨ªas encerrados, (el m¨¢ximo legal para tramitar una deportaci¨®n), y al cabo de ese tiempo los dejan en libertad porque las autoridades no han averiguado a d¨®nde los tienen que expulsar. En el peor, les mandan de vuelta a su pa¨ªs.
Madrid contra el racismo y la violencia policial ahora en la Plaza Nelson Mandela. Justicia para nuestro compa?ero!! pic.twitter.com/rs4ovQZiOe
— Sindicato de Manteros de Madrid #RegularizacionYa (@sindmanterosM) March 16, 2018
No voy a entrar otra vez en todo lo que un hombre (y m¨¢s, una mujer) se juega y sacrifica cuando decide migrar. La vida, entre otras muchas cosas. Est¨¢n expuestos a abusos, a robos, a violencia, a ahogarse en el mar, a ser apaleados hasta la muerte en Marruecos o quedar gravemente heridos por las concertinas de Ceuta y Melilla. No voy a entrar en las razones por las que una persona decide abandonar su hogar. Pero todas son de peso: desde escapar de una guerra hasta no morirse de hambre o evitar que te metan en prisi¨®n por ser homosexual.
Y luego llegan a Espa?a y todo son dificultades: no es f¨¢cil obtener trabajo sin un permiso de residencia, y este no te lo dan si no tienes un empleo, un empadronamiento y unas cuantas cosas m¨¢s. Una de las condiciones indispensables, seg¨²n la actual Ley de Extranjer¨ªa, es haber permanecido un m¨ªnimo de tres a?os en Espa?a para poder solicitar la regularizaci¨®n por arraigo social. Ganarse el sustento en estos primeros a?os es muy complicado: "o manta, o explotaci¨®n laboral severa o ser v¨ªctima de trata de seres humanos en la econom¨ªa informal", denuncia la Asociaci¨®n Sin Papeles.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Si eres buena gente y no quieres andar robando en casas o atracando transe¨²ntes, te dedicas al top manta, que dentro de todo es lo menos malo. Y por realizar esta actividad, la ¨²nica con la que puedes ganar algo para sobrevivir, te encuentras con que la polic¨ªa se pasa la vida persigui¨¦ndote para detenerte. Y si lo hacen y te quedan antecedentes, te ser¨¢ mucho m¨¢s complicado regularizar tu situaci¨®n en el futuro.
Hace casi un a?o, el 29 de marzo de 2017, los colectivos de manteros y personas sin papeles se manifestaron frente al Congreso de los Diputados para pedir la despenalizaci¨®n de la venta ambulante. Corearon consignas como "Sobrevivir no es delito" o "No somos delincuentes, somos trabajadores". Y dijeron algo que dej¨® muy clara su situaci¨®n: ¡°Vinimos a Europa en busca de una vida mejor, pero con lo que estamos viendo preferimos volver a nuestro pa¨ªs¡±. Para este colectivo, la polic¨ªa act¨²a de manera represiva con ellos.
No es algo nuevo. A pocos les dir¨¢ algo el nombre de Mor Sylla. Tambi¨¦n era senegal¨¦s y mantero, y se mat¨® en 2014 despu¨¦s de caer al vac¨ªo desde un tercer piso durante una operaci¨®n de los Mossos en Salou contra el top manta. El juez acab¨® archivando el caso y determin¨® que no exist¨ªan pruebas que involucraran a los agentes.
A estas horas, cientos de personas se manifiestan en la plaza Nelson Mandela de Madrid y corea "Yo soy Mbaye". El Ayuntamiento, por su parte, anuncia que el?"el mejor homenaje" que se le puede hacer a Mbaye es trabajar para que "los derechos humanos gu¨ªen las actuaciones" municipales. Al final, queda para la reflexi¨®n la denuncia del Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid: "Mbaye era un compa?ero del Sindicato, juntos hemos denunciado las agresiones y la persecuci¨®n policial durante a?os ante la impasividad del Ayuntamiento. Ahora est¨¢ muerto".
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