Amanda Levete: ¡°En tiempos turbulentos el arquitecto tiene que ser radical¡±
La autora brit¨¢nica del Museo de Arte y Tecnolog¨ªa de Lisboa y de la ampliaci¨®n del Victoria & Albert de Londres es una de las arquitectas m¨¢s influyentes del mundo. Al frente de un equipo de 50 personas, donde impera el intercambio de ideas, cree que para avanzar hay que cuestionar lo establecido y ofrecer ¡°algo que a¨²n no existe¡±. Mientras dise?a y erige edificios, encuentra tiempo para luchar contra el antieurope¨ªsmo simbolizado en el Brexit. ¡°Mi fantas¨ªa es que no llegue a cumplirse¡±, confiesa.
AMANDA LEVETE ha tenido dos vidas. Una como socia de uno de los estudios m¨¢s singulares del mundo, el londinense Future Systems, donde construy¨® edificios que parec¨ªan de otro planeta: desde casas semienterradas ¡ª?para aprovechar la geotermia¡ª hasta el premiado Centro de Prensa del Lord¡¯s Cricket de Londres, con forma de burbuja, o los almacenes Selfridges de Birmingham, que recuerdan a un anfibio. En ese despacho futurista, Levete (Bridgend, Gales del Sur, 1955) creci¨® a la vez cobijada y ensombrecida por el talento de su socio y entonces marido, el visionario Jan Kaplicky, afincado en Londres tras huir de la Praga comunista en 1968. En su segunda vida personal y profesional, esta arquitecta capitanea un equipo de 50 personas que lleva su nombre. Adem¨¢s del flamante Museo de Arte, Arquitectura y Tecnolog¨ªa (MAAT) de Lisboa, ha firmado la ampliaci¨®n del Museo Victoria & Albert de Londres y la remodelaci¨®n de unos de los grandes almacenes m¨¢s famosos del mundo: las Galer¨ªas Lafayette de Par¨ªs.
Con 62 a?os, posee la eterna juventud de los que, bendecidos por la gen¨¦tica, se pasan la vida metidos en la misma talla de vaqueros. Fomenta esa imagen desenfadada el hecho de que en los retratos aparezca casi siempre descalza. No es pose. Hay que descalzarse para entrar en su oficina al norte de Londres, una herencia de las propuestas entre hippies y futuristas de su antiguo despacho que combina la costumbre inglesa de la moqueta con la cautela japonesa de no permitir que lo que pisa la calle pise tambi¨¦n la casa.
?A los clientes tambi¨¦n los obliga a descalzarse antes de entrar? No hace falta. Ven los zapatos y lo hacen sin que se lo tengamos que pedir. Ese respeto es la civilizaci¨®n. Tambi¨¦n es una manera sutil de indicar d¨®nde est¨¢ cada uno. Uno empieza descalz¨¢ndose y termina sinti¨¦ndose en casa.
?La domesticaci¨®n del trabajo ha fomentado que este invada nuestra vida? Cada vez hay m¨¢s gente dedicada a lo que le gusta. Eso crea adicci¨®n. Pasi¨®n y autocontrol est¨¢n enfrentados. Me consuela pensar que trabajamos infatigablemente por pasi¨®n, no solo por competir.
?C¨®mo est¨¢ creciendo Londres, su ciudad? Llevo toda mi vida viviendo en la misma ciudad, la adoro. Es abierta y tolerante. M¨¢s del 70% de quienes trabajan en mi oficina no son brit¨¢nicos. Pero ahora mismo tengo miedo. Mi fantas¨ªa es que el Brexit no llegue a ocurrir. Hago todo lo que puedo para que ese sue?o se cumpla.
?Por ejemplo? Escribir en contra en [la revista brit¨¢nica] New Statesman. Londres no es pro-Brexit. Pero en Londres es donde m¨¢s lo sufriremos. Si llega a ocurrir¡ Todav¨ªa espero el milagro.
?Deus ex machina? Hacen falta m¨¢s conversaciones pol¨ªticas y m¨¢s movilizaciones ciudadanas. Creo que los europeos no ejercemos demasiado nuestras obligaciones. Si no protestamos, seremos responsables de esa decisi¨®n. Europa es un proyecto. No puede ser solo un c¨¢lculo econ¨®mico. Tenemos un pasado com¨²n y yo quiero un futuro com¨²n. Hist¨®ricamente, la arquitectura se ha beneficiado de esa conexi¨®n. El aislamiento es empobrecedor. Los inmigrantes traen cultura y perspectiva.
Su exsocio Jan Kaplicky fue un inmigrante. Si ¨¦l no hubiera sido admitido en Reino Unido, yo no me hubiera desarrollado como arquitecta.
En las entrevistas a Levete se suele hablar, m¨¢s que de la suya propia, de la historia de su exmarido: su huida de la Praga de 1968, su repentina muerte en la calle justo el d¨ªa en que su segunda esposa daba a luz a su hija Johana¡ Levete entr¨® en Future Systems ¡ªuna especie de laboratorio con dos empleados¡ª para transformar las visiones de Kaplicky en edificios tangibles. ¡°Para ¨¦l lo m¨¢s importante era el primer croquis, el acto creativo. Para m¨ª la clave es construir. Son puntos de vista complementarios que generan actitudes distintas. Construir es complicado¡±.
?C¨®mo se consigue? Ofreciendo alternativas sin desfallecer. Y haciendo sacrificios personales. Durante a?os fuimos dos. Luego nos lleg¨® el reconocimiento y el estudio creci¨® hasta 20 personas.
"Hay que fragmentar las grandes oficinas. Creo en la escala humana. Las cosas funcionan si
lo hacen sus c¨¦lulas. Las ciudades, si funcionan sus barrios"
Y entonces se separaron. ?No se puede establecer una relaci¨®n ¨ªntima con 20 personas! Las obsesiones son caras. Merece la pena vivir con pasi¨®n, pero es necesario recordar que la vida siempre ofrece opciones. Ahora trabajo con 50 personas y somos tres directores. Cuanto m¨¢s reducida es tu estructura, m¨¢s libertad y capacidad de cambio tienes, algo fundamental para adaptarse y permanecer. En los estudios peque?os la gente es m¨¢s responsable porque ve una relaci¨®n directa entre el esfuerzo y el trabajo, por eso hay que fragmentar las grandes oficinas. Yo creo en la escala humana. Las cosas funcionan si sus c¨¦lulas funcionan. Las ciudades, si funcionan sus barrios.
De su vida suele contar que la expulsaron del colegio de monjas por tomar el sol desnuda en el tejado. ?Quer¨ªa ser subversiva? Solo quer¨ªa tomar el sol. Y no quer¨ªa las marcas.
?Qu¨¦ hac¨ªan sus padres? Mi madre era bailarina. Luego llev¨® la danza como terapia a hospitales y c¨¢rceles. Se gan¨® la vida dando clase a afectados por la talidomida con problemas en las piernas. Les ayudaba a vencer su tristeza. Mi padre era banquero; hubiera querido ser actor. Siempre vi en ¨¦l a alguien sin el valor para seguir una pasi¨®n. Y eso se convirti¨® en una ense?anza.
Usted comenz¨® estudiando historia del arte. La arquitectura es parad¨®jica, la tenemos delante y no la vemos. No estaba en mi radar. Es dif¨ªcil descubrirla si alguien o algo no te lleva a ella. Y a m¨ª me llev¨® la historia.
Su museo en Lisboa es un icono en un tiempo en el que, al menos en Europa, se cuestiona el exceso de protagonismo de la arquitectura. Para m¨ª ser arquitecto implica hacer avanzar la arquitectura como un cient¨ªfico trata de hacer avanzar la ciencia: cuestionando lo preestablecido. En tiempos turbulentos, el arquitecto tiene que ser radical. Su responsabilidad es demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera.
?Para conseguir qu¨¦? Para intentar ofrecer algo que a veces cuesta explicar porque todav¨ªa no existe. En el Victoria & Albert hundimos las salas de exposici¨®n y las coronamos con un patio. Hace 10 a?os no exist¨ªa la tecnolog¨ªa para una propuesta como la nuestra.
?Ha sentido alguna vez que los arquitectos se hab¨ªan olvidado de los porqu¨¦s y los para qu¨¦? Eso tiene que ver con lo que uno cree que debe ser la arquitectura. Nosotros nunca empezamos con un dibujo. Empezamos con una conversaci¨®n. No hay ideas sin di¨¢logo. Utilizamos el museo de Lisboa para reconciliar la ciudad con su frente fluvial, al otro lado de las v¨ªas. La forma no la puede decidir una idea banal. Si tienes un porqu¨¦ fuerte, el edificio se dise?a solo.
Han ganado reputaci¨®n de radicales con intervenciones en edificios hist¨®ricos: el Victoria & Albert o las Galer¨ªas Lafayette de Par¨ªs. Para insuflar nueva vida a lo que existe, uno debe ser radical; de lo contrario, lo momifica.
Muchos arquitectos hablan de equidad y diversidad, pero cuesta creer ese mensaje enviado desde edificios construidos con muchos medios. Los arquitectos necesitan dinero para construir, pero la arquitectura es una disciplina colaborativa, se basa en el consenso con clientes, ingenieros¡ No existe el arquitecto-autor, el maestro que hace croquis geniales; eso es un mito: la arquitectura es un trabajo en equipo. La vida es m¨¢s rica que el cerebro de un grupo de personas. Es mejor idear un lugar en el que los dem¨¢s puedan tomar decisiones que imponer una manera de hacer las cosas. Cuando el p¨²blico usa tu edificio de maneras que ni se te han pasado por la cabeza, aprendes que el cliente debe terminar la arquitectura. En el MAAT, la gente monta en bicicleta por la cubierta. Y ha habido percusionistas tocando sobre la cer¨¢mica de la fachada. Esa es la medida del ¨¦xito. Los arquitectos tenemos tendencia a querer controlarlo todo, requiere confianza dejar cosas inacabadas para que el usuario decida.
Renunci¨® a hacer unas oficinas para Murdoch por considerarlas faltas de ambici¨®n. Se iban a mudar a la City, pero vi que no pon¨ªan el coraz¨®n en ese empe?o y les propuse que se quedaran en Wapping, en la imprenta donde empezaron. Hay una cosa que no puedes dise?ar: un legado. El suyo era Wapping, all¨ª hemos construido dos edificios que cuentan su historia.
?A qu¨¦ m¨¢s estar¨ªa dispuesta a renunciar? ?Lo har¨ªa solo si al proyecto le faltara ambici¨®n o por otras razones no arquitect¨®nicas, como no trabajar para un dictador? Nunca trabajar¨ªa para un dictador. Pero todo depende de lo que entendamos por dictador. El ?mundo est¨¢ lleno de personas corruptas que toleramos ?porque tienen mucho dinero. Nosotros declinamos trabajar para una compa?¨ªa de tabaco por razones ¨¦ticas.
Entiendo que no es fumadora. Odio el tabaco. Y s¨¦ que es fatal.
?Exfumadora? De los 14 a los 21. Pero es clave desarrollar una relaci¨®n con el cliente que vaya m¨¢s all¨¢ del trato se?or-lacayo.
Le Corbusier dej¨® claro que uno pod¨ªa hacer tratos con el diablo con tal de conseguir encargos y Rem Koolhaas considera que construir para el Gobierno chino es favorecer la democratizaci¨®n de China. Es fundamental que como arquitectos no prometamos nada que exceda nuestras capacidades.
En el Architects Journal la tacharon de vendedora y lobista consumada. Fue un art¨ªculo muy da?ino. Me dej¨® por los suelos. Pens¨¦: ?qu¨¦ m¨¢s tengo que hacer para demostrar que soy arquitecta si estoy construyendo dos museos?
?Podr¨ªa tener algo que ver que sea una mujer sola en la primera fila? Yo ya hab¨ªa probado mi val¨ªa como socia de Future Systems. Pero no parece suficiente. No me imagino esta misma cr¨ªtica hecha a un hombre.
?Tener conexiones se considerar¨ªa algo positivo para un arquitecto, pero no para una arquitecta? ?C¨®mo creen que se consiguen los encargos? ?C¨®mo se puede criticar que conectemos unos con otros? ?No es eso lo que hace que el mundo gire y progrese? La arquitectura es todav¨ªa, aunque cada vez menos, una profesi¨®n dominada por los hombres. Sin embargo, solo he sentido machismo desde la prensa, nunca en el trato con constructores y promotores. Nunca. A pesar de los t¨®picos.
?Cree que mejora la igualdad a pesar de los micromachismos en los que apenas reparamos: usted pide vino y su pareja agua y se lo sirven al rev¨¦s? Bueno¡ pero hemos progresado tanto.
Describi¨® su espacio p¨²blico en Melbourne como un lugar ideal para que ¡°madres j¨®venes vayan con sus ni?os a tomar caf¨¦¡¡±. De acuerdo. Yo misma caigo en la trampa. Tiene raz¨®n. Debemos cuidar el lenguaje. A un parque pueden ir ancianos y gente sin hijos. O padres con hijos. Pero aun as¨ª¡ tenemos una primera ministra y una mujer al mando de la polic¨ªa¡ Creo que en un futuro no lejano importar¨¢ poco que seas hombre o mujer cuando se hable de arquitectura. La conversaci¨®n ir¨¢ por otro lado. Soy feminista, ?c¨®mo no serlo? ?C¨®mo no querer un trato igualitario? Pero es fundamental que los hombres formen parte de la conversaci¨®n. La reivindicaci¨®n es importante, pero la hostilidad no conduce a nada m¨¢s que a la p¨¦rdida. Debemos actuar sin generalizar. Cuando trabaj¨¦ con Jan en Future Systems, ¨¦l era una gran figura. Yo no. Me cost¨® conseguir reconocimiento individual cuando ya no est¨¢bamos juntos. Pero es importante ser paciente. Cuando has trabajado con alguien sobresaliente te lleva tiempo saber qui¨¦n eres. Mi pasado es parte de mi historia.
Hablando de Kaplicky, se cumplen 50 a?os de la Primavera de Praga que culmin¨® con la invasi¨®n sovi¨¦tica. ?Cu¨¢ntos de aquellos sue?os se han convertido en pesadilla y cu¨¢nto se ha conseguido? Recuerdo las calles vac¨ªas, la gente encerrada en su casa y las plazas y puentes sin apenas iluminaci¨®n. Era la misma hermosa ciudad, pero daba miedo. Detesto la cerraz¨®n. Como pa¨ªs, si no hubi¨¦ramos estado abiertos a los inmigrantes, nuestra cultura ser¨ªa m¨¢s d¨¦bil. Hemos florecido a partir del contacto con los dem¨¢s. No es que los inmigrantes nos necesiten, es que tambi¨¦n los necesitamos a ellos.
?C¨®mo educar en la tolerancia? De peque?o, mi hijo quer¨ªa ser polic¨ªa. Le pregunt¨¦ si cre¨ªa que as¨ª conocer¨ªa a gente interesante y se enfad¨®. ¡°?C¨®mo te atreves? Eres una esnob. Quiero hacer algo por la comunidad¡±. Me dio una lecci¨®n. La educaci¨®n es clave, pero tambi¨¦n lo es no juzgar y valorar a quien no tiene inter¨¦s en una educaci¨®n universitaria y quiere hacer cosas. Hay otros caminos para crecer y estar¨ªamos mejor abri¨¦ndonos a ellos.?
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