Simetr¨ªas
Castigar ciertos delitos atroces con un alto cupo de a?os en prisi¨®n y luego condicionar la libertad a un cambio positivo del penado no es insensible ni brutal: puede ser prudente
En el que ya es su ¨²ltimo libro (S¨®lo se puede tener fe en la duda, Tusquets), el gran Jorge Wagensberg se?ala que el origen de nuestra mirada est¨¦tica y ¨¦tica est¨¢ en la exigencia de simetr¨ªa: la doble cara del hacha de piedra no la hace m¨¢s ¨²til, pero s¨ª m¨¢s bella, mejor. El orden del mundo es un reparto de simetr¨ªas. De ah¨ª viene la instituci¨®n primordial de la justicia, que sustituye a la simetr¨ªa salvaje de la venganza. Al principio, la justicia no es m¨¢s que la venganza institucionalizada: el ojo por ojo del c¨®digo de Hammurabi. Luego va elaborando una compensaci¨®n sim¨¦trica m¨¢s sofisticada, menos brutalmente intuitiva, regeneradora. Pero nunca deja de ser una alternativa a la venganza, la necesidad de restablecer el orden sim¨¦trico roto por la libertad agresiva. Los castigos del delito no pretenden solo erradicarlo: si hubiera un remedio social contra los robos, cr¨ªmenes y violaciones ya hubiera sido encontrado antes de nacer Irene Montero. Para mejorar el C¨®digo Penal debe leerse De los delitos y las penas de Beccaria y obras afines: pero para entenderlo a fondo, es preciso leer la Orest¨ªada.
Hay simetr¨ªas penales no inhumanas sino antihumanas: la pena de muerte, el encierro de por vida. Nadie debe atreverse a decir a sus semejantes: ¡°Abandonad toda esperanza los que aqu¨ª entr¨¦is¡±. Pero castigar ciertos delitos atroces con un alto cupo de a?os en prisi¨®n y luego condicionar la libertad a un cambio positivo del penado no es insensible ni brutal: puede ser prudente. Hay que facilitar la rehabilitaci¨®n, pero no deja de ser una opci¨®n del recluso. Y desde luego no es la ¨²nica misi¨®n de la c¨¢rcel. Aunque esa pena mayor cree problemas al PNV con sus deudos (y deudas) especialmente sanguinarios...
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