Historias dom¨¦sticas de Obama en la Casa Blanca
Un libro, escrito por uno de sus asesores, desvela an¨¦cdotas sobre c¨®mo era la vida del expresidente lejos del foco medi¨¢tico
Los misterios de la Casa Blanca terminan siempre por dejar de serlo. Tarde o temprano, un colaborador con pacto de silencio pasa a otra labor, el presidente llega al final de su mandato y la informaci¨®n vivida en primera persona deja de ser confidencial para pasar a deleitar a un p¨²blico ¨¢vido de conocer las inocentes y humanas peculiaridades que se ocultan tras el brillo de la figura de un egregio presidente. Del expresidente Barack Obama se ha escrito mucho pero siempre hay nuevo material si el protagonista ha ocupado durante ocho a?os uno de los edificios de los que emana el poder que mueve el mundo.
West Winging It: An Un-presidential Memoir, es el t¨ªtulo del libro escrito por Pat Cunnane, un asistente de la oficina de prensa de Obama, que desvela curiosidades de su ¨¦poca como presidente. Cunnane cuenta, por ejemplo, que la Casa Blanca se rebautiz¨® informalmente entre el personal como Hollywood East, en referencia a los numerosos personajes famosos que la visitaban desde que el matrimonio Obama entr¨® en ella. ¡°Nunca sab¨ªas a quien podr¨ªas encontrar en tu camino ni qui¨¦n pod¨ªa estar esperando fuera cuando salieras del ba?o¡±, afirma Cunnane en referencia a los invitados de algo rango que pasaron por ella. Bruce Springsteen, George Clooney, Leonardo DiCaprio, Oprah Winfrey, Bill Gates o Michael Jordan son solo algunos de los rostros conocidos que estuvieron all¨ª para pasar un rato con Barack Obama, a quien su antiguo asesor califica de ¡°genial¡± y condecora con el nombramiento de ¡°el presidente m¨¢s cool¡±.
Otros habitantes de la 'Primera Casa' norteamericana que se mov¨ªan con total libertad por el recinto eran los dos perros de la familia presidencial, Sunny y Bo. Su lugar favorito cuando ten¨ªan hambre era la sala de prensa, donde siempre encontraban golosinas y sobras de comida reflejo de las largas jornadas que viv¨ªan los que all¨ª trabajaban. En concreto Sunny ten¨ªa otra costumbre menos agradable: aliviar sus necesidades fisiol¨®gicas cerca de la habitaci¨®n de Lincoln.
Una de las aficiones presidenciales que se conoci¨® r¨¢pidamente fue su afici¨®n, rayana en la obsesi¨®n, por el golf. Una pasi¨®n que en m¨¢s de una ocasi¨®n oblig¨® al personal de la Casa Blanca a distraer a los fot¨®grafos de prensa para evitar que las escapadas del presidente para practicar este deporte dieran la sensaci¨®n de que se pasaba el d¨ªa de campo en campo. Cunnane afirma en el libro que un grupo de periodistas aburridos pod¨ªa encontrar en un mal golpe analog¨ªas con una pol¨ªtica fallida y en uno certero demasiadas horas dedicado a su pr¨¢ctica.
Durante los cinco a?os que trabaj¨® para ¨¦l, Pat Cunnane afirma que pudo conocer al que ha sido el 44 presidente de Estados Unidos en sus facetas de hombre divertido, familiar, lector voraz, persona interesada por la ciencia y el estudio, buen orador, pensador. Un hombre que a veces intent¨® salatarse las estrictas normas de protocolo y se encontr¨® con la realidad de su situaci¨®n. En 2014, por ejemplo, el presidente se sali¨® de la ruta aprobada por el Servicio Secreto y decidi¨® tomarse un caf¨¦ en un establecimiento de la cadena Dunkin Donuts. Los responsables de su seguridad entraron en p¨¢nico. "The Bear is loose", clamaron los pinganillos de los agentes con una de esas expresiones tan yanquis a las que nos tienen acostumbrados las pel¨ªculas hollywoodienses. Pero el pobre 'Oso', lo ¨²nico que hab¨ªa hecho era armar un gran alboroto en el local de Pennsylvania Avenue donde la gente se arremolinaba a su alrededor mientras ¨¦l ped¨ªa educadamente "Vamos chicos, denme un poco de espacio", mientras sosten¨ªa una taza de caf¨¦ entre las manos.
Obama tambi¨¦n pod¨ªa enfadarse, as¨ª lo recuerda Cunnane el d¨ªa que comprob¨® que no escrib¨ªa para un robot experto en oratoria al ver entrar al presidente en la sala de prensa exclamando: "?Qu¨¦ demonios est¨¢ pasando?". Su enfado se deb¨ªa al continuo debate que exist¨ªa sobre su propuesta de aumentar impuestos a aquellos que ganaran m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares al a?o, mientras los republicanos prefer¨ªan precisamente recortarlos. La segunda vez que relata le vio muy enfadado fue cuando el Washington Post titul¨® una informaci¨®n de su secci¨®n de Estilo "El trasero de Michelle Obama, otra vez objeto de controversia p¨²blica", en referencia a las declaraciones de un entrenador de un instituto de Alabama que hab¨ªa sido grabado diciendo: "Culo gordo, Michelle Obama". Actitud que el entonces presidente calific¨® de "totalmente irrespetuosa".
Durante los numerosos viajes en los que acompa?¨® a Obama en el Air Force One Cunnane revela que descubri¨® a ¡°un lector empedernido¡±, a una ¡°persona fascinante¡± y a un hombre que se fue volviendo m¨¢s elegante con el paso del tiempo. Uno de los trabajos del asesor era incluir, entre la informaci¨®n que llegaba diariamente al presidente, diez cartas que reflejaran lo que m¨¢s interesaba a los ciudadanos. Una misi¨®n en la que estaban enfrascados 50 empleados, docenas de pasantes y cientos de voluntarios que revisaban las cartas y correos que se recib¨ªan.
Respecto a su cambio de imagen Pat Cunnane relata que en los ¨²ltimos tiempos de su mandato, Obama se pon¨ªa c¨®modo en los vuelos largos que exig¨ªan sus continuos desplazamientos, desabrochando m¨¢s botones de su camisa. Pero durante los primeros a?os era habitual que el presidente se vistiera con pantalones de ch¨¢ndal ajustados, sudadera deportiva y sandalias con calcetines blancos para sus vuelos nocturnos. Visiones desconcertantes que le hac¨ªan m¨¢s real frente a sus asesores pero no menos genial, porque el autor del nuevo libro sobre el medi¨¢tico expresidente no se corta a la hora de expresar la capacidad que posee para ¡°conectar en un lugar tras otro, persona tras persona, gracias a su genuina humildad y la confianza que emana¡±.
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