Con el Brexit se han invertido los papeles
Convencer a los partidarios del Eurexit puede ser m¨¢s dif¨ªcil que la batalla contra el Brexit
Hace 21 meses, el resultado del refer¨¦ndum brit¨¢nico ca¨ªa sobre Europa con el estr¨¦pito del rayo. Merece la pena recordarlo; el atontamiento de las ¨¦lites y la sorpresa de las opiniones p¨²blicas fueron tales que buen n¨²mero de personas razonables llegaron a interrogarse, entre las risas sarc¨¢sticas de populistas y eur¨®fobos de todos los pelajes: ?y si fuera el principio del fin de la UE? 21 meses m¨¢s tarde, a un a?o de la fecha en la que el Reino Unido saldr¨¢ formalmente de la Uni¨®n, cada d¨ªa hay que pellizcarse para creer lo que vemos, en las ant¨ªpodas de lo que hab¨ªamos imaginado.
Durante cuatro decenios ¡ªdesde Margaret Thatcher¡ª nos hab¨ªamos acostumbrado a un Reino Unido que siempre acababa por obtener satisfacci¨®n, al combinar o alternar con maestr¨ªa, a veces solo contra todos, la eficacia diplom¨¢tica, el peso de los argumentos o de su econom¨ªa, y la mala fe. Frente a esa habilidad, esa determinaci¨®n y, hay que decirlo, esa constancia en la visi¨®n del proyecto europeo, los socios europeos del Reino parec¨ªan tener que pactar eternamente, cuando no ceder al antojo brit¨¢nico.
Hoy vemos que el d¨ªa de la victoria del Brexit en las urnas marc¨® el fin de ese ciclo y el comienzo de una incre¨ªble inversi¨®n. El Reino Unido ofrece el espect¨¢culo desolador de un Estado que parece correr como un pollo sin cabeza, tratando de redise?arse un destino pegando los pedazos de las ilusiones, casi hechas a?icos, que sirvieron de argumentos de campa?a a los brexiters. Le hicieron falta seis meses a Londres para notificar a la UE su decisi¨®n. Casi seis meses m¨¢s para ponerse en situaci¨®n de dar comienzo a las verdaderas negociaciones. Y nueve meses m¨¢s tarde, cuando las negociaciones sobre su futura relaci¨®n con la UE hubieran debido y podido empezar desde hace 90 d¨ªas, el Gobierno brit¨¢nico todav¨ªa no ha hecho saber concretamente c¨®mo imagina esa vital asociaci¨®n a¨²n por inventar.
Y no hay d¨ªa en que, del otro lado del Canal, no salgan, contra la voluntad de un Gobierno que intenta contenerlas, informaciones alarmantes a la vez sobre el tama?o de los esfuerzos ¡ªcomo la creaci¨®n a partir de cero de un sistema aduanero¡ª y la amplitud de la falta de preparaci¨®n pol¨ªtica. Todo ello al son de las fanfarronadas de los brexiters, que siguen cantando los maravillosos porvenires de una naci¨®n por fin libre para conquistar el mundo, cuando en realidad va a desgajarse de su mercado principal.
?Qui¨¦n hubiera podido creer que esta naci¨®n, potencia europea m¨¢s que milenaria, que supo hacer frente a Hitler y as¨ª contribuir a salvar a toda Europa, se encuentre por propia voluntad reducida a una caricatura de su grandeza? En esta vieja pareja en tormentoso proceso de divorcio, la UE es ahora mismo el socio determinado, pl¨¢cido, racional e implacable, la que obtiene met¨®dicamente todo lo que se hab¨ªa fijado en su hoja de ruta. Si las divisiones son hoy profundas entre los 27, como en el caso de las migraciones, los dirigentes europeos son tambi¨¦n los primeros sorprendidos por la unidad, hasta el presente infalible, que han conseguido mantener frente a Londres.
Sin embargo, nada de esto justifica que nos alegremos, por multitud de razones. Incluso si la negociaci¨®n del Brexit progresa conforme a los intereses de los 27, cada d¨ªa de este proceso nos muestra hasta qu¨¦ punto esta separaci¨®n causar¨¢ da?os a todos. Y, por lo dem¨¢s, nada permite asegurar con certeza que la negociaci¨®n llegar¨¢ a buen puerto. Las conversaciones acaban de superar un obst¨¢culo, con un acuerdo de principio sobre un periodo de transici¨®n entre el Brexit formal y la salida real fuera del mercado ¨²nico, pero el camino es todav¨ªa arduo. La cuesti¨®n de evitar una nueva frontera intrairlandesa, que probablemente no se resolver¨¢ sino al final del proceso, sigue siendo una hipoteca para una salida ordenada, y por consiguiente para la paz irlandesa.
En fin, desenga?emos al lector euroesc¨¦ptico que hab¨ªa cre¨ªdo detectar en estas l¨ªneas un euro-entusiasmo beat¨ªfico tejido de ilusiones con una Europa de pronto agrandada por la peque?ez brit¨¢nica: no, Europa no se salva por ello. Por m¨¢s que quienes trabajan en el Brexit descubran cada d¨ªa que la Uni¨®n vale mucho m¨¢s que la no Uni¨®n: a ojos de los que, cada vez m¨¢s, han pasado a dudar de ella, o a odiarla, esa no es la raz¨®n por la que la UE demuestra su val¨ªa. Convencer a ¨¦stos, a los que un d¨ªa podr¨ªan llegar a ser mayor¨ªa y votar Eurexit: esa es la carrera contra reloj, mucho m¨¢s ardua que el Brexit, que ha comenzado sin darnos cuenta.
Jurek Kuczkiewicz es periodista a cargo de la UE/jefe del servicio Mundo.
Traducci¨®n: Juan Ram¨®n Azaola.
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