Primera cita
No conozco a nadie que, al no poder comprar un d¨ªa un libro o al no tener entrada para una pel¨ªcula, lo deje por imposible
Fuimos a ver Call Me by Your Name pero no quedaban entradas, algo que a m¨ª me alegr¨® y a ella le disgust¨®. Le dije que a m¨ª me pon¨ªa muy contento no poder ver una pel¨ªcula porque la sala est¨¢ llena o no poder comprar un libro porque se ha agotado, ya que eso es bueno para el negocio de los cines y el negocio de las librer¨ªas; las dos cosas, junto a los peri¨®dicos y los programas del coraz¨®n, que a m¨ª me han educado. Y no conozco a nadie que, al no poder comprar un libro o al no tener entrada para una pel¨ªcula, lo deje por imposible.
Compramos entradas para La forma del agua, y cuando salimos del cine ella se puso a buscar un sitio agradable en el que poder cenar mientras yo trataba de explicarle que la genialidad de Guillermo del Toro consist¨ªa en haber creado una ex¨®tica forma humana cuya misi¨®n es ponerte tan caliente que cuando te dice que es un monstruo ya te da igual todo. Encontramos un sitio cerca de casa, y al lado de nuestra mesa hab¨ªa un hombre esperando. Al poco rato lleg¨® una mujer, ¨¦l se levant¨® y se dieron dos besos. Cenaron, bebieron bastante, y observ¨¦ que no hab¨ªa entre ellos m¨¢s gestos afectuosos que la expectativa de alguna mirada y alguna sonrisa en silencio, que es cuando pesan el doble.
Al terminar se fueron a la barra a pagar, pero les pusieron dos licores. Se quedaron all¨ª bebi¨¦ndolos y acerc¨¢ndose m¨¢s, entre risas, hasta que se besaron. En la boca, primero de golpe y luego m¨¢s despacio, morreando a conciencia. Continuaron hablando despu¨¦s de ese beso como si nada hubiera pasado, que es como interrumpir la emisi¨®n para dar la noticia del fin del mundo y seguir despu¨¦s con el plenario del Congreso. Pero mientras ¨¦l hablaba, ella le empez¨® a tocar la mano, le empez¨® a besar el cuello y a hacer todo lo que le apetec¨ªa hacer mientras cenaban pero no pod¨ªa, ni ¨¦l ni ella, porque la relaci¨®n se hab¨ªa mantenido en la sugerencia, como algo que intuyes bajo el agua. Una amiga llama a ese impasse, a esa delicada tensi¨®n de dos amantes que a¨²n no se dieron los permisos, ¡°estar en lo t¨¢cito¡±.
Mi pareja lo hab¨ªa sobrepasado ya. Mi pareja se hab¨ªa dado un beso o dos, y ahora ya pod¨ªan tocarse las yemas de los dedos y sacarse el pelo de la cara el uno al otro como aquel enamorado de Umberto Eco que estaba en una org¨ªa, se enamor¨® de la persona con la que hac¨ªa el amor y le pregunt¨®, lleno de pudor, si al acabar pod¨ªa tomar un caf¨¦ con ella.
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