Informaciones t¨®xicas

La desinformaci¨®n a escala masiva ha encontrado en las redes sociales un eficaz veh¨ªculo de difusi¨®n. Distorsionar deliberadamente noticias veraces y datos contrastados para intentar influir en las decisiones pol¨ªticas de los ciudadanos, como se ha visto en el refer¨¦ndum del Brexit o en el conflicto catal¨¢n, es un riesgo para la democracia. Los m¨¦todos utilizados para distribuir falsedades son cada vez m¨¢s sofisticados y dif¨ªciles de detectar y solo una acci¨®n coordinada de los Estados puede combatir y neutralizar un fen¨®meno de alcance global como el de las fake news.

Pese a disponer de sobradas muestras de injerencias antieuropeas en procesos electorales recientes, Bruselas ha eludido adoptar medidas legales contra la desinformaci¨®n bajo el argumento de que el papel de la Comisi¨®n Europea no es determinar lo que es verdad y lo que es mentira. No se trata, desde luego, de crear un ministerio de la verdad, como han insinuado algunos responsables comunitarios, sino de articular mecanismos que sirvan para detectar noticias t¨®xicas, identificar a sus creadores y eliminarlas de las plataformas digitales.

Frente a la aparente indiferencia que exhiben las autoridades europeas, Francia est¨¢ impulsando una ley para castigar las noticias falsas en periodos electorales y en Espa?a los socialistas abogan por crear ¡°protocolos efectivos¡± para suprimir las informaciones falsas de la Red, sin que ello implique un menoscabo a la libertad de expresi¨®n. Tambi¨¦n el PP defiende normas legales para que la fiabilidad de las informaciones sea considerado un derecho en el ¨¢mbito digital.

Erradicar los contenidos que atenten contra este valioso derecho es una obligaci¨®n de los Estados, que han de poner en manos de los ciudadanos los instrumentos necesarios ¡ªt¨¦cnicos, jur¨ªdicos, educativos¡ª para que puedan valorar la calidad y validez de la informaci¨®n que reciben.