El asesinato de Marielle Franco es un cruel crimen pol¨ªtico contra una de las principales figuras de la nueva izquierda brasile?a. ?Qui¨¦nes la mataron y por qu¨¦? ?El asesinato producir¨¢ un fortalecimiento de la intervenci¨®n militar en R¨ªo de Janeiro o, por el contrario, pondr¨¢ en evidencia que se trata de una nueva acci¨®n autoritaria contra los m¨¢s pobres e inutil para combatir el delito? La violencia pol¨ªtica profundiza el estado de excepci¨®n que vive el pa¨ªs.
El asesinato de la concejala Marielle Franco el d¨ªa 14 de marzo de 2018 ha generado una profunda conmoci¨®n en Brasil, que tambi¨¦n se ha extendido a otros lugares de Am¨¦rica Latina y del mundo. No es para menos.
Se trata de un cruel crimen pol¨ªtico contra una de las principales figuras de la nueva izquierda brasile?a en un momento en el que R¨ªo de Janeiro vive un aut¨¦ntico desgobierno y Brasil atraviesa un preocupante retroceso democr¨¢tico.
Marielle naci¨® en Mar¨¦, uno de los mayores conjuntos de favelas de R¨ªo de Janeiro, donde viven aproximadamente 130.000 personas. All¨ª creci¨®, vivi¨® y convivi¨® con constantes violaciones de derechos humanos, con intimidaciones, con disparos y con la impunidad de quienes los perpetran. Fue madre muy joven y eso le llev¨® a luchar por el derecho de las mujeres, principalmente de las mujeres negras y faveladas. Le cost¨® mucho seguir una educaci¨®n formal pero, contrariando las estad¨ªsticas, lleg¨® a ser estudiante de posgrado, lo que le movi¨® a luchar por la educaci¨®n p¨²blica de calidad y por la democratizaci¨®n de la universidad.
Perdi¨® a seres queridos, entre ellos una amiga, v¨ªctima de una ¡°bala perdida¡± en 2005 por un tiroteo entre policiales y el narcotr¨¢fico. Este acontecimiento, a su vez, la convirti¨® en una incansable luchadora de los derechos humanos, incluyendo los m¨¢s b¨¢sicos de ellos: el derecho de ir y venir y el derecho a existir, diariamente vulnerados en R¨ªo y marcados por indicadores muy claros de clase, raza, g¨¦nero y opci¨®n sexual.
Pero, a diferencia de lo que pasara a?os atr¨¢s con su amiga, los disparos que les quitaron la vida a Marielle y a Anderson Gomes, el conductor del coche en el que iba, ten¨ªan un objetivo muy claro. Fueron deliberadamente dirigidos a una mujer, negra y favelada que, en 2006, ingres¨® en el reci¨¦n fundado Partido Socialismo y Libertad (PSOL) para participar de la campa?a a diputado de Marcelo Freixo, y que, en 2016, diez a?os despu¨¦s, fue elegida concejala en R¨ªo de Janeiro con una expresiva cifra de m¨¢s de 46.000 votos, siendo la quinta candidata m¨¢s votada.
La visibilidad p¨²blica de Marielle era creciente. Molestaba a los poderes instituidos y paralelos y era una de las voces m¨¢s activas en la denuncia de la intervenci¨®n militar federal en R¨ªo de Janeiro, instituida a mediados de febrero por el gobierno golpista de Michel Temer.
De hecho, a finales de febrero, Marielle hab¨ªa sido nombrada relatora de la comisi¨®n creada en la C¨¢mara Municipal de R¨ªo de Janeiro para acompa?ar la intervenci¨®n militar en R¨ªo y valorar sus resultados. D¨ªas antes de ser asesinada hab¨ªa denunciado la actuaci¨®n de la polic¨ªa militar en la Favela de Acari y se preguntaba en su cuenta de Facebook: ¡°?Cu¨¢ntos m¨¢s tendr¨¢n que morir para que acabe esa guerra?¡±.
La noticia gener¨® una secuencia de sentimientos superpuestos en gran parte de la poblaci¨®n brasile?a: el shock, el dolor, la incredulidad, la indignaci¨®n, la rabia. Junto al mar de l¨¢grimas vinieron los c¨¢nticos, la catarsis, los abrazos largos y fuertes, los pu?os bien cerrados y, por fin, los gritos. Gritos que salieron de las entra?as de miles de brasile?as y brasile?os y que tuvieron eco en diversas ciudades en multitudinarias manifestaciones. Gritos que ped¨ªan justicia y multiplicaban las convicciones y luchas de Marielle por los derechos humanos, la voz de las favelas y de las mujeres, el combate al racismo y la desmilitarizaci¨®n de la polic¨ªa.
La visibilidad p¨²blica de Marielle era creciente. Molestaba a los poderes instituidos y paralelos y era una de las voces m¨¢s activas en la denuncia de la intervenci¨®n militar federal en R¨ªo de Janeiro, instituida a mediados de febrero por el gobierno golpista de Michel Temer.
Seg¨²n los datos del Monitor de la Violencia, hubo en 2017 en Brasil 4473 homicidios dolosos de mujeres. A la vez, el Atlas de la Violencia 2017, alerta que los j¨®venes negros y con baja escolaridad son las principales v¨ªctimas de muertes violentas en el pa¨ªs. De cada 100 personas asesinadas en Brasil, 71 son negras.
Si ponemos el foco en los activistas de derechos humanos, Amnist¨ªa Internacional, en su ¨²ltimo Informe 2017/2018, denuncia el incremento de los excesos policiales, el aumento de la violencia y de los homicidios, los reveses legislativos en propuestas que suponen amenazas frontales a los derechos humanos y el ascenso de los asesinatos de defensores y defensoras de derechos humanos.
La ejecuci¨®n de Marielle aumenta tristemente esas cifras, pero no puede ser vista como una cifra m¨¢s. Tiene un simbolismo enorme por lo que ella enfrentaba, representaba y visibilizaba. Y tambi¨¦n por la posici¨®n pol¨ªtica que ocupaba, habitualmente negada a las j¨®venes, a las negras, a la poblaci¨®n pobre y perif¨¦rica, a las feministas.
Por lo tanto, dimensionar los alcances y significados de su tr¨¢gico asesinato nos lleva a ubicarlo en el actual momento pol¨ªtico vivido en R¨ªo de Janeiro y en Brasil. M¨¢s all¨¢ del inmenso dolor de amigos, colegas, compa?eros y familia, un crimen pol¨ªtico debe ser examinado mirando al escenario pol¨ªtico.
Crisis, polarizaci¨®n y resistencias en R¨ªo de Janeiro y en Brasil
Desde hace unos a?os Brasil - as¨ª como varios pa¨ªses del mundo - vive una polarizaci¨®n pol¨ªtica que simplifica profundamente la realidad social, oculta los verdaderos (y urgentes) problemas existentes y restringe las posibilidades de apertura a nuevas fuerzas pol¨ªticas transformadoras. Toda polarizaci¨®n, al oponer dos campos o polos que se presentan como opuestos, congelan la realidad social entre dos pr¨¢cticas, discursos e imaginarios enfrentados, dejando fuera de esta ecuaci¨®n a todos aquellos actores, fuerzas y miradas que no se identifican con la din¨¢mica polarizada.
A diferencia de momentos previos en la transici¨®n y en la consolidaci¨®n de los ¨®rdenes mundiales (pensemos, por ejemplo en la Guerra Fr¨ªa), la polarizaci¨®n pol¨ªtica de hoy se produce entre fuerzas sist¨¦micas, es decir, entre actores y posiciones que no contestan el capitalismo y que, a pesar de diversas, no apuntan hacia la ruptura del degradado sistema, sino que aprovechan sus m¨²ltiples crisis (econ¨®mica, pol¨ªtica, ecol¨®gica, entre otras) para reacomodarse, fortalecerse o, en el mejor de lo casos, generar algunas brechas de reforma y de defensa de derechos hist¨®ricamente conquistados.
En el caso de Brasil, los ¨²ltimos cinco a?os han estado marcados, tras las multitudinarias y heterog¨¦neas protestas de 2013, por un encadenamiento complejo de acontecimientos y personajes muy distantes de una l¨®gica meramente causal o lineal. La apertura societaria producida en ese momento, que ya he analizado en profundidad en otros art¨ªculos, llev¨® a una disputa intensa por los sentidos de los rumbos de la pol¨ªtica brasile?a y a la progresiva construcci¨®n de una polarizaci¨®n que se intensific¨® con el escenario electoral de 2014 y se radicaliz¨® en 2015. Aunque Dilma logr¨® ganar las elecciones presidenciales, el congreso nacional elegido fue el m¨¢s conservador de la historia de Brasil desde el golpe de 1964, y el Partido de los Trabajadores fue perdiendo su base aliada en el ejecutivo.
El clima de inestabilidad pol¨ªtica tambi¨¦n fue alimentado en las redes sociales y en las calles, con la creaci¨®n de movimientos de derecha que pasaron a convocar movilizaciones y a potenciar una disputa de valores morales y de pol¨ªticas sociales y econ¨®micas. La derecha, aunque lejos de ser uniforme, se unific¨® en el anti-petismo y en el discurso contra la corrupci¨®n hasta lograr la destituci¨®n de la presidenta Dilma. El golpe se consum¨® sin pruebas convincentes, pero avalado por el procedimiento del impeachment y por la complicidad de parlamentarios de diferentes signos, el poder judicial e importantes grupos empresariales, financieros y medi¨¢ticos.
El Partido de los Trabajadores y todo su campo pol¨ªtico se pusieron a la defensiva. Mirando s¨®lo a las conquistas de sus gobiernos sin autocr¨ªtica de los errores, buscaron tanto denunciar el avance conversador como monopolizar los sectores progresistas, acusando a cualquier disidencia de hacerle el juego a la derecha. La polarizaci¨®n estaba as¨ª delineada y entre sus resultados, no siempre recordados, se encuentran el bloqueo, la represi¨®n, la invisibilizaci¨®n y la infantilizaci¨®n de las fuerzas democratizadoras y de cambio que emergieron en el pa¨ªs durante los ¨²ltimos a?os y que representaban el campo m¨¢s cr¨ªtico y emancipatorio de las protestas de 2013.
Con las izquierdas fragmentadas, y sin mayores agendas unificadoras que el ¡°Fuera Temer¡±, el gobierno ileg¨ªtimo e impopular de Michel Temer avanz¨® con una agenda de retirada de derechos sociales y laborales a partir de un conjunto de pol¨ªticas privatizadoras, de recortes y de austeridad. El discurso del ¡°orden¡± y la ¡°excepcionalidad¡± fue reforzado como justificativa para acciones que pasaron a sentirse r¨¢pidamente entre los trabajadores, las mujeres y los m¨¢s pobres, siempre los primeros en pagar las consecuencias de la crisis, pero que se extendi¨® r¨¢pidamente tambi¨¦n a amplios sectores de la sociedad, incluyendo un fuerte acoso y criminalizaci¨®n de todas las voces cr¨ªticas.
De manera paralela a las turbulencias nacionales, el estado de R¨ªo de Janeiro pas¨® a vivir una propia pesadilla. Tras una d¨¦cada de despilfarro y de megaloman¨ªa que pretend¨ªa proyectar a R¨ªo de Janeiro en el escenario global con mega-eventos, la ciudad empez¨® a pagar los precios de una irresponsable gesti¨®n y de sus debilidades hist¨®ricas y estructurales. Afectada por la desindustrializaci¨®n y por la excesiva dependencia del petr¨®leo, R¨ªo comenz¨® a sufrir el endeudamiento generado por recibir el Mundial de Futbol de 2014 y los Juegos Ol¨ªmpicos de 2016, la ausencia de cualquier tipo de planificaci¨®n y la corrupci¨®n end¨¦mica, que llev¨® a Sergio Cabral, gobernador entre 2007 y 2014, a la c¨¢rcel.
Las ruinas ol¨ªmpicas fueron bastante prematuras, como argument¨® Mariana Cavalcanti en openMovements, y empezaron a aparecer incluso antes del fin de los Juegos de 2016. La soluci¨®n presentada por el gobierno de R¨ªo, basada en una pol¨ªtica de austeridad y recortes, encuadraba el problema como t¨¦cnico y de gesti¨®n, intentando resolverlo de manera subordinada y dependiente al gobierno federal.
En medio a este convulso escenario, la candidatura de Marielle emergi¨® en 2016 como un soplo de aire fresco. Involucr¨® a centenas de personas que, decepcionadas con los rumbos de la pol¨ªtica, se ilusionaron con y junto a Marielle. El proceso de construcci¨®n de su campa?a demostr¨® una apertura, un tr¨¢nsito y una sensibilidad poco habituales, generando conexi¨®n, empat¨ªa y un fortalecimiento no solo de Marielle como figura p¨²blica, sino principalmente de las luchas colectivas en las que se insertaba. Con el arrollador resultado electoral, llev¨® ox¨ªgeno a las instituciones, sin apartarse de las calles.
Se puso al lado de las huelgas y de las luchas de la Universidad del Estado de R¨ªo de Janeiro (UERJ), cuyos funcionarios estuvimos meses sin recibir nuestros sueldos y sufrimos hasta hoy las consecuencias de la irresponsable pol¨ªtica del estado que vilipendia la educaci¨®n y el desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico. Apoy¨® las reivindicaciones por la movilidad urbana, por las guarder¨ªas y contra el desmantelamiento de la educaci¨®n infantil p¨²blica.
El legado de Marielle y las repercusiones inmediatas de su partida simbolizan, a la vez, lo peor y lo mejor de la sociedad brasile?a actual. Aunque el dolor todav¨ªa impide reacciones m¨¢s articuladas, una aut¨¦ntica disputa de narrativas empieza a ser construida.
Pero, sobre todo, vivi¨® y contribuy¨® para el ascenso del movimiento feminista y LGBT en R¨ªo de Janeiro en los ¨²ltimos a?os, para el fortalecimiento del movimiento negro y para la lucha de las favelas. Se empe?¨® en visibilizar el lugar de la mujer negra en una sociedad racista y machista, en revalorizar la ancestralidad, la memoria y la cultura negra, y en luchar contra los desalojos y los continuos abusos de autoridad.
Fue una de las concejalas m¨¢s proactivas en el primer a?o de legislatura de la C¨¢mara Municipal de R¨ªo de Janeiro y su gesti¨®n estuvo marcada por la construcci¨®n colectiva, la transparencia, la escucha activa y por el intento de generar acciones e iniciativas creativas vinculadas a los movimientos sociales y a sus principales banderas de lucha. Y todo ello en un momento de fragmentaci¨®n de las izquierdas y de profunda tensi¨®n en R¨ªo y en el pa¨ªs.
Tras el asesinato de Marielle Franco: disputas, sentidos y legado
El asesinato de Marielle ocurre en un momento en el que Brasil vive la eminencia de la posible detenci¨®n del ex presidente Lula da Silva, tras un largo proceso de persecuci¨®n judicial, y tambi¨¦n ante diversos movimientos electorales ya volcados hacia la carrera presidencial, prevista para octubre de 2018.
Si bien la posible condena a Lula y las elecciones generales son dos escenarios que tienden a fortalecer la polarizaci¨®n, este atentado pol¨ªtico sin precedentes abre nuevas inc¨®gnitas:
?Qui¨¦nes la mataron y por qu¨¦? ?Se producir¨¢ un fortalecimiento de la intervenci¨®n militar en R¨ªo de Janeiro o, por el contrario, ser¨¢ desacreditada como una farsa? ?Lograr¨¢n las ¨¦lites racistas y machistas aprovecharse del clima hostil y de la polarizaci¨®n actual para fortalecer los habituales estereotipos sobre los favelados como forma de intentar quitarle el peso pol¨ªtico que tiene Marielle y su asesinato? ?Habr¨¢ una revitalizaci¨®n de la voz de las favelas y de la izquierda m¨¢s autonomista y anticapitalista que no se encaja en la polarizaci¨®n? ?Se fortalecer¨¢ el di¨¢logo y la transversalidad tan necesaria para las fuerzas progresistas con diferente sensibilidad en Brasil?
Independientemente de las respuestas, el legado de Marielle y las repercusiones inmediatas de su partida simbolizan, a la vez, lo peor y lo mejor de la sociedad brasile?a actual. Aunque el dolor todav¨ªa impide reacciones m¨¢s articuladas, una aut¨¦ntica disputa de narrativas empieza a ser construida.
Por un lado, es alarmante la multiplicaci¨®n del odio, la desconfianza hacia las instituciones, el miedo, la militarizaci¨®n de la seguridad p¨²blica, la impunidad y la violaci¨®n de derechos en una verdadera escalada autoritaria. En las redes sociales, comentarios de desprecio son vertidos, mientras algunos periodistas, pol¨ªticos y otros oportunistas tratan de aprovechar el asesinato de Marielle para justificar la necesidad de m¨¢s polic¨ªa y de mayor militarizaci¨®n.
Otros, como Michel Temer, califican su muerte, de forma c¨ªnica, como un ¡°atentado a la democracia¡±. Pero no nos enga?emos: 1) las balas que mataron a Marielle provienen de la promiscuidad existente entre la polic¨ªa, las milicias de poderes paralelos y el Estado; 2) la experiencia hist¨®rica nos muestra que las intervenciones militares no solucionaron nunca en R¨ªo de Janeiro el problema de la seguridad p¨²blica; 3) Brasil hoy no se parece en nada a un r¨¦gimen democr¨¢tico.
Sin embargo, por otro lado, el asesinato de Marielle tambi¨¦n destap¨® la solidaridad, el orgullo de la favela, la voz de las mujeres negras y de j¨®venes con ganas de cambio. En definitiva, llam¨® la atenci¨®n a un Brasil que no se reconoce en las atrocidades de la barbarie ni en la maniobras del golpismo, pero tampoco en la reducci¨®n que implica la polarizaci¨®n. Ante ello, es fundamental abrirse siempre a lo nuevo, como la propia Marielle propon¨ªa en art¨ªculo publicado a principios de este a?o en la edici¨®n brasile?a de Le Monde Diplomatique.
Muchos han dicho en los ¨²ltimos d¨ªas que Marielle era una joven promesa. Se equivocan. Ya era realidad. En un momento de profunda crisis de la representaci¨®n en Brasil y en el mundo, Marielle s¨ª representaba a las mujeres, a las negras, a las lesbianas, a las defensoras de derechos humanos y a tantos otros que creen en otras posibilidades de construcci¨®n de la pol¨ªtica. Representaba a aquellos que habitualmente critican la representaci¨®n pol¨ªtica formal, pero que en y con ella encontraron no s¨®lo auto-identificaci¨®n, empat¨ªa, reconocimiento y simbolismo, sino, principalmente, una ruptura de la distancia entre representante y representado.
Tras la muerte de Marielle se volvi¨® a escuchar en las calles de R¨ªo y de otros lugares de Brasil esl¨®ganes que estaban muy vinculados a los momentos iniciales de las protestas de Junio de 2013, como, por ejemplo, ¡°No ha acabado. Tiene que acabar. Quiero el fin de la Polic¨ªa Militar¡±.
Las voces m¨¢s cr¨ªticas de la sociedad brasile?a y las fuerzas invisibilizadas, pero latentes, de 2013 volvieron a las calles. No sabemos si de forma duradera. No sabemos todav¨ªa con qu¨¦ fuerza. Pero hay mucho en juego. Muchas vidas y todo un futuro. De ah¨ª que sea fundamental una investigaci¨®n imparcial, una amplia solidaridad de los movimientos populares de todo el mundo y un acompa?amiento cuidadoso de la comunidad internacional que no se restrinja a estos primeros d¨ªas posteriores al desenlace fatal de la vida de Marielle.
En una ciudad como R¨ªo de Janeiro, habitualmente definida como ¡°ciudad partida¡±, donde suelen primar las r¨ªgidas fronteras (culturales, econ¨®micas, epist¨¦micas, geogr¨¢ficas y sociales) que separan mundos, Marielle fue un puente. Un puente que vincul¨® las favelas perif¨¦ricas (como la suya de origen) a la Zona Sur de la ciudad (donde se concentran los s¨ªmbolos tur¨ªsticos y los privilegios), derrumbando los muros de las verg¨¹enzas, que no son s¨®lo simb¨®licos y metaf¨®ricos, sino tambi¨¦n materiales, como el que separa el conjunto de favela de Mar¨¦ de la carretera que lleva al aeropuerto internacional de R¨ªo de Janeiro. Un puente que busc¨® tambi¨¦n asociar el movimiento negro al movimiento feminista y viceversa, tratando no s¨®lo de afianzar el feminismo negro, sino de aceptar y respetar las diferencias y la pluralidad de visiones de campos cercanos, pero distintos, de luchas.
Un puente que pele¨® para que las instituciones no estuviesen alejadas ni de las personas ni de las calles, retroalimentando acciones, ideas y propuestas para que, por su parte, los movimientos no viesen a las instituciones como espacios ajenos, sino como locus de disputa donde tambi¨¦n hay que estar presente. Un puente que, finalmente, conect¨® el activismo y la investigaci¨®n, ya que Marielle no s¨®lo era concejala y militante, sino tambi¨¦n soci¨®loga.
Pero no separaba totalmente esos dos espacios, como tampoco aislaba los mundos antes mencionados. Era una investigadora militante, que escribi¨® su tesis de maestr¨ªa sobre c¨®mo las pol¨ªticas p¨²blicas de seguridad - como las Unidades de Polic¨ªa Pacificadora (UPP) de R¨ªo de Janeiro - en vez de ofrecer una soluci¨®n, acabaron reforzando el Estado penal integrado al proyecto neoliberal. Cre¨ªa que la universidad ser¨ªa m¨¢s viva y democr¨¢tica si se acercara a la militancia y que, a la vez, la militancia ser¨ªa m¨¢s potente si en vez de reproducir frases hechas y encerrarse en dogmas se tornara m¨¢s reflexiva.
As¨ª era Marielle. O mejor. Marielle no era. Marielle es. Marielle ser¨¢: un puente, cuyas estructuras no se desestabilizar¨¢n con disparos. Que se multiplicar¨¢, en su memoria y en la de tantas otras luchadoras, m¨¢s o menos an¨®nimas, tejiendo afectos, caminos y luchas. Puentes de esperanza contra la barbarie instalada en Brasil.
- Breno Bringel es profesor de la Universidad del Estado de R¨ªo de Janeiro y editor de openMovements. Su ¨²ltimo libro es Protesta e indignaci¨®n global (con Geoffrey Pleyers; CLACSO, 2017). Coordina el Grupo de Trabajo de CLACSO "Investigaci¨®n militante: teor¨ªa, pr¨¢ctica y m¨¦todo".
- Este art¨ªculo se publica en Contrapuntos y simult¨¢neamente en la plataforma openDemocracy.
- Agradecimiento: Favela em Foco
- Breno Bringel es profesor de la Universidad del Estado de R¨ªo de Janeiro y editor de openMovements. Su ¨²ltimo libro es Protesta e indignaci¨®n global (con Geoffrey Pleyers; CLACSO, 2017). Coordina el Grupo de Trabajo de CLACSO "Investigaci¨®n militante: teor¨ªa, pr¨¢ctica y m¨¦todo".
- Este art¨ªculo se publica en Contrapuntos y simult¨¢neamente en la plataforma openDemocracy.
- Agradecimiento: Favela em Foco
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